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jueves, 10 de diciembre de 2015

Madrid Exonera a la Santa Inquisición

El afán revisionista por parte del régimen español no tiene límites.

Habiendo logrado edulcorar la figura de Francisco Franco distanciándola del fascismo genocida de Adolph Hitler y agradecidos por los colaboracionistas del continente americano que se han dedicado a "humanizar" el genocida y ladrón dominio colonial español con candorosas versiones metafísicas que hablan de "encuentros de culturas" y de "razas cósmicas" ahora se dan a la tarea de maquillar a una de las instituciones más letales que le ha regalado la gran España a la humanidad; la Santa Inquisición.

Lean este texto al respecto publicado en La Jornada:



Carlos Martínez García
Sí fue una institución que persiguió, torturó y asesinó, pero –argumentan sus defensores– nada más poquito. De vez en vez resurgen quienes justifican y minimizan los estragos causados por la Santa Inquisición y hasta tratan de convencer de que era un tribunal necesario para preservar el régimen español en el siglo XVI y XVII.

En el cotidiano español ABC, bajo la autoría de César Cervera, fue publicado el artículo “El mito de la Inquisición española: menos de 4 por ciento acababan en la hoguera”, el cual inicia de la siguiente manera: "Los inquisidores españoles aparecen representados en películas y novelas como sádicos fanáticos que hicieron de España el territorio más atrasado de Europa y quemaron a una cifra interminable de judíos, brujas, musulmanes y sobre todo protestantes".

Después del párrafo anterior el autor menciona que el número de víctimas mortales de la Inquisición española fue menor al arrojado por las guerras de religión del siglo XVI y siguiente. Para César Cervera “la propaganda inglesa, francesa y holandesa se encargó de exagerar algo que las ‘inquisiciones protestantes’ realizaban con todavía más violencia y en menos tiempo”. Las penas inquisitoriales iban de condenas a portar el sambenito por determinado tiempo, cárcel, expropiación de bienes, destierro y, en determinados casos, sentencia de muerte, a la que fueron llevadas no tantas personas, según el autor del trabajo que estamos citando: "El número de los que realmente fallecían a consecuencia del fuego era muy escaso. Buscando una cifra global de muertos, el número estaría en torno a los 5 mil-10 mil muertos durante los 350 años de existencia del tribunal, si bien Geoffrey Parker se atreve a concretar hasta los 5 mil muertos, lo que supone 4 por ciento de todos los procesos abiertos".

De acuerdo con César Cérvera, fue el que llama líder protestante, Guillermo de Orange, quien escribió propaganda contra la institución “cuando la Inquisición española adquirió su fama de tribunal monstruoso […]. En su Apologie, […] siente total indiferencia por los judíos, pero critica a la Inquisición por acosar a los protestantes españoles. Lo que Orange ignora, o quiere ignorar, es que este grupo fue minoritario”. ¿Y por qué era minoritario? Por la sencilla razón de que fue violentamente perseguido cuando se detectó su presencia. Hubo círculos protestantes en España, que surgieron por esfuerzos endógenos, que fueron extirpados por la Inquisición, que lo mismo condenó a muerte a hombres y mujeres, ya fuese mediante la hoguera o garrote vil.

La Apología, de Guillermo de Orange, es de 1581. Muy anterior a esta, de 1567, es Artes de la Inquisición española, de Reinaldo González Montes, donde se describen las acciones persecutorias inquisitoriales. Este libro fue reditado en 2008 por Editorial Mad, en Sevilla, y contiene un amplio estudio introductorio de Francisco Ruiz de Pablos. Algunos especialistas en esta obra la han vinculado con el ex monje jerónimo, convertido al protestantismo, Casiodoro de Reina, en tanto otros sostienen que no es posible desentrañar al verdadero autor, quien decidió publicar Artes... bajo un seudónimo. Casiodoro de Reina huyó del convento de San Isidoro del Campo, situado en la provincia de Sevilla, junto con otros 12 monjes en 1557 para escapar de la Inquisición. Reina publicaría en 1569 su traducción española del Antiguo y Nuevo Testamento, conocida como Biblia del Oso.

Otro español, Juan Pérez de Pineda, integrante de núcleos protestantes en Sevilla, salió de España en 1550 o 1551. Tradujo el Nuevo Testamento al español y lo publicó en 1556. "En el segundo gran auto de fe que se celebró en Sevilla el 22 de diciembre de 1560, fueron quemados 14 en persona, tres en estatua y 34 penitenciados. De las tres estatuas la una fue la del doctor Egidio [cuyo cadáver además había sido desenterrado], y las otras dos la del doctor Constantino Ponce de la Fuente, y la del doctor Juan Pérez [de Pineda]" (Enrique Fernández y Fernández, Las biblias castellanas del exilio, Editorial Caribe, 1976, pp. 83 y 84). Pérez de Pineda hizo publicar en 1560 su Epístola para consolar a los fieles de Jesucristo, que padecen persecución por la confesión de su nombre (una edición reciente es la de Editorial MAD, Sevilla, 2007). La también conocida como Epístola consolatoria fue redactada por Pérez de Pineda con el fin de animar a las células protestantes sevillanas, ya que algunos de sus integrantes en 1559 fueron encarcelados y 21 arrojados a la hoguera.

La crueldad de la Inquisición no fue un invento de Guillermo de Orange, sino una atrocidad cuyos mecanismos describieron bien españoles que sufrieron persecución y quienes para salvarse de la pena de muerte debieron huir de España.

El daño de la Inquisición a España y a sus posesiones en lo que vino a ser América Latina fue haber desarrollado durante siglos una pedagogía del terror, la que inhibió en la época colonial la circulación e intercambio de ideas distintas a las permitidas por el organismo sancionador. Si a distintos analistas les parece que el número mortal de víctimas es bajo, o justifican tal número comparándolo con uno mayor alcanzado por otras inquisiciones, o sus similares en otras partes de Europa, entonces están minimizando los devastadores estragos culturales dejados por un régimen persecutorio cuya meta era uniformar religiosa e ideológicamente a las sociedades iberoamericanas.



Sádicos fanáticos, como los que realizaron santos oficios en Intxaurrondo.





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