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lunes, 13 de abril de 2020

Espacios de Oxigenación

En algunos lugares del mundo ya se puede ver la luz al final del tunel de la pandemia del SARS CoV-2 y comienzan a surgir iniciativas para hacer más llevaderos los últimos días del confinamiento.

Gara nos trae este reportaje en el que se delinean algunas de estas iniciativas:


En Estados Unidos se habilitan espacios para el paseo manteniendo el distanciamiento social, Italia hace concesiones a algunas restricciones y China adelanta que el final del confinamiento por el Covid-19 no supondrá la vuelta a la normalidad, pero sí a la calle.

Algunas ciudades han improvisado carriles-bici para evitar el transporte público y con ello la masificación que ayuda a expandir el virus. Puestos a imaginar espacios de oxigenación, las capitales vascas ofrecen varias opciones, con la incógnita de cómo se controlaría por ejemplo el acceso a playas.

Varios países y ciudades han comenzado a suavizar las medidas del confinamiento, o en algunos casos simplemente han mantenido espacios abiertos de oxigenación desde el principio. Entre los últimos, Denver, en Colorado (Estados Unidos), que ha habilitado la avenidas 11 y 16 para que las personas puedan pasear a pie o en bicicleta

El Gobierno italiano permitió la semana pasada que los niños puedan salir a la calle acompañados de sus padres cuando estos se dirigen a algunas de las tareas permitidas, como hacer la compra. Eso sí, por un tiempo limitado, y excluyendo que puedan salir por otro motivo.

Asimismo, autorizó las actividades deportivas cercanas al domicilio. Se puede salir a correr o en bicicleta siempre que se haga cerca de casa y manteniendo el «distanciamiento social» con otras personas, una situación similar a la que existe en Ipar Euskal Herria, siempre con autorización expresa y en un entorno máximo de un kilómetro.

Aunque en el caso de Denver se trata de dos calles habilitadas para el paseo, varias ciudades en el mundo están segregando espacios en la calzada para bicicletas, pero en este caso con el fin de reducir las concentraciones de personas en el transporte público que puedan aumentar el riesgo de contagios. Se trata de carriles-bici temporales, una medida que algunas ciudades comenzaron a poner en marcha ya a mediados de marzo, pero que puede ser aplicable cuando vuelva la «normalidad» laboral y autobuses, metros y tranvías hagan imposible el distanciamiento social.

Bogotá ha habilitado con este fin 22 kilómetros de «bidegorris» durante la pandemia, como refleja esta foto:

«La bicicleta, como medio de transporte individual, representa una de las alternativas más higiénicas para la prevención del virus, en particular en esta primera etapa preventiva donde se recomienda evitar el contacto cercano y las multitudes», ha explicado la alcaldesa ecologista de la capital colombiana, Claudia López.

La caótica Ciudad de México ha seguido su ejemplo con la instalación de conos para ganar espacio a la calzada. También Nueva York y Berlín han aprovechado el menor tráfico para impulsar el transporte en bicicleta.

Paseos con niños y deporte

Más allá de la movilidad, comienzan a apuntarse algunos de los criterios que marcarán la «desescalada» del confinamiento. Aunque sin certidumbres todavía en Euskal Herria, está claro que las medidas de alivio serán graduales. No habrá un día en el que todos los ciudadanos salgan del confinamiento directamente a la calle a abrazarse, pero probablemente sí espacios en los que poder recuperar el placer de andar o correr en libertad.

El ministro español de Sanidad, Salvador Illa, ha mencionado algunas medidas, que muchos esperaban para esta semana, cuando se cumplan cuatro semanas de la declaración del estado de alarma, como que los niños puedan salir de sus domicilios para dar paseos cortos «en condiciones muy determinadas», o incluso chapotear en espacios acuáticos.

Pero insiste en que la medida no está decidida y se estudiará «con mucha prudencia en base a la evidencia científica, respetando los derechos y libertades y anticipando futuros escenarios».

También se evaluará si se permite a todo tipo de personas hacer ejercicio físico en las calles, en función de la evolución¡n de los casos en los próximos días.

Más aún cuando se desconoce el número de afectados reales por el coronavirus, ya que muchos de los contagiados ni siquiera presentan síntomas.

El primer ministro francés, Edouard Philippe, ya avanzó igualmente que el fin del confinamiento será de forma escalonada y apuntó a un proceso escalonado por regiones o por edades, aunque los datos de este martes no lo hacen factible a corto plazo.

