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jueves, 1 de diciembre de 2011

Palabra de Terrorista




A últimas fechas hemos estado expuestos a una inmisericorde ráfaga de idioteces por parte de los mercenarios cagatintas al servicio del Ministerio de Propaganda Franquista, pero consideramos que de todo lo leído hasta ahora lo más execrable tiene que ser esto, publicado en la página de un medio denominado El Comercio, aquí les van fragmentos:

Amaiur –nombre de un pueblo vasco-navarro--, enfrenta un amargo dilema. De un lado ese pasado criminal al que renuncia porque la banda está derrotada, y en el otro sus casi 700 militantes presos, muchos sirviendo larguísimas condenas. ¿Cómo liberarlos? El código penal, en algunos casos, ante manifestaciones genuinas de arrepentimiento, permite ciertas medidas de gracia, pero no parece que el brazo político de ETA hará tales concesiones morales. Al contrario: exige dialogar con Francia y España para preparar la independencia de la gran patria vasca.
¿Qué hará Amaiur? Seguramente presionar al gobierno de Rajoy con manifestaciones callejeras y mediante apoyos internacionales que demanden del nuevo gobierno una amnistía para los presos. No le será difícil reclutar a los argentinos Alfredo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, o Hebe de Bonafini, la líder más vistosa (y lamentable) de las Madres de la Plaza de Mayo; a los del Socialismo del siglo XXI, como Hugo Chávez, negado a extraditar al etarra Arturo Cubillas; el presidente nicaragüense Daniel Ortega, muy cercano a los terroristas vascos desde la lucha contra Somoza durante los años setenta del siglo pasado, o el gobierno cubano, que en el 2000, en Panamá, fue el único estado iberoamericano que pública y arrogantemente rechazó suscribir una declaración internacional contra la banda terrorista.
¿Se mantendrá firme Rajoy? Creo que sí. El razonamiento prevaleciente en la sociedad española es muy simple: mientras la ETA no entregue las armas y se arrepiente y pida perdón públicamente por esa historia criminosa, es impensable la reconciliación y el olvido. Lo único honorable es la aplicación de la ley a rajatabla. Como señaló el ex presidente Aznar: “perdieron y no hay por qué negociar”.


Pues nada más y nada menos que el vermiforme Carlos Alberto Montaner, el impostor que se hace pasar por periodista y  a quien recurren Washington y Madrid cada vez que hay que enlodar a algo o a alguien. No nos olvidemos que apenas en enero su compinche Orlando Bosch dejó bien en claro la participación de Montaner en el fallido acto terrorista que iba a ser llevado a cabo en París en contra de Ramiro Valdés Menéndez.

Ahí se las dejamos de tarea, un sicario anticubano lustrando las botas de Rajoy y Aznar al tiempo que vomita idioteces en contra de gente pulcra como Alfredo Pérez Esquivel y Hebe de Bonafini.



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