Como ya lo hemos indicado antes, siempre nos ha causado gracia cuando algún líder de opinión mundial se refiere a los vascos soberanistas como 'separatistas'. Nunca una etiqueta fue más estúpida e injustamente aplicada. Los vascos soberanistas no quieren separar nada, al contrario, lo que quieren es reunir sus siete territorios históricos: Nafarroa (Garaia y Behera), Lapurdi, Gizpuzkoa, Araba (Trebiñu incluído), Zuberoa y Bizkaia.
Los que realmente han actuado como separatistas son los españolazos, como lo demuestra esta nota publicada en Gara:
El Parlamento navarro celebrará este jueves un pleno monográfico para conmemorar el 30 aniversario del Amejoramiento del Fuero, una norma creada para ahondar en la partición territorial vasca y que por eso no fue refrendada por la ciudadanía. Solo en Ceuta y Melilla ocurrió algo igual.
Martxelo Díaz
La historia del Amejoramiento «es la historia de un gran timo», sentencia Floren Aoiz, autor del libro «El jarrón roto», que analiza la denominada Transición en Nafarroa y que, a su vez, toma el título del artículo que el histórico dirigente abertzale Telesforo Monzón escribió en «Egin» en 1980 alertando del riesgo de que Nafarroa quedase separado de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en la articulación institucional. «Es un gran timo porque, en primer lugar, es el único estatuto de autonomía que no fue votado por la ciudadanía, junto a los de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla que son un caso especial», destaca Aoiz.
En el siglo XXI puede parecer inconcebible que una norma destinada a establecer el funcionamiento institucional de Nafarroa tras el franquismo no fuera sometida a consulta popular. Pero eso es lo que ocurrió en 1982. «En este punto surge la figura de Jaime Ignacio del Burgo, que para justificar que no se sometiese el Amejoramiento a referéndum se sacó de la manga que no era un estatuto, sino una actualización de los fueros y, por tanto, un texto preconstitucional que no podía ser votado por su carácter histórico», explica Aoiz.
El autor navarro destaca el carácter antidemocrático de este planteamiento, ya que cualquier norma de este tipo no puede realizarse al margen de la ciudadanía, sin una consulta popular. «Y tampoco mediante un pacto a escondidas dirigido por los viejos franquistas y diseñado ya antes de la muerte del dictador», añade.
La separación de Nafarroa del proceso preautonómico vasco fue decidida por los tres diputados y tres senadores que UCD, el partido de Adolfo Suárez, obtuvo con un escasamente representativo 28,58% de los votos. Eso bastó para iniciar la vía del Amejoramiento. Una vez comenzado ese camino, para que Nafarroa volviera a unirse a los otros herrialdes eran precisos varios referendos. La desproporción es brutal.
Del Burgo reconoció años después que la derecha no quería ni oír hablar de un proceso autonómico basado en los ayuntamientos, como el que se produjo en la década de 1930. Les daba pavor el Movimiento de Alcaldes, liderado por el primer edil de Bergara, José Luis Elkoro, que había empezado a caminar por esta vía. Había que controlar el proceso. El «atado y bien atado» tenía que llegar también a Nafarroa.
La derecha españolista ha empleado el argumento de la especificidad navarra en el conjunto del Estado español con el objetivo de mantener el control económico del herrialde en manos de unas pocas familias. «Es el mismo timo que llama anexión a la conquista de 1512 o Ley Paccionada de 1841 a lo que fue una imposición. El Amejoramiento no es más que otro estatuto de autonomía, como lo ha dejado claro en más de una ocasión el Tribunal Constitucional», subraya Aoiz tres décadas después.
El fraude del Amejoramiento se sustenta en el mito de que Nafarroa tiene capacidad de decisión dentro del Estado español a través del pacto. Es un mito que ha quedado en evidencia esta misma semana en el Consejo de Política Fiscal celebrado en Madrid. Por mucho de que desde UPN se alardee de la autonomía fiscal que garantiza el Amejoramiento, lo cierto es que el vicepresidente, Álvaro Miranda, ha tenido que asumir las exigencias del Gobierno español en torno al déficit presupuestario.
«Coloca a Nafarroa en un marco de subordinación en el que se sienten cómodos los españolistas, que están en clave de subordinación. Pero, además, es terrible porque ha dejado sin instrumentos de decisión a la sociedad navarra», destaca Aoiz.
«Como la sociedad navarra no ha votado cuál era su estatus, tampoco puede cambiarlo. Esa curiosa teoría de que los fueros eran invotables hace que en realidad en Nafarroa todo sea invotable. No se puede votar nada. Y especialmente, está blindado que pueda haber un cambio de rumbo en la política navarra, que los sectores populares tengan protagonismo, que se acabe con esa elitización de la política en dinastías y que en Nafarroa se pueda abrir un camino junto al resto de territorios vascos que ponga fin a esa subordinación», explica Aoiz.
