Este escrito publicada en Gara es una reflexión acerca del despreciable actuar de un director de muy poca estatura moral:
María I. ArtiedaEste es el enlace a la carta "En Defensa de Pedro Otaduy" publicada en Diario de Noticias.
Me tiene confundida Pedro Otaduy
La abajo firmante no conoce a Pedro, pero sí que lleva siguiendo con mucho interés todo lo que ha pasado en el instituto Iturrama desde el mes de octubre.
Recuerdo cuando un grupo de alumnos y alumnas de ese centro, con más inexperiencia que conocimiento de la realidad en la que vivimos, organizó un homenaje en el patio del centro, y Pedro, en el ejercicio diligente de sus funciones como director de ese centro, puso todas las trabas posibles para que se realizara.
A partir de ese momento empezó el culebrón: aparecieron la prensa, el Departamento de Educación, la ATV y la Fiscalía de la Audiencia Nacional.
En un primer momento Pedro identificó, por supuesto a requerimiento de la Fiscalía, a dos menores que habían estado colocando carteles alusivos al homenaje. En algún momento posterior le pidió la Fiscalía que identificara en una foto a otros participantes. Y así lo hizo, identificó con sus nombres y apellidos a unos cuantos más, doce, de entre un grupo numeroso que había supuestamente participado en todo aquello. Digo lo de supuestamente porque hoy en día, con los buenísimos programas informáticos que existen, una no se puede fiar de que lo que está viendo en una foto sea real.
La maquinaria judicial, tan diligente en algunos casos y tan lenta en otros, ya ha hecho pasar por Madrid a varios de esos menores para que declaren, y seguirá haciéndolo con otros.
Cuando un alumno o alumna de este centro deja de ir una hora a clase, o se le encuentra fumando un cigarro se informa inmediatamente a los padres con una llamada o mensaje al móvil.
Dicho esto expondré un punto de todo este lío que a mí me tiene, como madre que soy, de lo más confundida y es que, curiosamente, Pedro no consideró necesario informar a los padres y madres de esos menores de que había identificado para la Fiscalía a sus hijos e hijas. Incluso cuando algunos padres, con el fin de preparar la defensa, le pidieron que dijera quiénes eran los menores a los que había identificado, se negó a hacerlo. Confieso desde estas líneas que, si me toca como madre vivir esta situación, no hubiera sido capaz de ser tan moderada como los padres y madres afectados, es más, estoy segura que me presento en el despacho de Pedro sin cita previa y mis gritos se oyen en la Audiencia Nacional sin necesidad de ir a Madrid.
Este fin de semana unos amigos de Pedro han escrito una carta conmovedora sobre su persona, contándonos lo bueno que es y cómo sus ideas han girado siempre sobre antimilitarismo, desobediencia civil, insumisión, etcétera. Se ve que son buenos amigos y que le conocen muy bien. Efectivamente, hace falta estar muy concienciado con la desobediencia civil para identificar a unos cuantos menores, especialmente si, como dicen sus buenos amigos, cree absurdo que un incidente de patio se solvente en la Audiencia Nacional. Y no me diréis que no estuvo fino practicando la insumisión cuando se negó a informar de ello a sus padres y madres.
Estoy muy de acuerdo con algo que estos amigos de Pedro dicen cuando afirman que «cada cual es responsable de lo que hace, de cómo publicita lo que hace y de las consecuencias que de ambas actuaciones se deriven». Eso sí, no creo que el nivel de responsabilidad sea el mismo para un menor que para un adulto, para un alumno que para un director de instituto.
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