Este escrito ha sido publicado en Gara:
Josemari Lorenzo Espinosa | historiador
La era de la independencia
A los 50 años de su fundación, ETA ha hecho público un comunicado de conmemoración y resumen en el que esboza parte de su historia y de paso nos recuerda un concepto: independencia. Que se recuperó con aquella fundación y que no viene mal recordar alguna vez. Las distintas camadas de políticos del sistema se han lanzado, como siempre coordinados con los medios de difusión gubernamentales, contra las formas y contenidos del escrito. En general, porque ETA sigue siendo la asignatura pendiente de todos ellos. En particular, porque se sienten aludidos o amenazados por la verdad de las cosas. Algunos aseguran, y es lo más suave, que ETA no dice nada nuevo... A los primeros ni conversación. A los otros, sí... ETA no ha dicho nada nuevo. Nada que no haya dicho otras veces. Pero dice -o vuelve a decir- cosas importantes. Y cuando lo que se dice es importante, no es necesario que sea nuevo.
Una de las primeras anotaciones que podríamos hacer sobre este comunicado, y sobre casi todos los de ETA, es precisamente la insistencia en un concepto (independencia) que no se utiliza con la frecuencia deseable. Un término casi desalojado del debate político, como en su día lo fue la revolución de los «revolucionarios». Una idea que, sin ir muy lejos, el PNV ignora por completo y que, incluso a veces, a nosotros nos crea confusión. Una palabra que algunos creen excesiva o trasnochada, dejándola para consignas fosilizadas durante las borracheras electorales, o para mezclarla con autodeterminación, soberanismo y otras. Porque no saben fundamentarla o porque tratan de ganar amigos. En todo caso, es una buena forma de empezar a perder la batalla dialéctica, que es por donde se empiezan a perder las mejores causas. Pero, al menos en este aspecto, el comunicado es fiel a la identidad fundacional, dejando claro una vez más que «ETAren helburua ez zen frankismoa garaitzea». Para ese viaje, hubiera sido suficiente con la alforja «paz y democracia» del sistema capitalista. Y todo estaría «felizmente» resuelto. Pero ETA apunta lo que todo el mundo sabe y muchos ignoran perversamente: «ETAren helburua Euskal Herria askatasunera eramatea izan zen eta oraindio helburu horri lotzen gatzaizkio».
La organización destaca además su papel en lo que llama «abertzalismo moderno», en el que se fusionaron lucha social y nacional. También es cierto e importante. Sobre esto no queda ninguna duda. Aunque los orígenes del nacionalismo social, con su lucha de clases, anticapitalismo, antiimperialismo, antirracismo, laicismo, feminismo, etcétera están ya presentes en los años treinta (Aberri, ANV, Jagi-Jagi...), lo cierto es que la aportación de ETA desde sus comienzos, y desde la V Asamblea con acento revolucionario, fue imprescindible para que las generaciones nuevas pudieran asimilar la «lotura» de estas cuestiones principales en la historia del siglo XX.
El PNV no podía faltar en esta reseña. El partido que menos ha hecho en estos 50 años por la independencia vasca y más por la estabilidad de España estuvo esperando a que llegase Mister Marshall o a que Franco acabase en la cama. Lo primero no sucedió. Lo segundo está por ver. Ya decía Krutwig que «Aguirre murió de optimismo», esperando al Séptimo de Caballería. Nosotros, aunque no tan confiados, todavía esperamos que la muerte de Franco se haga efectiva. En cualquier caso, el PNV no puede eludir lo que ha pasado en el último medio siglo diciendo que son cosas del pasado. Y mucho menos, él o su sindicato, pueden seguir utilizando el chantaje de «ETA sobra» para disculpar su incompetencia social y su renuncia nacional en estos años. Las alusiones a esta cuestión en el comunicado son directas, aunque sin nombre propio: «Batzuk 'paktismoa', 'estatutoa' eta erreforma espainiarraren bidea hautatu zuten». Frente a esto, la organización vasca asegura: «ezin dugu herri hau beste 30 urtetako trenbide hilean sartzen utzi». Claro que los criptoaludidos entienden esto no como una crítica, sino como amenaza... para sus intenciones antinacionalistas, lo es.
