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martes, 7 de abril de 2020

'Togo'

Y desde el ámbito deportivo, específicamente del balompie, traemos a ustedes este artículo publicado en la página Informador:


Andrés Gallegos

Casi todos los viernes, el área de oncología infantil del Hospital de Cruces en Barakaldo —apenas a 12 kilómetros de la ciudad de Bilbao—, recibe a un joven voluntario. Pasa las tardes y noches platicando y jugando con los niños enfermos, conociendo sus historias de vida y aprendiendo de ellas. También pasa tiempo con los padres y familiares de esas criaturas.

Aquel voluntario es el lateral Óscar de Marcos, quien juega desde 2009 en las filas del Athletic de Bilbao, el equipo tradicional que tiene únicamente a futbolistas de la región Euskal Herria en sus filas. Sin cámaras ni historias en redes sociales para que la gente atestigüe sus actos “bondadosos”, De Marcos lleva años acudiendo a Cruces por convicción propia, siguiendo la máxima cristiana de “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. De hecho, pocos sabían que ayudaba a niños con cáncer hasta que un visitante del hospital lo identificó por sorpresa y decidió divulgar su historia en redes sociales por allí de agosto de 2018.

A De Marcos le desagradó que se supieran de sus visitas al hospital. “Son cosas que me gusta mantener en secreto”, declaró, “porque si las cuentas pierden valor, parece que las haces para que te lo reconozcan los demás”. Un año después de esa revelación, el futbolista vasco publicó una autobiografía, “Togo”, disponible gratuitamente en la web de la Fundación Athletic Club, en la cual cuenta algunas vivencias que forjaron la personalidad de una figura atípica en el balompié profesional.

El libro se titula así por un viaje que De Marcos realizó en 2010 a ese país africano, específicamente a un centro misionero salesiano que ayuda a dar una mejor vida a niños y niñas refugiados que escapan de la pobreza, la prostitución, la trata o la maldición pública de un cruel chamán de alguna comunidad que los acusó de “brujería” y los condenó al abandono. El lateral de Laguardia (un pueblo de la región vasca de Álava), narra cómo ese viaje para hacer voluntariado social le ayudo a crecer como ser humano.

“África me ha quitado de un guantazo toda burbuja protectora, toda tontería, toda fama”, cuenta De Marcos, quien detalla su sorpresa ante el trato que le prodigaron esos jóvenes, pese a vivir en una nación donde más de 30% de su población vive en extrema pobreza. “En un mismo escenario de miseria y de explotación, la alegría de vivir se abre paso ante mis ojos”.

El lateral de 30 años también narra en su libro las dificultades que tuvo para afianzarse en el primer equipo del Athletic, pero en síntesis, es una visión de cómo un futbolista llegó a ser consciente de “su capacidad de transformación social a través del eco de sus actos”, haciendo mención a una pregunta que (con palabras menos rebuscadas) le hizo un niño de 11 años, así como una visión más humana de la ayuda a los débiles y desfavorecidos. No en vano De Marcos inicia su libro con una frase de Eduardo Galeano: “La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.

“Es una buena persona. Los valores que transmite se sintetizan en que le interesa más el bien de todos que el bien propio. Es generoso para ayudar y lo suficientemente humilde como para aceptar ser ayudado”, ha dicho de él Marcelo Bielsa, actual entrenador del Leeds United y quien convirtió a De Marcos en titular durante su etapa en el Athletic.






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