Catalunya y Euskal Herria continúan a la vanguardia de la defensa de los derechos de su ciudadanía a la autodeterminación, con Irlanda y Escocia actuando como escoltas en la exigencia de que la Unión Europea cumpla con las expectativas y conviertan al continente en la Europa de los pueblos.
Pero dentro del estado español hay otras demandas por el respeto a la identidad, los derechos políticos y el legado histórico de las naciones sin estado, tal es el caso de los canarios (guanches), los gallegos (galegos) y los andaluces.
Sin más preámbulo, les compartimos este texto publicado en La Jornada:
Joan Martínez Alier
En recuerdo de Blas Infante
España se desintegra sin haber digerido la historia del franquismo y con un monarca borbónico que se comporta como tal. No hemos sabido construir un Estado federal o confederal. El franquismo descerebró a varias generaciones de españoles con la gloriosa consigna de España, una, grande y libre. España se desintegra por efecto de la crisis económica y de la cerrazón, no ya de la derecha patriótica posfranquista del PP, sino de los socialistas.
Cuando en Cataluña, en la transición (tras la muerte de Franco en 1975), se reclamaba un estatuto de autonomía, se añadía siempre la siguiente cláusula (aceptada entonces por socialistas y comunistas): Como paso al libre ejercicio del derecho de autodeterminación. Los partidos comunista y socialista apoyaban los estatutos de autonomía y también, en teoría, el derecho de autodeterminación, pero reinaba la ambigüedad sobre quién se autodeterminaría. La izquierda española no sabía (como dejé escrito en Cuadernos de ruedo ibérico) si la autodeterminación la ejercería cada región autónoma por sí misma (Euskadi, por ejemplo) o si se precisaba el acuerdo del conjunto de los españoles. Y en la Constitución de 1978 cayó fuera el derecho de autodeterminación. Expulsado, que no se hable. Ni derecho de autodeterminación ni sólo una constitución federal. Eso fue decisión de la derecha, pero también del PSOE de Felipe González.
Tres ciudadanos ibéricos confederalistas de cierto peso habían sido Anselmo Carretero (pensador de León y Castilla, largos años exiliado en México, militante del PSOE, con una visión de España como nación de naciones); Blas Infante, el notario andalucista asesinado por los franquistas en 1936, autor del hermoso himno andaluz (Andaluces levantaos, pedid tierra y libertad); el republicano y nacionalista gallego Castelao, muerto en el exilio en Buenos Aires en 1950. Los tres recibieron elogios, Carretero en vida, los otros dos ya póstumos, pero su influencia no logró que la izquierda española propugnara una constitución distinta en 1978, una constitución que no hable tanto de la indisoluble unidad de la patria española y que no amenace a las autonomías rebeldes con los militares, como en el actual artículo ocho.
Ni Anselmo Carretero ni Blas Infante ni Castelao eran catalanes o vascos. Tenían seguidores, había una tradición federal y hasta confederal en toda España. Una vez muerto Franco, había posibilidades, contando también con el valencianismo republicano federalista, de haber ido hacia una constitución confederal que pudiera acomodar a vascos y catalanes para siempre. El PSOE y también el Partido Comunista de Santiago Carrillo prefirieron la reconciliación con los posfranquistas, incluyendo el monarca, que es una herencia franquista.
Tiene Andalucía monumentos muy merecidos a Blas Infante como padre de la patria andaluza, un muerto más de 1936, arrojado a la cuneta por la represión franquista, como García Lorca y tantísimos otros. El PSOE, que ha gobernado Andalucía desde las primeras elecciones, le ha honrado solemnemente, ha tomado su Himno de Andalucía como himno oficial (aunque olvidó hacer una reforma agraria por mucho que cantando pidan tierra y libertad).
El PSOE celebra a Blas Infante, pero no ha entrado en la defensa de una confederación hispánica ni del derecho de autodeterminación, ni va a entrar mientras tenga a Rubalcaba al frente. Vean lo que escribía Blas Infante en 1919, y cuán oportuno es: “¡Qué tristeza! ¡Y aún hay andaluces españolistas! ¡Andaluces que ante las ansias libertadoras del pueblo catalán gritan con inconsciencia imbécil: La unidad de la patria! Nos dirigimos a vosotros, andaluces de verdad; andaluces de verdad, porque es este título expresivo de agobiadores sufrimientos…”.
De ahí que el Parlamento catalán, en 2013, proclame una vez más que el pueblo catalán es soberano para ejercer su derecho de autodeterminación y anuncie un referéndum o consulta para 2014 o cuando se pueda. No se sabe aún la pregunta. Seguramente será si los catalanes quieren constituirse como un Estado más de la Unión Europea o si prefieren quedarse en España como están o tal vez si desean una hipotética España federal o confederal. Imagínense las respuestas. Y como en Madrid se las imaginan también, veremos qué harán para impedir la consulta o referendo.
A esta España que se desintegra por suerte la va a recoger en sus diversos pedazos la Unión Europea. Una Europa que nació de la derrota de los fascismos en 1945 y de la vergüenza de tanta barbarie entre europeos.
Hay quien pregunta harto de política: y si Cataluña se separa, ¿en qué liga jugará el Barça? Pues en la Liga de la Federación Futbolística Ibérica, contra el Bemfica, el Porto, el Bibao, el Valencia, el Sevilla y, por supuesto, el Madrid.
* Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, coordinador del proyecto EJOLT. Autor de El ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración.
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