Un blog desde la diáspora y para la diáspora

jueves, 9 de abril de 2020

Egaña | Artajo y Asurmendi

Desde el baúl del recuerdo y de la memoria traemos a ustedes este texto de Iñaki Egaña:


Iñaki Egaña

Han pasado 51 años desde que Jokin Artajo y Alberto Asurmendi fallecieran en un rincón de la Ulzama cuando les estalló la goma dos que estaban manipulando para perpetrar dos atentados al día siguiente, lejos del lugar del suceso. A pesar de que los fallecimientos de ambos militantes abertzales tuvieron lugar en 1969, en pleno franquismo, los homenajes anuales han sido sistemáticamente prohibidos. Este año, el recuerdo, dadas las condiciones de confinamiento sanitario, se realizará a través de las redes sociales.

A pesar del tiempo transcurrido, los detalles de la militancia de Artajo y Asurmendi, apenas han tenido relevancia. Se dijo que ambos pertenecían a EGI, las juventudes del PNV, pero esta afirmación es cuando menos matizable. Los responsables de EGI en Nafarroa eran entonces Iñaki Múgica Arregi y Elías Anton. Ambos realizaban proselitismo para la captación de militantes.

En cambio, existía otro sector en la juventud, que procedía de Eusko Bazterra, que tenía su local en la Plaza San José de Iruñea, que desde 1966 trabajaba directamente a las órdenes del EBB del PNV. El contacto con la dirección jeltzale, habitualmente en Biarritz, lo realizaba Alberto Asurmendi. Durante dos años, este grupo, sin relación orgánica con EGI, aunque alguno de los jóvenes militó en esa organización juvenil, se dedicó a pasar por la muga propaganda y trabajos tanto del PNV como del Gobierno vasco en el exilio.

Fueron entre 10 o 12 jóvenes que se turnaban para transportar en mochilas la propaganda recogida en Ipar Euskal Herria por diversos pasos de muga, en especial por Aurizberri. Luego dejaban las revistas y panfletos en un piso franco en Burlata, que otra gente distribuía. En más de una ocasión tuvieron que huir de la Guardia Civil, como en las cercanías del Orhi, donde abandonaron más de 150 kilogramos de material.

En 1968, la dirección jeltzale cambió los planes. ETA se estaba llevando a buena parte de la juventud. Y decidieron crear también su relato resistente. Para ello utilizaron a Asurmendi, a quien ordenaron crear un grupo armado. La dirección jeltzale se encargaría de enfocar los objetivos y de pasarles el material necesario para atacarlos. Un “hirurko”, tal y como Krutwig había diseñado para ETA. Así que Asurmendi llamó a su amigo Jokin Artajo y este se pondría en contacto con Santi Jaunarena. El comando estaba formado.

Viaje de ida y vuelta y Asurmendi volvió de Biarritz con tres pistolas, dos checoslovacas y otra de marca Astra, y una buena cantidad de explosivos. Para evitar las rutas de otros mugalaris, el propio Asurmendi, en un coche alquilado, cruzó la frontera por Arnegi. Luego, pasaron la goma dos a una camioneta que había comprado Asurmendi, luego de su paso por Matesa, la empresa que acababa de cerrar. En la trasera del Ayuntamiento de Iruñea, aparcaban la camioneta, convertida en depósito, y seleccionaban el material.

La primera acción fue en Urbasa, contra el recorrido de la Vuelta ciclista a España, en mayo de 1968. La reivindicación fue hecha desde Ipar Euskal Herria: “Como epílogo al boicot decretado por el Partido Nacionalista Vasco contra el periódico El Correo Español El Pueblo Vasco, organizador de la Vuelta a España, un comando de EGI hizo explotar una potente carga de dinamita bajo un puente, en Urbasa”. En realidad, no había sido bajo un puente, sino en un tubo de cemento bajo la carretera.

