Esta nota acerca del material discográfico de colaboraciones de Kepa Junkera titulado Kalea en la que el trikitixalari invitó a cantantes latinoamericanos a cantar canciones tradicionales de Euskal Herria ha sido publicada en Google News:
La conexión vasca no solo en Perú sino en toda Latinoamérica ha estado presente por quinientos años, por más que propios y extraños minimicen este hecho.
Ahora, lo importante es que producciones como esta sean dadas a conocer en todo el mundo pues el euskara se encuentra una vez más sujeto a un ataque despiadado por parte de Madrid; el caso Egunkaria, el recorte a los presupuestos de las ikastolas y el recrudecimiento de la campaña mediática que desinforma diciendo que el "nacionalismo vasco" es un peligro para el castellano no son mas que la proverbial punta del iceberg de una estrategia de desculturización que lleva siglos siendo implementada tanto por el estado español como por el francés.
Así que dejemos de lado el tema de un Kepa Junkera que a pesar de ser el artista vasco con más ventas alrededor del mundo tuvo el atrevimiento de solicitar ayudas económicas al anterior gobierno de Lakua.
Kepa Junkera pone a cantar en vasco a dos peruanas
La música no tiene fronteras, pero a veces genera extrañas coincidencias, como poner a cantar en euskera a dos mujeres peruanas que jamás habían tenido contacto alguno con la música ni la cultura vascas y a las que Kepa Junkera pidió colaborar en su último disco.
Parece simple, pero Susana Baca tuvo que pedir la ayuda de un viejito vasco radicado en Lima para saber qué quería decir la letra de su canción y cómo poderla pronunciar con cierta dignidad. Lo mismo hizo Pamela Rodríguez.
Todo empezó cuando Junkera decidió hacer Kalea, un disco con canciones vascas tradicionales interpretadas por voces latinoamericanas, y llamó a amigos y conocidos de Cuba, México, Argentina y Perú, entre otros países, para invitarles a cantar 24 composiciones.
De Perú, el músico vasco eligió a una cantante consagrada en su país y en el extranjero, como es Susana Baca, pionera e investigadora de la música afroperuana -con la que había coincidido en algún concierto colectivo-, y a una joven que ni siquiera conoce y que recién empieza, como es Pamela Rodríguez.
Uno se imagina esos discos de colaboraciones con enormes reuniones de artistas grabando juntos en un tremendo estudio de música, pero la música hoy en día viaja por internet: Susana y Pamela recibieron las propuestas de Junkera, las grabaron con su propia voz y las devolvieron para la labor de post-producción, sin siquiera haberse encontrado.
El músico vasco dio dos canciones a elegir a Susana Baca, y ella se quedó con "Loa loa" (sueño sueño), una nana que la arrulló, aun sin saber qué significaban esas palabras.
Claro que Susana Baca quiso saber de qué hablaba la canción, y no se le ocurrió mejor idea que acudir al Centro Vasco de Lima, donde un venerable anciano llamado Jon Guarrochena le tradujo esta canción infantil tradicional.
Guarrochena, que hoy tiene 75 años y lleva 43 radicado en Lima, aún conserva el acento vasco y no se pierde las reuniones de cada jueves en el Centro Vasco, pero reconoce que es la primera vez que le toca participar en algo así: meterse en un estudio y corregir a la cantante para que su dicción sonara inteligible.
La experiencia de Pamela Rodríguez es distinta, pues ella llegó al inquieto músico vasco de la mano de un productor que ha trabajado para ambos, Greg Landau, como cuenta Pamela.
La enorme suerte de Pamela, que es de los artistas menos conocidos del disco de Kepa, es que la canción que ella canta, "Aita San Antonio", ha sido elegida por la disquera del músico vasco como tema promocional de este su último álbum.
Pamela explica que primero se sintió honrada por cantar en un mismo disco junto con intérpretes como Juanes, Pablo Milanés, Lila Downs o Susana Baca, pero luego sintió vértigo al saber que debería cantar en euskera.
E hizo lo mismo que Susana Baca: buscar a un vascohablante en Caracas, donde reside, y pedirle una mano con la traducción y la pronunciación de la canción que le tocaba interpretar.
"Quería entregar algo muy bien hecho, mi reto y mi ambición artística es que si alguien vasco lo escucha piense tal vez que quien canta es vasca", recuerda Pamela en una entrevista en Lima, su tierra natal en la que está promocionando su último disco.
Kepa Junkera dijo a Pamela: "Haz lo que quieras con esta canción", y así lo hizo, sin ella saber que más tarde esa canción se mezclaría con las percusiones de los brasileños Barbatuques.
"Todo lo hemos hecho a través de la red, de manera muy contemporánea, pero hoy en día las comunicaciones trascienden el espacio físico", reflexiona Pamela.
El disco ha tenido también una conexión sentimental para Pamela, pues le ha servido para rastrear los orígenes vascos de su abuela materna.
No es de extrañar, pues Jon Guarrochena, que ha hecho sus propias investigaciones, señala que en la región de Lima hay no menos de 3.000 apellidos vascos.
La conexión vasca estaba servida y Kepa Junkera la descubrió.
La conexión vasca no solo en Perú sino en toda Latinoamérica ha estado presente por quinientos años, por más que propios y extraños minimicen este hecho.
Ahora, lo importante es que producciones como esta sean dadas a conocer en todo el mundo pues el euskara se encuentra una vez más sujeto a un ataque despiadado por parte de Madrid; el caso Egunkaria, el recorte a los presupuestos de las ikastolas y el recrudecimiento de la campaña mediática que desinforma diciendo que el "nacionalismo vasco" es un peligro para el castellano no son mas que la proverbial punta del iceberg de una estrategia de desculturización que lleva siglos siendo implementada tanto por el estado español como por el francés.
Así que dejemos de lado el tema de un Kepa Junkera que a pesar de ser el artista vasco con más ventas alrededor del mundo tuvo el atrevimiento de solicitar ayudas económicas al anterior gobierno de Lakua.
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