Ya les compartíamos una entrada con respecto a la presentación de Sortu como el nuevo partido político conformado por la izquierda abertzale. Pues bien, aquí les presentamos una entrevista con Hasier Arraiz que nos han hecho llegar desde Resumen Latinoamericano:
«Sortu nace con todo el bagaje y el capital político de la izquierda abertzale, pero no es Batasuna»
Hasier ArraizPresidente del Consejo Nacional de Sortu
Hasier Arraiz (Gasteiz, 1973) preside desde ayer el Consejo Nacional de Sortu, convirtiéndose en el cargo político más importante de la izquierda abertzale, aunque la pretensión del nuevo partido sea llevar una dirección colegida y que el máximo de militantes participen de la toma de decisiones, aunque eso implique un mayor compromiso de toda la estructura y pueda tener algún tipo de peaje en la agilidad del funcionamiento interno.
Iñaki Iriondo
Es difícil definirse a uno mismo y más si la pregunta se plantea a bocajarro al inicio de la entrevista. Hasier Arraiz se presenta como «un militante de la izquierda abertzale, bastante desconocido en el ámbito público pero...», pero reconocible de puertas para adentro. Lleva militando «más de media vida en diferentes estructuras políticas» y lo que le llevó a dar el paso es «probablemente la misma razón que en cualquier parte del mundo impulsa a cualquier persona a militar en una organización revolucionaria».
El hecho de que sea la persona más joven al frente de un partido, ¿tiene una lectura política?
En la izquierda abertzale estamos intentando hacer un relevo generacional. Ha habido personas reconocibles en los últimos tiempos pero la ilegalización ha supuesto un paréntesis que ha hecho que personas que estaban trabajando internamente sean casi desconocidas a día de hoy. En el Congreso, ese relevo se ha hecho visible. Es un relevo parcial pero no es gente que venga de la nada, sino que ha estado trabajando en los diez últimos años.
También hay dirigentes muy identificables, que pueden llevar a que se diga que Sortu es lo mismo que Batasuna...
La izquierda abertzale ha tenido pocas oportunidades de hacer relevos ordenados, y es lo que pretendemos ahora. La mayoría se han producido a causa de la represión. Evidentemente, Sortu no nace de la nada. Va a ser la organización política principal de la izquierda abertzale y nace con todo ese bagaje y todo ese capital político. Pero no somos Batasuna. Pensamos que para nuevos tiempos hacen falta nuevos instrumentos. Sortu es fruto de un cambio estratégico en la izquierda abertzale y pretende ser el instrumento para llevar ese cambio a toda su extensión. Estamos, además, en un momento de crisis general, también de crisis de política, y hay que aprovechar esto para cambiar la forma de hacer política. Y Sortu pretende representar una nueva forma de hacer política. En lugar de como un partido convencional, queremos estructurarnos como un movimiento político integral.
¿Cuál es la diferencia?
Hay varias. Una es la democracia interna. Planteamos una nueva forma de funcionar, que las principales decisiones no las tome el Consejo Nacional, sino que convoque a la Asamblea Nacional, es decir, que las decisiones que en otros tiempos las hubiera tomado 22 personas, ahora las tomen 450. Eso nos llevará a reunir a la columna vertebral de Sortu en bastantes ocasiones. Es difícil, porque va a exigir un mayor compromiso a muchos más militantes, que a veces tendrán que reunirse con cierta urgencia para tomar una decisión. Otra diferencia es que Sortu no va a ser un partido que actúe solamente para y desde las instituciones como los partidos convencionales; tiene que haber una relación dialéctica entre las instituciones -donde estamos y vamos a seguir estando, porque hay mucho por hacer- y el movimiento popular. Desde esa dialéctica creemos que es posible crear un contrapoder como pueblo frente a los estados y el sistema capitalista.
¿Cómo puede participar la ciudadanía en Sortu?
