Por medio de Deia llega a nosotros este imprescindible reportaje acerca de una auténtica heroína hasta hoy anónima.
Aquí la información:
La educadora británica Leah Manning fue el punto de apoyo para los cerca de 4.000 niños vascos que fueron trasladados a Inglaterra durante la guerra civil. Su esfuerzo hizo más llevadera la dura situación que tuvieron que vivirGregorio ArrienEn diferentes escritos y ocasiones he tratado sobre la vida y obra de Leah Manning (1886-1977), y casi siempre he procurado presentarla como una experimentada educadora, reformadora social y parlamentaria laborista en los años 1930 y 1940. En desacuerdo con la línea oficial del partido laborista -que no se decidía a apoyar en la práctica a los republicanos españoles-, mistress Manning se unió a los movimientos contra la guerra y el fascismo, tomando también parte en los comités de ayuda a las víctimas del fascismo: en el caso de España, son conocidos sus trabajos para el envío de material sanitario y medicinas a las poblaciones sitiadas, juntamente con el conveniente personal sanitario (médicos, enfermeras y otras ayudas). En el libro que publicó en 1970, A life for education, hay un capítulo especialmente dedicado a la cuestión española y las gestiones realizadas para la evacuación de los niños vascos a Gran Bretaña.Atendiendo a la demanda urgente de la delegación vasca de Londres, y también a su propia emoción por el pueblo vasco, cambió sus planes y en lugar de partir para Madrid, llegó a Bilbao el 24 de abril de 1937, en calidad de delegada inglesa para la evacuación de los niños. Como se verá después, tuvo que superar no pocas dificultades antes de poner en marcha la nutrida expedición inglesa, que finalmente pudo partir del puerto de Santurtzi, rumbo a Southampton, el día 21 de mayo. Decía de sí misma que se había convertido en una “accidental” madre de cerca de 4.000 niños, con los derechos y obligaciones que esto conllevaba. Al término del citado capítulo, recuerda que, quizás, le levanten algún día una estatua en el Parque de Bilbao con los niños, un proyecto que Asistencia Social del Gobierno vasco ya intentó en su momento.Preparativos de la expediciónNuestra protagonista llegó a Bilbao dos días antes de la destrucción de Gernika. El cónsul británico, R. C. Stevenson, se sorprendió mucho de verla en Bizkaia, pero ante su insistencia, le presentó al lehendakari Aguirre. Entonces tuvo ocasión de conocer el plan de evacuación que preparaba el Gobierno vasco: se pensaba en enviar a unos 4.000 niños a Inglaterra, en edades comprendidas entre los cinco y los dieciséis años; estarían a cargo de sacerdotes y maestras, cerca de 300 adultos.El 26 de abril, mistress Manning se acercó a las oficinas de Asistencia Social, para empezar a perfilar el plan de evacuación. Se reunió también con los periodistas británicos Philip Jordan y George L. Steer, que le animaron mucho en sus proyectos, siendo en adelante dos de sus más firmes apoyos. Al enterarse del bombardeo de Gernika, visitó la villa incendiada y quedó muy conmovida por la tragedia del pueblo vasco.En medio del miedo y el dolor por los bombardeos de las poblaciones abiertas y las constantes incursiones aéreas, en los días siguientes comenzaron a producirse las grandes evacuaciones de la población civil. Mistress Manning tenía conocimiento directo de cuantas expediciones se iban organizando y no dudó en elogiar la eficacia de las autoridades vascas. Para entonces, ya se tenía noticia de la cooperación conjunta de las armadas franco-británicas en el transcurso de la evacuación: las muestras de solidaridad internacional no se hicieron esperar, tras el llamamiento que hizo Aguirre al mundo entero en favor de la población civil que venía a refugiarse a Bilbao.Mistress Manning era consciente de que los vascos no gozaban de gran simpatía por parte del Home Office y el Foreign Office, que propendían a considerar a los vascos “como una molestia”, y a ella misma “como una oficiosa entrometida”. Para permitir la entrada en el país, habían puesto unas condiciones bastante difíciles de cumplir, exigiendo, por ejemplo, que el National Joint Commitee (NJC) -del que era presidenta la conservadora Catherine Marjory, más conocida como la Duquesa de Atholl (1874-1960)-, garantizara que estaba en condiciones de aportar unos 10 chelines por semana y niño.Pero, pese a todo, ella no estaba de acuerdo con la idea de trasladar solo a dos mil niños a Inglaterra y esperaba elevar este número a cuatro mil. Puesto que el permiso oficial de entrada se estaba retrasando más de lo esperado, envió telegramas a diferentes personalidades religiosas, políticas y culturales de Londres, pidiéndoles que intercedieran para agilizar los trámites en cuestión. Muy pronto se obtuvo la respuesta de las autoridades inglesas, en el sentido de que la decisión final quedaba en manos del cónsul, Mr. Stevenson, y el procónsul, Ángel Ojanguren. Ante la ausencia del primero, Ojanguren fue el encargado de comunicar la esperada autorización.Mientras tanto, se constituyó el Comité de Niños Vascos (Basque Children’s Committee), cuya misión era hacerse cargo de la organización de la expedición inglesa y preparar su acogida en los campos de verano de la costa sur de Inglaterra; ya en el destino, debía responsabilizarse de su cuidado y mantenimiento, así como de su distribución por las diferentes colonias. Este Comité -cuya presidencia quedaba en manos de la Duquesa de Atholl, apoyada por diferentes personalidades y organismos que ya estaban constituidos-, era igualmente responsable ante el Home Office y ante el Gobierno de Euskadi, de acuerdo con la condición precisa impuesta por las autoridades inglesas.Leah Manning podía sentirse muy satisfecha por el éxito obtenido en sus gestiones. Sin su gran interés, su habilidad organizativa, sus telegramas y declaraciones, los obstáculos levantados en Londres para recibir a los niños hubieran sido poco menos que insuperables. Culminados los preparativos, la expedición pudo partir de Santurtzi, a bordo del Habana, en la mañana del día 21 de mayo. La organizadora y guía de la misma era Leah Manning, y a sus órdenes estaban todos los expedicionarios: viajaron unos 3.861 niños (oficialmente, con edades comprendidas entre los 7 y 15 años), más de 200 emakumes, entre jóvenes maestras y auxiliares, además de 15 sacerdotes y varias enfermeras y médicos vascos. Llegaron a Southampton el sábado 22 de mayo, después de unas 36 horas de travesía. Con todo, el desembarco no terminó hasta el lunes siguiente, pues uno por uno fueron reconocidos tanto los niños como los adultos por los médicos ingleses.Cesión de su casa para coloniaYa en el destino, el recibimiento fue muy caluroso por parte del público de Southampton: miles de personas llenaban las calles por donde tenían que pasar los niños camino del campamento de Stoneham, Eastleigh, sur de Inglaterra. Después de pasar un tiempo allí, fueron trasladados gradualmente y en grupos a las diferentes colonias y casas de acogida que las organizaciones británicas les habían preparado por toda la geografía del país, en más de cien colonias. Los alojamientos preparados eran excelentes, en ocasiones en buenos colegios, grandes edificios y mansiones. Eran también buenas las condiciones sanitarias y alimentarias, en términos generales. En el aspecto educativo, las jóvenes maestras hicieron lo que pudieron, dada su falta de experiencia para tratar a los chicos y chicas mayores, así como su casi total desconocimiento del inglés.Las casas-residencia o colonias eran de diferentes tipos. Además de las casas del Ejército de Salvación, había residencias católicas y hogares de las Hermanas de Nazaret. Existían también colonias sostenidas por los comités locales de forma total o parcial; y las sostenidas por el comité central.En el libro ¡Salvad a los niños!, la colonia de Theidon Bois. Piercing Hill aparece incluida en el grupo de los centros sostenidos por los comités locales de forma total: establecida en el llamado Leah Manning Home y sostenida mayormente por la conocida organización London Teacher’s Association, acogió a unos veinte o 25 niños y niñas. El hermoso edificio donde se alojaron constaba de dos plantas: en la segunda se encontraban los dormitorios de los más pequeños, además de algunos mayores y el personal adulto formador. En la planta baja estaban la cocina, el comedor y la sala donde se reunían los del comité; un grupo de chicos dormían también en la misma planta.Tras la llegada de los niños el 27 de junio, en compañía del personal docente y auxiliar, mistress Manning intentó crear allí un verdadero hogar vasco, y en gran parte lo consiguió. Como recuerdan los propios chicos, el denominado Leah Manning Home for Basque Children era una bonita construcción, que disponía de amplios y bien cuidados espacios en su entorno. Según el testimonio de Flory Díaz, de 10 años de edad entonces, la vida en la colonia de Theidon Bois fue muy feliz: “(…) No recuerdo bien cómo llegamos desde el campamento, pero no he olvidado lo felices que fuimos. ¡Qué chalé! Con servidumbre como en las películas inglesas y el trato mejor no podía ser: cariño, muy bien comidos al estilo inglés, bien vestidos y nos daban clases de inglés. Los fines de semana llegaban las visitas, y entre ellas un grupo de exploradores que nos llevaban a la piscina y a Londres. No tengo palabras para decir el amor y la educación que nos dieron (…) Creo que tuvimos mucha suerte de poder estar en la colonia de Theydon Bois y además con mistress Manning”.Los niños de esta colonia fueron invitados a participar, con un grupo de ezpatadantzaris, en el gran festival del Folklore inglés, con exhibiciones de Morris Dances. Su éxito fue muy comentado. Desde finales de 1939, aproximadamente, se dio un perceptible cambio en cuanto a los aspectos económicos: a la colonia no llegaba ya el dinero en la misma medida que antes, y los chicos mayores tuvieron que salir a trabajar: lo que ganaban lo pasaban directamente a la colonia para ayudar a los más pequeños que no podían salir. Al igual que en el resto de las colonias inglesas, Theidon Bois quedó definitivamente disuelta al año siguiente. La repatriación se produjo hacia mediados de 1940.Problemas de saludLos niños estaban bien atendidos en materia de salud y alimentación, como se ha dicho; pero era casi inevitable que se produjeran algunos casos de grave enfermedad, en una población tan numerosa. Según un Informe del Comité de Niños Vascos (1938), en los dos primeros años de vida en Inglaterra fallecieron ocho niños y dos personas adultas al servicio de las colonias. De entre los primeros, tres murieron de tuberculosis, dos de meningitis, uno de un ataque al corazón, uno ahogado y otro de una enfermedad congénita.En cuanto a Leah Manning, una persona amable y activa, no pudo resistir mucho tiempo sin volver a la zona republicana; se sabe que a finales de 1937 se encontraba en Cataluña. Tuvo, sin embargo, grandes dificultades para entrar en España, una vez terminada la Guerra Civil: no obtuvo el correspondiente pasaporte para visitar el País Vasco y entrevistarse con los presos.
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