Este artículo por parte de José Manzaneda, coordinador del medio electrónico Cubainformación, se lo queremos dedicar a los intelectuales orgánicos - Laura García, Germán Ortega, Pablo Boullosa y Eduardo Casar- que semana con semana perpetran el programa de televisión La Dichosa Palabra.
Y es que eso de considerar a Hernán Cortéz uno de los hombres más inteligentes en la historia de la humanidad, sin tomar en cuenta ni por un momento el genocidio causado por su aventura colonialista, es ir demasiado lejos.
En el mismo, se nos habla acerca del general español que inventó aquello de concentrar gente para exterminarla, para quienes se preguntan de dónde sacaron los nazis eso de los campos de concentración.
En el mismo, se nos habla acerca del general español que inventó aquello de concentrar gente para exterminarla, para quienes se preguntan de dónde sacaron los nazis eso de los campos de concentración.
Aquí la información:
José ManzanedaEl diario monárquico español ABC ya nos tienen acostumbrados a sus crónicas nostálgicas sobre el Imperio español. En ellas, historiadores neofranquistas nos hablan de la “heroica gesta” de aquellos “aguerridos” “héroes” que no pudieron evitar la independencia de Cuba; se lamentan del “éxodo que protagonizaron miles de españoles expulsados de América” tras los procesos de independencia; o defienden la figura de conquistadores como Francisco Pizarro, de quien sostienen “no era un genocida”.Pareciera que solo los diarios más rancios y conservadores, como ABC o “La Razón”, se atreven a reivindicar el colonialismo del siglo XIX. Pero el nacionalismo español tiene raíz profunda y es sumamente... contagioso.El diario “El Mundo” publicaba hace unos días un artículo titulado “Mallorca, Weyler y la silla de Maceo”. Era una protesta por el acuerdo de cesión temporal, de España a Cuba, de la silla del general independentista cubano Antonio Maceo, hoy ubicada en el Museo Histórico Militar de Palma. El traslado a La Habana fue una propuesta del Parlamento Balear, apoyada por la Casa de Amistad Baleares-Cuba y autorizada por el Ministerio de Defensa de España.El artículo lo firmaba el biznieto del general español Valeriano Weyler quien, como Capitán General de Cuba, logró acabar con la vida de Antonio Maceo. Para oponerse a que la silla de Maceo regrese a Cuba argumentaba que, antes, debe haber “una democracia consolidada en Cuba, de manera que estudiosos e historiadores puedan investigar con rigor (e) independencia” la guerra hispano-cubana.Porque frente a las “difamaciones continuas hacia España, su Ejército y (...) el General Weyler”, propios del “paradigma del `enemigo exterior´ (...) que conviene a las dictaduras y nacionalismos extremos”, “Weyler –aseguraba el texto- fue un militar constitucionalista, civilista y defensor a ultranza de la democracia”.Curioso: porque este “militar defensor de la democracia” pasará a la historia por llevar a cabo la llamada “reconcentración” de la población campesina cubana, que fue agrupada por la fuerza dentro de las ciudades ocupadas por las tropas españolas. El plan de Weyler, destinado a cortar el suministro de alimentos a los rebeldes, provocó la pérdida de las cosechas y una hambruna generalizada entre la población civil, que causó más de 300 mil muertes.El artículo justificaba las “medidas de extremo rigor” que tuvo que aplicar el general, cuya intención nunca fue –leemos- “la represión ni aniquilación de ciudadano alguno”. Curioso, si recordamos las palabras del propio Valeriano Weyler al alcalde de Güines, tras solicitarle este raciones de alimentos para la población: `¿Dice usted que los reconcentrados mueren de hambre? Pues precisamente para eso hice la reconcentración´”.Este militar “civilista”, “todo un ejemplo de democracia para años y generaciones posteriores” –según nos dice el artículo- fue Ministro de Guerra en tres ocasiones y, después, en 1909, siendo Capitán General de Cataluña, reprimió con dureza las protestas durante la Semana Trágica de Barcelona.Eso sí, el autor, defensor de quien hoy sería considerado un criminal de lesa humanidad, culminaba su artículo haciendo “votos para que la Isla alcance lo antes posible un régimen de libertades y democracia”, y así aceptar el envío de la silla de Antonio Maceo a Cuba.Así es cómo la gran prensa ofrece cada día más espacio al nacionalismo español con olor a naftalina.
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¿Defender la democracia en Cuba o el genocidio del Imperio español?
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