Lo decidido en las asambleas es que va a haber dos niveles de participación, la base social y los militantes, entendiendo por militante a toda aquella persona que participa en cualquier órgano interno de Sortu, sectorial o territorial, incluidas las asambleas locales. Y queremos que el mayor número de ellos adquieran otros compromisos, como el pago de una cuota.
La financiación de los partidos y los sueldos están muy cuestionados. ¿Cuáles son los criterios en este terreno?
En el ámbito de la financiación pretendemos no depender de las instituciones, para lo que necesitamos en mayor número de sortukides, porque sus cuotas nos pueden garantizar la independencia económica. Al margen están las aportaciones que vienen de los cargos electos. En Sortu planteamos que no haya diferencias salariales entre los diferentes cargos liberados del partido. (Arraiz hizo público recientemente que de los 73.007 euros que recibe del Parlamento, entrega 42.191 al partido. En neto, cobra 14 pagas de 1.500 ¤).
Hay muchos miembros de la dirección de Sortu, usted mismo, que están pendientes de procesos judiciales. ¿Cómo afecta eso a nivel tanto personal como organizativo?
El diseño que se hizo fue elegir a las personas al margen de los criterios represivos del Estado. Pero a la hora de confeccionar todos los equipos, tanto nacionales como de herrialde, sí hemos procurado poder asegurar que, si cualquier persona deja de estar en su puesto en un momento dado, exista un relevo adecuado.
¿Creen que persiste el peligro de ilegalización?
Advertimos que ahora mismo en el Estado español hay un ambiente de involución política general que afecta también al desarrollo de la resolución del conflicto. Ahora el PP está en una fase de negación del conflicto en el que no va ni para adelante ni para atrás, pero hay sectores que presionan para que haya un giro involucionista. Por tanto, no podemos hablar de que se haya superado el periodo de excepción en Euskal Herria y todavía hay un peligro de ilegalización. En concreto, quisiera mencionar que a día de hoy miembros de lo que va a ser la nueva organización juvenil de la izquierda abertzale están sufriendo graves episodios de persecución judicial que nos hacen temer lo peor.
La Comisión Internacional de Verificación ha vuelto a estar esta semana en Euskal Herria y constata una situación de estancamiento. Plantea que se den pasos en desarme, presos y víctimas. ¿Cree Sortu que ETA debería dar pasos unilaterales sobre desarme?
La metodología debería ser la marcada en Aiete, que haya un diálogo de los gobiernos español y francés con ETA para posibilitar un desarme, y un desmantelamiento ordenado de las estructuras militares de ETA, una vez que esta organización ha manifestado públicamente su predisposición a ello. No entendemos la posición del Estado de no admitir ese diálogo y ese desmantelamiento ordenado. Vemos que igual que hay sectores importantes de la derecha española que no quieren cerrar el ciclo de la ilegalización, también son muy reticentes al avance en cualquier ámbito del proceso de resolución y que no les interesa que haya pasos por parte de ETA.
En materia de presos se achaca a la izquierda abertzale que esté buscando una amnistía general que dicen imposible. ¿Es esa la posición de Sortu?
De cara a la resolución integral del conflicto, para nosotros es una prioridad la vuelta a casa de todos los presos y refugiados políticos vascos. ¿Significa eso que tienen que venir todos el mismo día y a la vez? Creemos que a día de hoy eso no es factible. Tiene que ser fruto de un movimiento progresivo que, seguramente, tendrá que empezar con que primero los traigan a todos y todas a prisiones de Euskal Herria y que posteriormente se les vaya dando salida de una forma escalonada y dinámica.
Achacan a la izquierda abertzale que para la legalización de Sortu ha cumplido una serie de exigencias y no deja que los presos hagan lo mismo...
Sortu es dueña de sus propias decisiones y al Colectivo de Presas y Presos le corresponde las suyas. Ellos y ellas están haciendo sus debates y tendrán que decidir qué van a hacer y cómo lo van a hacer. También es palpable la predisposición del Colectivo de Presos y Presas a dar pasos para contribuir a la resolución integral del conflicto; es decir, no solo a su propia situación, sino al conflicto en su totalidad.