También hace una valoración el texto sobre la situación actual del sentimiento nacional vasco. Que, entre claroscuros, se presenta como esperanzador, aunque la petición para unir fuerzas diga lo contrario, porque sigue siendo la misma de hace treinta o cuarenta años. Y porque, como entonces, lo más probable es que sea desoída por los destinatarios. En cuanto a los estados ocupantes, la propia ETA lo dice en pocas palabras: «estatu etsaiek Euskal Herriaren hitza errespetatzeko borondate keinurik txikiena ere ez baitute erakusten». Con lo que la verdadera esperanza reside una vez más en la lucha. Poco se puede esperar de un diálogo que tanto ha fracasado y ahora ni siquiera existe. Y esta perspectiva de continuar, mientras no haya condiciones que aconsejen lo contrario, es lo que más enfurece a los depredadores microfónicos. Aunque para ETA, ya desde Txabi Etxebarrieta, la lucha militar sea sólo un aspecto más de la lucha global.
La ilusión que a todo nacionalista vasco produce constatar que hay cada día más realidades independientes (Irlanda, Eslovenia, Croacia, Lituania... y quizá pronto Escocia, Quebec, etcétera), con o sin el uso de las armas, hace que ETA, entre avances y estancamientos, proponga abordar la última cuesta en esta lucha histórica. Y no es cierto, como algún apresurado ha dicho, que se atribuya con ello la exclusividad o el protagonismo del nacionalismo independentista. Pero sí que cree lo que muchos creemos. Que ha sido quien en los peores momentos no ha dejado morir por inanición política el verdadero nacionalismo vasco. Hay mucho escrito, y poco leído, sobre esto. Será porque no ayuda a su desaparición o porque incomoda profundamente a algunos.
También tiene razón el comunicado cuando constata que si en 50 años (dictadura, transición, monarquía, europeísmo jacobino...) los gobiernos españoles, con la cuantiosa colaboración de franceses y demás, no han podido acabar con ETA, es que algo habrá. Algo tendrá el agua cuando tanto la queremos, a pesar de las inundaciones. Y algo tendrá la cuestión nacional para los jóvenes vascos que, una y otra vez, han permitido regenerarse a la siempre «desarticulada» y «desprestigiada» organización armada. ETA ha sobrevivido a Franco y a Carrero, a Suárez y a Ajuriaguerra, a González y al GAL, al PP de Fraga y a Aznar. Y sobrevivirá a Zapatero y Rubalcaba, si no aparece algún Tony Blair por ahí. Claro que por eso no se atribuye una especial unción providencial. Lo explica sencillamente por su procedencia popular, fácilmente demostrable. Y esto jode, y mucho, a quienes no pueden decir lo mismo, porque para «superar» el imperio se han hecho sus mejores defensores.
El comunicado no trata otros aspectos de la historia de ETA, entre ellos el giro posibilista que se produjo con la alternativa KAS (1976), luego Alternativa Democrática (1995). Es decir, la virtualidad de una opción desarmada del conflicto y su reducción al plano civil. Tampoco hace referencia a los momentos fallidos de esta alternativa: Argel, Lizarra-Garazi, etcétera, con sus treguas infructuosas. Ya han sido tratados en otras ocasiones. No obstante, el objetivo del comunicado y su formato con seguridad no quería ser exhaustivo. Se trata de una conmemoración y renovación fundacional, con alusiones a principios y señas de identidad, así como un recuerdo y homenaje a los militantes de estos años, con exposición del futuro inmediato de la lucha por la libertad vasca.
Por último, ETA expresa también una especie del castrista «la historia me absolverá», al decir que la historia llenará de honor esta lucha por la independencia: «Historiak herri honen borroka ohorez marraztuko du, euskal militanteen eskuzabaltasuna goretsiz». No sé lo que pasará con Castro, pero yo creo que la historia, nuestra historia, ya ha absuelto a ETA. Desde los años sesenta hasta hoy, muchos autores en sus libros, ensayos o artículos han dejado documentada para quien no esté ciego ni sordo, ni se haga el tonto, la sentencia favorable que un día verá la plena libertad y podrá ser leída en voz alta, ante el tribunal de la Historia. Será el último día de la era de la independencia.
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