Esta entrevista ha sido publicada en Deia:
«Ahotsak es una esperanza para no retroceder en el proceso»
Amaia Artetxe | Bilbao«El testimonio es lo que empuja a los gobiernos a actuar en uno u otro sentido»Carmen Magallón | Autora de "Mujeres en pie de paz"
La tarea habitual de sostenimiento de la vida y su relativamente reciente integración en el mundo de la política son dos de las claves que explican la forma diferente que tienen las mujeres al abordar los conflictos y sus posibles soluciones. Así lo expresa Carmen Magallón, actual directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz del Centro Pignatelli de Zaragoza y vicepresidenta de la Asociación Española de Investigación para la Paz. Ayer, Magallón visitó Bilbao para presentar en la sede de Koopera su cuarto libro, "Mujeres en pie de paz", en el que estudia el papel femenino en la resolución de los conflictos a lo largo y ancho del mundo.
¿Conoce el movimiento femenino surgido en Euskadi en apoyo del proceso de paz Ahotsak?
Conozco la iniciativa y fue un descubrimiento, porque vi unas mujeres que, de manera espontánea, tuvieron una actitud, una iniciativa que encaja dentro de este legado en el que las mujeres son las primeras en dar pasos para unir a grupos que están enfrentados, son las primeras en saltar las barreras físicas y psicológicas, como ya han hecho otras antes en el caso de Chipre o en el de Palestina e Israel.
Habla de dar el primer paso, pero en Euskadi fue necesario la apertura del proceso para la configuración de este colectivo femenino de defensa de la paz. ¿No puede entenderse así que los hombres habían tomado la delantera en esta ocasión?
Las cosas surgen cuando surgen. Es difícil decir que se llega tarde. Si es algo positivo, bienvenido sea. Tal vez antes era más difícil dar este paso, porque ahora, en este momento, hay una visión compartida de que se trata de una oportunidad de zanjar el conflicto. La existencia de la tregua es una oportunidad para afianzar y para caminar hacia una solución al conflicto y al fin de la violencia. Por tanto, no creo que sea tarde; estamos en un momento en el que es muy importante que no se deje retroceder en el proceso y, en ese sentido, este movimiento es una puerta a la esperanza de que sea así.
¿Por qué parece que las mujeres nos ponemos de acuerdo antes?
Es por esa tradición de sentirnos extrañas a las formas de hacer. Estamos en política desde hace 40 ó 50 años, no es lo mismo que estarlo desde el principio, como los hombres. Por eso nos sentimos como unas recién llegadas. Somos extrañas al orden socio-simbólico que hay y ajenas a esa forma de hacer.
¿Cuáles son los pasos que debería dar Ahotsak?
Yo no voy a decir lo que tienen que hacer, porque me parece un poco pretencioso. Puedo hablar de lo que han hecho otros grupos en situaciones semejantes, aunque cada una de ellas es distinta. Por ejemplo, lo que han hecho y hacen mujeres de Israel y Palestina: hablar entre ellas y, al hacerlo, intentar demostrar que pueden vivir juntas. Fueron las únicas capaces de organizar una campaña que se llama "Compartir Jerusalén" para crear en una misma ciudad dos capitales para dos Estados y han sido capaces de realizar otras iniciativas demostrando que pueden convivir. Otra de las cosas que normalmente hacen es decir a los miembros de su grupo que no están de acuerdo, que tiene que haber otra forma de salir del conflicto, que hay que abandonar la violencia. Ese discutir dentro del grupo, ejercer de "lobby", es importantísimo. Tenemos una legitimidad que viene de la exclusión en la que hemos estado sumidas y, por tanto, eso nos hace ser descreídas en torno a los argumentos que utilizan muchos hombres en la política o en los grupos violentos. Hay mucho machismo en ciertos modos de hacer, tanto en unos grupos como en otros, cuando se defiende que tiene que ser la violencia, la imposición o la dominación el camino a seguir. No. Las mujeres sabemos que hay otras formas.
¿Ésa es la perspectiva de género en la construcción de la paz?
La perspectiva que nace de las mujeres hace visibles las tareas que realizan muchas de sostener la vida en el mundo, lo que las mujeres latinoamericanas llaman el maternaje, que rechaza todo lo que puede eliminar ese trabajo de sostenimiento que están realizando. Ese sostenimiento de la vida y todas sus formas de pensar, de actuar y su racionalidad tendrían que pasar a ser una perspectiva de futuro, la línea a seguir.
En el caso del movimiento de mujeres, ¿cuál es el proceso que más se parece o debería parecerse al vasco?
Cada conflicto es distinto, lo que tienen en común es que se perciben como una cuestión de metas incompatibles. Surgen por muchas causas: históricas, de intereses, de cultura... Ahora bien, en la forma de afrontarlos las mujeres sí que podemos aprender de cómo han hecho otras mujeres. Podemos fijarnos en Irlanda del Norte, en Sudáfrica, en Palestina e Israel o en Chipre. En todos estos conflictos, las mujeres han actuado de forma parecida: uniéndose. También ha pasado en Euskadi. En una ocasión, en Barcelona, una sindicalista irlandesa dijo que hubo un momento en el que se planteó qué le diría a su hija si ella le preguntara qué había hecho por la paz. Yo creo que ésa es una pregunta muy pertinente para que todos nos la planteáramos en este momento. ¿Y tú qué haces por la paz? Pues aunque sea, como mínimo, posicionarse a favor de la paz.
¿Esa labor de testimonio es realmente importante? A muchos podría darles la sensación de que sólo con bonitas palabras no se consigue nada.
Sí es relevante, porque finalmente los gobiernos y los líderes políticos deciden en función de los apoyos que ven en la sociedad civil, es lo que les empuja a actuar de un modo u otro. El testimonio es muy valioso, sobre todo si se extiende. Las mujeres somos el 50% de la sociedad y simbólicamente tenemos esa tradición a favor de los procesos de paz. Si se extendiera, imagínate que el 50% de los ciudadanos, no sólo en el País Vasco, sino en el conjunto del Estado saliera a decir: lo que queremos es que os pongáis de acuerdo, queremos una salida de diálogo.
Yo creo mucho en los testimonios. ¿Por qué volvieron las tropas españolas de Irak? No porque se le ocurriera al Gobierno de Zapatero, sino porque todo el mundo lo habíamos pedido en la calle.
Ahora que parece que el proceso de paz vasco pasa por un bache bastante profundo, ¿qué futuro le augura usted?
Yo diría, como aquel crítico lo hacía, que la esperanza es la fuerza motriz, que siempre hay que mantener la esperanza, porque cuando la tienes actúas para que esa esperanza se cumpla. Por tanto: esperanza.
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