En el apartado de víctimas, ¿cuál es la posición de Sortu?
El reconocimiento del dolor de todas ellas.
El resto de partidos han criticado mucho que ETA haya pedido disculpas solo a las víctimas no relacionadas con el conflicto...
Es importante entender que ETA es una organización armada que durante décadas ha mantenido un enfrentamiento militar con otro tipo de estructuras y sitúa la confrontación en esos términos. ETA habla como una organización armada del reconocimiento a las partes no combatientes. Con otras palabras, es poco más o menos lo que expresó el IRA en la resolución del conflicto en Irlanda. Nos sorprende que lo dicho por ETA no lo valoren como una aportación positiva en el camino del reconocimiento del daño causado. Y nos preocupa que detrás de eso esté la interpretación que está haciendo el Gobierno español, y al que parece ir sumándose el PNV, de que aquí no ha habido un conflicto político, que ETA no es consecuencia de dicho conflicto, sino que hay unos buenos y unos malos. Ese simplismo nos lleva a una lectura de vencedores y vencidos con la que es imposible la resolución de ningún conflicto.
¿Cómo se puede mover al Gobierno español?
Quien tiene la llave para abrir todas esas puertas es la sociedad vasca con su movilización y presión. Y hay que empezar a presionar a los agentes políticos de Euskal Herria, para que estos a su vez presiones al Estado español. El Gobierno puede estar bastante cómodo si agentes vascos importantes con responsabilidades institucionales, como por ejemplo el PNV, no le presiona en absoluto para que participen activamente en la resolución del conflicto.
El PNV suele reprocharles que siempre les pidan cosas a ellos y ustedes no hagan nada...
A estas alturas, decir que la izquierda abertzale no ha hecho nada en la vía de la resolución del conflicto es faltar a la verdad e insultar a la gente de Euskal Herria.
¿Qué relación quiere tener Sortu con el PNV?
Diferente a la que existe a día de hoy. Lo fundamental no es que existe una pugna por la hegemonía político-institucional, que es la lectura que hace el PNV; lo que hay es una pugna por la hegemonía del pensamiento. El PNV abandera la idea de que hay que unir fuerzas para mantener lo que tenemos como está. Lo que Sortu plantea es que hay que unir fuerzas para alcanzar la soberanía de Euskal Herria. Creemos que la crisis económica y del modelo del Estado lleva a que sea nuestra posición la que se vaya a hacer más fuerte con el tiempo. Por eso no entendemos por qué el PNV se resiste a abandonar el territorio en el que está. Para avanzar, habrá que llegar a acuerdos con el PNV, y esperemos que con otros sectores, en torno al derecho a decidir.
¿Y la relación con el PSE?
En esta materia el acuerdo es difícil porque el PSE acaba de tomar decisiones que excluyen el derecho a decidir. Puede haber coincidencias a corto plazo en el modelo socioeconómico, aunque limitadas porque pretende solo el maquillaje del sistema. En todo caso, también hemos detectado que hay puntos en los que el PSE se acerca a EH Bildu para hacer una oposición virtual con el fin de hacerse valer y luego llegar a los acuerdos fundamentales con el PNV.
¿Qué plantea Sortu ante la actual situación económica?
Nuestro objetivo es hacer una revolución democrática nacional, hay que hacer un cambio radical y construir nuevas alternativas y llevarlas a todos los ámbitos de la sociedad. Hay que acabar con la dictadura de los mercados, que tiene a la política como rehén del capital financiero. Hay que poner la política al servicio de la ciudadanía para satisfacer sus necesidades y sus derechos, invertir las prioridades económicas actuales.
¿Cómo se consigue eso?
La vanguardia de ese movimiento no puede estar en las instituciones, tiene que estar en la calle. Y Sortu estará en la calle, en todos los espacios de lucha, para dar la vuelta a esa situación. Y Sortu estará también en las instituciones, dentro de EH Bildu, para poder implementar todos esos cambios que tienen que venir desde fuera de las instituciones y regenerar la vida política y social de este país.
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