Este es el comentario de Daniel C. Bilbao con respecto al texto de la Fundación Euskaria publicado en Gara:
El breve artículo contiene unas inevitables generalizaciones, pues se trata de una presentación de un charla en la que esos asuntos se profundizarán, pero creo que es necesario señalar uno de los tópicos que se repite con cierta asiduidad y es "casi" una mentira: «Existe hoy una diáspora vasca procedente de esos diversos periodos que está organizada y quiere ser activa en los procesos abiertos», dice la gacetilla. En la Argentina, al menos, esto no es así, o al menos, merece ser aclarado. ¿Cuál es la «diáspora organizada»?
Debemos suponer que se habla de la que se halla regimentada en las euskaletxeas por la ley del PNV, la Nº 8, por los estatutos, los usos y las costumbres que prohíben la «actividad política». El anatema contra la "actividad política" lleva décadas pesando sobre la colectividad "organizada" . Le cae ideológicamente bien, porque las políticas socialmente excluyentes aplicadas durante décadas diseñaron un cuerpo social compuesto mayoritariamente por clase media y alta que, en nuestro país, supo defender el "apoliticismo".
La federación que agrupa a los centros vascos decía en sus estatutos que las euskaletxeas debían ser "apolíticas". La gran mayoría de los directivos de euskaletxeas abominan de la política dentro del centro vasco, porque "divide". Entonces ¿en qué ambitos "organizados" la diáspora participa o quiere participar?
En los últimos años, han habido decenas de vascos caídos en la lucha por la libertad, decenas de familiares de los presos murieron a causa de la dispersión, miles de vascos pasaron por las cárceles y se suicidaron en ellas, o murieron dentro o se suicidaron a poco de salir. Cientos de vascos han sido torturados brutalmente y privados ilegalmente de su libertad. Miles han debido irse al exilio.... Y a esta "diáspora organizada" no se le movió un pelo. Ni uno. No fue capaz de organizar ni una comisión de solidaridad. No fue capaz de generar un movimiento para defender los derechos de los vascos. Esta "diáspora organizada" no hace política, por lo tanto, muy mal puede participar en "los procesos abiertos", como dice el artículo citado.
En esta misma lista ha habido diasporeros que se ufanaban de que en los centros vascos "no se hace política". Lo ven como un gran mérito. Desde ya que no importa que el PNV utilice las euskaletxeas para hacer sus reuniones partidarias y use toda esa infraestructura para hacer su política. Y más aún, en cuanto apareció un grupo de vascos que discrepa con este mentiroso apoliticismo, inmediatamente le colgaron el sanbenito de "batasuno", divisionista, etc. O sea, sería más correcto decir que en la diáspora hay intentos, búsquedas de participación e implicaciones de tipo individual, pero no existe "diaspora organizada" que quiera participar. Los arrestos anuales que alarman a la Junta Extraterritorial del PNV constituyen sólo la demostración de la existencia del vacío, de la necesidad de contar con una "diáspora organizada" que se comprometa y participe. Hasta ahora no ha pasado de ahí, por más bulla que alguno haya metido con sus artículos provocadores, con sus denuncias.
Una prueba contundente es la reciente exhortación del PNV de Argentina a dejar de lado la política en las euskaletxeas y la respuesta que Bilbao dio a esa declaración. Ambos textos fueron profusamente distribuidos, pero fue como haber lanzados panfletos en un cementerio. No hay vida. Nadie se sintió tocado, molesto, de acuerdo, enojado, indignado o satisfecho de que se dijera tal o cual cosa. Nada.
La "diáspora organizada" no dice nada, porque no hace política. O porque no quiere poner en peligro la subvención. O por lo que fuera, ya no importa. Algunos impulsan la idea de que la diáspora se comprometa y participe, pero son muchos años con cada cual cuidando su propia quintita, haciendo su trabajo, el mismo durante décadas y que seguirán haciendo por un siglo más sin que ello modifique nada y le reporte un ápice de beneficio al pueblo vasco, sólo a un partido de gobierno que medra con esa infraestructura mantenida con la plata de los ciudadanos de la CAV y el esfuerzo conmovedor, ingenuo o interesado de unos pocos.
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