Madrid debe entender que no se puede inmiscuir en la educación que la sociedad vasca quiere para sus hijos.
La muestra se ha dado en las capitales de los dos territorios en lo que el colonialismo españolista divide al pueblo vasco.
Aquí el comentario editorial de Gara:
Se venía anunciando y ayer finalmente se produjeron en Nafarroa las primeras evaluaciones individuales que contempla la LOMCE para alumnos de tercero de Primaria. La instauración de la reforma educativa con los exámenes a niños y niñas de 8 y 9 años tendrá continuidad en la CAV en los próximos días. Con ello se da comienzo al goteo de medidas impuestas en el marco de la ley diseñada por el Ministerio español de Educación, con José Ignacio Wert a la cabeza, pese al rechazo generalizado que ha recibido por parte de la comunidad educativa y asociaciones de padres y madres de Hego Euskal Herria.Muchos de ellos, acompañados de alumnos y alumnas que no acudieron al examen, se plantaron frente a los centros escolares y el Departamento de Educación en Iruñea para manifestar su rechazo a la LOMCE. Una oposición sustentada en la convicción de que se trata de un modelo que en nada va a beneficiar al alumnado, sino que promueve una fórmula que inculca en ellos valores como la competitividad y la discriminación desde su primera etapa educativa. Un modelo que limita el futuro académico y con ello profesional de un alumnado encasillado en roles de «buenos» y «malos» basándose para ello en una valoración homogénea que ni mucho menos toma en consideración el abanico de factores que componen el desarrollo y el proceso de aprendizaje.Con todo, las protestas y la ausencia en las pruebas realizadas ayer no son suficiente para que el Gobierno navarro atienda las demandas de todo un colectivo. Las declaraciones del consejero de Educación, José Iribas, asegurando que «es obligatorio» realizar estos exámenes y que, por lo tanto, los alumnos que se ausentaron deberán hacerlos en su regreso a las aulas dan muestra de ello. La postura de los ejecutivos de Iruñea y Gasteiz ante esta primera prueba que la LOMCE plantea a la comunidad educativa vuelve a dejar en evidencia su sumisión ante las imposiciones de Madrid, cuando deberían actuar de acuerdo al suspenso general que su comunidad ha dado a un modelo ajeno.
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