PSOE: «Donde dije digo, digo Diego...»
Los planes de la derecha españolista para mantenerse en el poder y bloquear la unión de Nafarroa con el resto de territorios vascos no hubieran podido llevarse a cabo sin el PSOE, que en los primeros años de la llamada Transición defendió un estatuto de cuatro herrialdes y hasta el derecho de autoderminación. Los afiliados navarros del PSOE pertenecían de hecho al Partido Socialista de Euskadi (PSE). Hasta que se produjo un cambio radical.
«Ahora tratan de explicarlo con la teoría del cuarto de hora. Dicen que tuvieron un momento de calentura, de fiebre, en el contexto del postfranquismo, en el que apostaron por la unidad de los cuatro herrialdes, pero que no respondía a la tradición del socialismo navarro. Pero es completamente falso. No hay más que ir a lo que decía el Frente Popular navarro -en el que estaba el PSOE, pero también ANV- en 1936, defendiendo el Estatuto para cuatro. Esa es la línea del PSOE durante todo el exilio franquista. Y esa es la línea con la que se vuelve a organizar el partido en los últimos tiempos del franquismo. Lo que ocurre es que se imponen las pautas de la Transición y uno de los temas tabúes era la unión de Hego Euskal Herria», explica el historiador navarro.
De este modo, Gabriel Urralburu pasó de manifestar que «las cotas reales de autonomía de una Navarra `aislada' serían inferiores a las que podría obtener vinculándose al País Vasco». Y de posar con la ikurriña pasó a defender férreamente la autonomía uniprovincial. Otros dirigentes del recién creado PSN, como Víctor Manuel Arbeloa, acabarían directamente en las filas de UPN o en sus aledaños.
Fue uno de los peajes que tuvo que pagar el PSOE para recibir el label democrático y llegar al poder, tanto en el Estado como en Nafarroa. Sin embargo, 30 años después, la derecha españolista aparece como la gran beneficiada de la jugada. Tras los ejecutivos de Urralburu y Javier Otano, marcados por la corrupción, actualmente el PSN de Roberto Jiménez se ha convertido en un mero bastón de UPN, con quien se ve obligado a compartir Gobierno para tratar de blindar un sistema cada vez más criticado por una masa social que va en aumento.
El PNV asumió la partición
Pero si el PSOE cambió radicalmente de criterio, el PNV aceptó la partición. El argumento es que había fuertes presiones del Ejército español para impedir que se consumase la autonomía a cuatro. Aoiz reconoce que estas presiones existieron, pero se muestra muy crítico con los jeltzales. «El problema es que en estos 30 años, cuando esa presión podía haber disminuido, tampoco hicieron nada. Y hay que tener en cuenta que otros no aceptaron nunca la partición y se resisteron a ella», destaca.
No se puede olvidar que un año antes de la aprobación del Amejoramiento se registró el golpe de Estado del 23-F, «un autogolpe para marcar los límites de la transición, uno de ellos la cuestión navarra». Este periodo fue especialmente duro represivamente hablando en Nafarroa.Aoiz destaca que «la imagen de la Transición en Nafarroa» puede ser la entrada de la Policía en la plaza de toros de Iruñea en los sanfermines de 1978 y la posterior muerte de Germán Rodríguez. O la matanza de Montejurra. O el cerco policial al que se sometió a Etxarri-Aranatz en 1977 para evitar que el Movimiento de Alcaldes hiciera un llamamiento a favor de una verdades reinstauración foral, una verdadera autonomía, para los cuatro herrialdes de Hego Euskal Herria desde Nafarroa.
«El problema que se planteó para los abertzales navarros no fue solo que tuvieron que hacer frente a la política disgregadora de la derecha españolista en Nafarroa, sino también a una patrimonialización de lo vasco reducida a tres herrialdes por parte de la nueva institución surgida bajo control del PNV. Empezaron a utilizarse símbolos como la ikurriña referidos únicamente a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa», denuncia.
¿Lo ven?
Ese es precisamente el problema con el anácronico colonialismo; permite que la voz de un pueblo expresada en sus votos sea negada a la vez que despliega las condiciones para que unos cuantos decidan el futuro de una nación, aún cuando estos pocos van en contra del deseo expreso de la mayoría.
Cuando el pueblo navarro deje de ser engatuzado con la engañifa del 'Amejoramiento' será cuando Nabarra recupere su soberanía con respecto irrestricto a su territorialidad.
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