En esos meses, Artajo y Jaunarena robaron dinamita de la pequeña obra que acondicionada para las antenas que se estaban alzando junto a la ermita de San Miguel de Aralar y que escondieron en las cercanías. ETA también se fijó en ellos, lo que provocó que les pusieran una cita precisamente en Aralar. Del hirurko se desplazó Artajo, pero la cita no tuvo lugar. El militante de ETA no apareció. Esta noticia provocó que, en algunos trabajos posteriores, se afirmara, sin fundamento, que Artajo ya militaba en ETA. No era cierto.

En marzo de 1969, Asurmendi volvió esta vez de Biarritz con dos objetivos inmediatos. Uno de ellos ubicado en Zumaia, el monumento al fundador de Falange, y el otro en Valladolid, bien lejos de Iruñea. En la segunda ocasión debían poner explosivos en el diario Libertad, que semanas atrás había sido sumamente ofensivo con el lehendakari ya fallecido José Antonio Agirre, y con el PNV. Otros amigos del hirurko se sumaron a la propuesta.

El día 5 de abril, uno de los “nuevos” alquiló dos coches. Al día siguiente, Artajo y Asurmendi se llevaron uno de ellos a Ostiz, para preparar los relojes y acoplarlos a los explosivos con sus pilas respectivas. Ellos deberían ir a Valladolid. El resto, los que debieran poner el artefacto en Zumaia, esperó en una borda de Belate. Inútilmente. Un mal contacto eléctrico acabó con la vida de ambos. Asurmendi dejaba viuda, Arantza Irazabal.

Inquietos por ausencia de noticias (la prensa y la radio las ocultó), al día siguiente, Jaunarena abandonó la borda y se acercó al segundo de los coches, a la búsqueda de alguna reseña. La Policía le esperaba. A través del coche que había explotado, los agentes habían sabido que la misma persona que lo alquiló tenía otro en algún lugar. La casualidad quiso que lo encontraran enseguida.

Cinco jóvenes fueron detenidos y juzgados por estos hechos: Santi Sádaba, Txomin Arazuri, Javier Armendariz, Pascual Aparicio y Santi Jaunarena. Se les acusó de “rebelión militar” y de tener objetivos “separatistas”, pero no así de pertenecer a alguna organización. Fueron condenados a 12 años de prisión, y cumplieron más de siete. Otros cuatro siguieron escondidos unos días en la borda de Belate, hasta que escaparon a Ipar Euskal Herria, por Quinto Real: los hermanos Mikel y Koldo Etxeberria, Alfredo Azanza y Esteban Quel Zazu. Mikel Etxeberria fue el único de los cuatro que volvió del exilio, en 1985.

En fecha tan tardía como el 23 de febrero de 1977, en la revista Euzkadi, el PNV reivindicó para su partido la militancia de Asurmendi y Artajo. En marzo de 1981 (un mes después del golpe de Estado) y sorprendentemente, Mikel Isasi, miembro de la dirección del PNV, sería imputado por los hechos de 1969. Isasi había vuelto del exilio, participando en 1978 en el primer Gobierno del preautonómico (Consejo General Vasco), en la consejería de Industria. Un juez militar de Iruñea le acusó de terrorismo, y de haber facilitado las armas y explosivos a Artajo y Asurmendi.

Isasi prestó declaración, acompañado de Jesús Mari Leizaola, cuando sucedieron los hechos lehendakari del Gobierno vasco en exilio. El imputado fue finalmente absuelto, por la aplicación de la ley de Amnistía de 1977. Cuando en 1996 Isasi fuera detenido nuevamente, esta vez junto a su esposa Aranza Arrarte, por orden de la jueza Levert, en un sumario relacionado con ETA, la prensa volvió a airear nuevamente su pasado, a pesar de la amnistía. Un hecho que descifraba que, a pesar de los indultos, las fichas policiales franquistas continuaban activadas. Quizás, por esa circunstancia, la delegación del Gobierno español en Nafarroa ha prohibido en los últimos años los homenajes a Jokin y Alberto.






°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario