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lunes, 12 de marzo de 2018

La Oropéndola de la Cruzada

En lo que bien debiera ser un ensayo con respecto a la suerte final del Valle de los Caídos, en Iruñea se ha abierto un sano debate acerca de que hacer con la huella más obvia del triunfalismo ultraespañolista en la capital de todos los vascos.

Les convidamos pues a leer este artículo dado a conocer por Gara:


El sábado se celebró en Iruñea un primer encuentro de expertos en distintas materias para discutir cuál será el futuro del Monumento a Los Caídos, sin descartarse el derribo. Mientras desde la izquierda se debate si existe una posibilidad que excluya su demolición, en la derecha se activan distintas estrategias para conservarlo.

Aritz Intxusta

El Ateneo Basilio Lacort centra con acierto el debate abierto hoy sobre el Monumento a los Caídos: «Un genocidio como el del 36 pueden resignificarlo llamándolo Oropéndola, pero nunca dejará de ser un exterminio. Y su símbolo en Navarra seguirá siendo lo que siempre ha sido». Y es que por primera vez en Iruñea se debate en serio sobre qué debe hacer la capital de Nafarroa con el enorme edificio levantado en honor a los 4.500 muertos del bando golpista. Desde finales de 2016, el Monumento fue despojado de los restos de los generales Emilio Mola y José Sanjurjo, pero sus tumbas siguen ahí y ahora todas las posibilidades se han puesto encima de la mesa.

Mientras los del Ateneo en honor al periodista republicano apuestan sin ambages por la demolición con argumentos como «no hace falta ver un campo de concentración para odiar el fascismo», la derecha apura opciones para conservarlo tal cual y ayer su medio de referencia llevaba en portada que «expertos apuestan por mantener Los Caídos con cambios».

La información recoge lo que se discutió el sábado en una jornada organizada por el Ayuntamiento de la ciudad en la que tomaron parte distintos especialistas tanto en arquitectura y como en temas de memoria.

Más allá del sesgo con el que la derecha navarra recupera el debate que presentó Joseba Asiron, lo más relevante es que se avenga a participar en el debate. Así, quienes retorcieron la ley de Memoria Histórica para mantener el nombre Conde de Rodezno –en referencia al ministro bajo cuyo mandato se fusiló a unas 50.000 personas– ahora, a bien de conservarlo, entienden como posible solución convertir la cripta de Mola en cafetería para que así sea más funcional, como propone Olivia Muñoz-Rojas, experta en legados simbólicos totalitaristas.

En líneas generales, los expertos consultados apuestan por transformarlo y reaprovecharlo. Aun así, existe un consenso amplio en que el edificio no tiene valor artístico y que constituye más bien un estorbo arquitectónico para la ciudad y la plaza en la que se encuentra. Además, no todos los expertos quieren mantenerlo, como asegura la derecha. El juez Emérito del Supremo, José Antonio Martín Pallín, entiende necesario que hay que debatir sobre su derribo.

Pero más allá de su legado simbólico, volar Los Caídos supone un desembolso millonario para dejar únicamente un cráter en la Plaza de la Libertad. De ahí que el equipo de Joseba Asiron haya convocado un Concurso Internacional de Ideas para medir bien su siguiente paso.

La reacción de los ultras

El hecho de que se acepte que el Ayuntamiento deje en manos de la ciudadanía el futuro del mausoleo de Mola ha provocado que los nostálgicos del franquismo muevan ficha. Así, se ha creado una web de Amigos del monumento “Navarra a sus muertos en la Cruzada”, que es como se bautizó el edificio. En ella se desgañita contra la línea pragmática de “Diario de Navarra” un tal Fermín de Musquilda (alias de Fermín Garralda, caballero de hermandad que rinde culto a Mola).

Pero la oposición tajante a que se toque el edificio no se reduce a grupos residuales, pues toda la derecha navarra bebe de la misma fuente. También el gurú de UPN Patxi Mendiburu se ha lanzado a una campaña en favor del edificio y la cripta, rescatando fotografías y audiovisuales. Mendiburu fue uno de los intervinientes en el acto final de la manifestación por la bandera que congregó a 15.000 personas.

A la espera de conocer las ideas del concurso del Ayuntamiento, estos movimientos prueban que los distintos sectores de la ciudad entienden ya que el resultado del proceso abierto es irreversible y no se limitará a hacer que Los Caídos pase a llamarse Oropéndola.






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