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sábado, 21 de julio de 2018

Cronopiando | Nicaragua

Mucho se ha escrito acerca de Nicaragua y realmente lo que tengan que decir los medios de intoxicación masiva poco nos importa. También lo que hayan abonado al asunto gentes que desde la izquierda se han mostrado extremadamente críticos del movimiento de autodeterminación vasco, palestino o catalán. Así que además de adherirnos al comunicado lanzado desde el Foro de Sao Paulo, procedemos a compartirles el Cronopiando de nuestro amigo Koldo acerca del polémico tema:

Koldo Campos Sagaseta


En 1977, Manolo Martorell (entrañable amigo navarro) y yo nos fuimos a Barcelona a hablar con representantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Queríamos saber cómo ayudar a la causa sandinista porque ya la habíamos hecho nuestra. Nos sugirieron formar un comité de solidaridad en Iruña y un año más tarde, tras un acto en las escuelas de San Francisco y tras no pocas dificultades, nacía el comité. Todavía en la cuna, el comité se multiplicaba porque la llegada a Iruña de Óscar Mateluna y Yolanda Ansó con intención de crear un comité de respaldo a Chile nos llevó a todos a la conclusión de que dos comités eran demasiados para una una ciudad como Iruña. Así surgió el Comité de Solidaridad con América Latina (COSAL) al que se fueron integrando otros compañeros navarros y latinoamericanos. La suerte de Nicaragua también era la mía y, siendo maestro de escuela, no quise perderme la campaña de alfabetización que en marzo de 1980 puso en marcha el ya gobierno sandinista y durante medio año, integrado en una brigada dominicana de alfabetización, tuve ocasión de disfrutar, en la mejor escuela, de una de las experiencias más hermosas de mi vida. Mi amor a Nicaragua y a su revolución venía de antes, sigue viva hoy, casi cuarenta años después, y seguirá conmigo cuando yo no esté.

Nicaragua, que venía de padecer una de las dictaduras (los Somozas) más sangrientas y crueles de América Latina, dinastía creada y amparada por los Estados Unidos, apenas sí pudo respirar durante los siguientes diez años sandinistas en los que fue sometida por el gobierno estadounidense a una guerra militar, económica y mediática que terminaron finalmente con su vida. El FSLN perdía las elecciones diez años más tarde. La población nicaragüense acudía a las urnas bajo la amenaza de que o votaba contra el FSLN o seguiría la “contra” desde Honduras y Costa Rica, la quema de silos, de escuelas y de centros de salud recién inaugurados. O se votaba contra el FSLN o Reagan mantendría su agresión, incluso, por encima de su propio congreso y de sus propias leyes. Uno de los capítulos más vergonzosos en esos años fue el conocido como “Iran-Contra” que revelaba el tráfico de armas y de drogas auspiciado por el teniente coronel de Marines, Oliver North, hombre fuerte del presidente Reagan. O se votaba contra el gobierno sandinista o seguiría el terror, el minado de las dos costas nicaragüenses que provocara el hundimiento de una veintena de barcos de transporte que llevaban a Nicaragua toda clase de útiles, alimentos, sillas de ruedas, herramientas… A pesar de la guerra impuesta, en su derrota electoral, los sandinistas eran respaldados en las urnas por más de un 40% de los votantes.

En el 2007, el Frente Sandinista, de nuevo con Daniel Ortega, ganaba las elecciones y repetía victoria cinco años después. Un frente sandinista que, como gobierno y como partido, por el camino había ido dejando parte de su esencia, también de compañeros de viaje y del viaje de algunos compañeros, para que lo que habían sido ranuras acabaran siendo grietas. El frente ya tenía unos años en conflicto porque no siempre se saben conciliar los sueños colectivos con las ambiciones personales y, para algunos, Sandino empezaba a pesar demasiado como para cargarlo más allá del disimulo. Probablemente Daniel Ortega no está ayudando demasiado a la causa del sandinismo y cuantos más años pasa en su dirección menos ayuda, pero esta no es la cuestión.

En estos momentos importa un carajo lo hábil o lo torpe que se muestre el gobierno sandinista porque el problema no lo suponen ni sus aciertos ni sus yerros. Es irrelevante, en las presentes circunstancias, la mejor o peor gestión de gobierno de un Estado democrático que, de improviso, para los grandes medios se convierte en “régimen”, y apenas un año después de haber ganado con solvencia unas elecciones supervisadas por la propia OEA.

La misma estrategia golpista que ha seguido el gobierno estadounidense en Venezuela la está implementando en Nicaragua armando y financiando bandas que son responsables de buena parte de los muertos que los medios cargan en el debe de un gobierno que ya lleva una veintena de policías muertos a manos de los “jóvenes estudiantes que gritan en las calles” según subrayan los medios. A la sombra de las legítimas protestas de estudiantes y de otros sectores a las que tienen derecho y que deben ser oídas, hicieron su aparición las bandas armadas y violentas que patrocina el gobierno estadounidense y corrieron a alinearse con el golpe empresarios e iglesia.

Los grandes medios juegan al parecido de Somoza y Ortega, como si fuera posible la comparación, mientras la OEA busca consensos y permisos que hagan posible el golpe. Eso es lo que hay y lo que ahora importa. Nadie mejor que Nicaragua sabe que la única alternativa al sandinismo es el sandinismo.




#NicaraguaQuierePaz








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