Espacios en Euskal Herria

En Euskal Herria, el lehendakari de la CAV, pidió el pasado martes una aplicación «más flexible, que permita ciertas actividades que supongan un alivio social, siempre manteniendo las garantías de salud y de seguridad para las personas», y asegura que su Gobierno prepara un «plan de vuelta a la normalidad» que se aplicaría de forma gradual y progresiva.

La posibilidad de que, en esta aplicación progresiva, se abran espacios para suavizar el confinamiento, como el caso de Denver, suscita nuevas incógnitas. Podría limitarse a las cercanías del domicilio, como en Italia o el Estado francés, o abrirse espacios ad hoc, como en Denver.

Puestos a especular –o ilusionarse– con ello, Bilbo brindaría opciones como paseo en parte de la Gran Vía, los parques de Doña Casilda, Etxebarria o Miribilla; en Iruñea hay espacios abiertos como la Taconera, Ciudadela o Trinitarios; en Baiona, las riberas del Aturri o el Errobi.

En Gasteiz, las zonas abiertas y parques son asequibles en casi todos los barrios, aunque el acceso al anillo verde podría suponer desplazamientos más prolongados que los recomendables.

En Donostia y localidades costeras se plantea el problema de las playas, zonas donde es posible mantener el distanciamiento social si se procede por ejemplo a un control de los accesos.

Control de paseantes y corredores

Y es que el confinamiento «suavizado» acarreará el problema de un eventual control policial para evitar el abuso. Algo como lo que ha ocurrido en París, donde el Ayuntamiento ha decidido prohibir cualquier actividad deportiva, hasta ahora autorizada, después de ver que los parisinos se lanzaran a correr el pasado fin de semana, abarrotaran los márgenes del canal Saint Martin y muchos de ellos se pasearan por las calles de la capital francesa rompiendo el «distanciamiento social».

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el prefecto, Didier Lallement, anunciaron el pasado martes la prohibición de cualquier actividad deportiva individual en París entre las 10.00 y las 19.00 para concentrarla en horarios «en los que se encontrará menos gente en la calle».

Biarritz apunta una medida más curiosa de confinamiento relajado y ha prohibido sentarse más de dos minutos en un banco público o espacio similar, salvo circunstancias excepcionales –entre las que el Ayuntamiento cita literalmente «estar esperando al autobús, a la llegada de servicios médico o tener un problema de salud», una medida destinada a reforzar la prohibición de pasear en la localidad costera que el 20 de marzo ya cerró todos sus parques, jardines y playas.

Fin agridulce en China

A la hora de situarse en el final del túnel es imprescindible mirar a China. Su ejemplo adelanta que el fin del aislamiento, aunque progresivo y esperado, será agridulce. En Pekín, con el comienzo de la primavera se abrieron parques y calles, eso sí, con el uso obligatorio de mascarilla, controles de temperatura y distancia social.

En otras zonas menos afectadas el fin del confinamiento provocó el pasado fin de semana una avalancha de turistas que han provocado la preocupación en las autoridades con multitudes abarrotando la montaña Huangshan, en la provincia de Anhui. También en Pekín y Shangai los compradores y turistas llenaron las zonas comerciales después de semanas desiertas.

En otras regiones, en cambio, las medidas han dado un paso atrás, y muchos karaokes o restaurantes que abrieron tras el confinamiento han recibido órdenes de cerrar de nuevo.

Pero en Wuhan, foco de la pandemia que, 11 semanas después, dio por concluido el confinamiento totalmente, muchos wuhaneses aún desconfían de salir de casa. «Solo nos atrevemos si no hay mucha gente fuera, queremos protegernos todo lo posible. Ya ves que no hay mucha gente junta a la vez, no queremos tomar el autobús», comenta una chica en una de las céntricas plazas de la ciudad.

Otra wuhanesa relata que acaba de regresar a casa tras pasar un mes en el hospital y luego por un hotel especial para quienes han pasado el Covid-19. «Ahora debo pasar una segunda cuarentena para minimizar riesgos. Espero estar bien física y mentalmente después de esto. Hasta mi vecino tiene miedo de mí», cuenta, antes de asegurar que «tomará un tiempo hasta que pueda salir a la calle».

Otros superan el miedo y acuden a centros comerciales, si bien la mayoría opta por pedir comida o bebidas en los restaurantes para llevar. Las peluquerías dan cita por internet y con aforo limitado.

Es un anticipo de que, mucho después de poder dar los primeros paseos en zonas limitadas, perdurará el miedo al contagio, el uso de mascarillas, se evitarán los contactos sociales estrechos y seguirán cerrados restaurantes, cines y teatros, preludio de un verano inédito. De momento, los abrazos quedan casi reducidos a quienes salen de los hospitales.






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