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domingo, 13 de octubre de 2024

Entrevista a Imanol Pradales

Como cualquiera que siga el devenir actual de Euskal Herria estará enterado de que ha habido relevo en el cargo de Lehendakari 3/7 y que al impresentable de Iñigo Urkullu le ha sucedido en la poltrona de Lakua su compañero de partido Imanol Pradales.

Ya estará por verse si Pradales se acerca más al estilo de Ibarretxe o si sigue a pie juntillas la línea marcada por Urkullu, un vasco tan españolista que no nos permitió echar de menos al sociata Francisco López. Baste ver su actuar en el proceso de DDR de ETA.

Vaya, Urkullu era tan árido en su pensar y su actuar que fue simplemente incapaz de tender un puente de concordia con la diáspora vasca, como sí lo había hecho su predecesor.

Dicho pues lo anterior, les presentamos esta entrevista que Pradales ha concedido a Naiz:


«Nos tenemos que levantar del sofá como país y en diferentes ámbitos»

Tras cien días en el cargo, Imanol Pradales se muestra asentado, aunque algo abrumado por la dimensión del cargo y su responsabilidad. Rodeado por un equipo que ha elegido personalmente, despliega su visión sobre un momento histórico que cree crucial y sobre los retos que afronta la sociedad vasca.

Iñaki Soto

El lehendakari Imanol Pradales (Santurtzi, 1975) recibe a NAIZ en Ajuria Enea, donde no reside pero desde donde trabaja, comunica e interpela a aliados, adversarios, visitantes y, en general, al país. En las distancias cortas es atento, enérgico y puntilloso. Muestra en todo momento una gran determinación, una voluntad de liderar y una visión clara del país al que se dirige.

Pello Otxandiano le acaba de hacer una oferta para aprobar los presupuestos en todas las instituciones de la CAV [la entrevista se hizo el viernes]. Su respuesta ha sido prudente, por así decirlo. ¿Hay opciones para lograr un pacto así?

Creo que EH Bildu está en una fase histórica de cierto pragmatismo táctico. La cuestión es si eso obedece solo a una posición táctica o realmente hay una visión de país distinta por parte de la izquierda abertzale. Yo aún tengo dudas. Creo que es importante pasar de las palabras a los hechos. Eso es lo que le he reclamado a Otxandiano. Lo vamos a poder comprobar. Para entrar en acuerdos globales hay que ir demostrando con otras cuestiones que efectivamente hay una voluntad de pasar de la táctica a una visión más estratégica. Por eso creo que tengo que ser prudente.

Probablemente Pello y yo estamos de acuerdo en que necesitamos recuperar ese sentido comunitario. Pero lo que hace es una propuesta de acuerdo político que no respeta la complejidad institucional del país, su realidad confederal, intentando suplantar a los propios parlamentos forales. A mí esta verticalidad me preocupa y no la comparto.

Pero ustedes también aplican esa verticalidad…

¿En qué sentido?

Su pacto también se aplica de arriba abajo.

Creo que son cuestiones diferentes. Nosotros tenemos un acuerdo político entre el PNV y el PSE que luego se ha ido refrendando los distintos niveles institucionales.

Cuando hablo de reforzar el sentido comunitario, creo que esto se construye de hecho de abajo arriba. Me da la impresión de que hay una concepción del sentido comunitario en una visión de país que se impone de arriba abajo. Ahí estamos en posiciones distintas, conceptual y políticamente. No hay que confundir eso con las alianzas políticas.

Hay expectativas sobre cómo será la dialéctica entre usted y Otxandiano. Es un poco paradójico que su contrincante esté constantemente extendiendo la mano mientras su aliado, Eneko Andueza, se queda fuera del Gobierno y desde ahí les hace un marcaje. ¿Le parece sostenible esta dinámica en la legislatura?

Vayamos por partes. Nosotros tenemos un Gobierno de coalición con un acuerdo programático que es sólido. En el ámbito del autogobierno también tenemos un acuerdo que dice lo que dice. Aunque cada uno de los partidos que sustentan al Gobierno tengamos una ideología y una concepción diferente sobre lo que es Euskadi y con los derechos que le corresponden al pueblo vasco. Yo soy abertzale y obviamente tengo unos principios ideológicos claros, pero lo que tenemos es un acuerdo de gobierno con un acuerdo programático que claramente establece en el ámbito del autogobierno cuál va a ser el desarrollo que debamos seguir en esta legislatura.

En relación con el liderazgo de Pello Otxandiano y EH Bildu, creo que están buscando la centralidad y para eso están en una fase en la que quieren ser quienes proponen acuerdos y los denominan de país. Yo entiendo que cada formación política tiene su estrategia, pero la realidad es que el Gobierno tiene mayoría en el Parlamento y yo, como lehendakari, le he propuesto a todas las fuerzas políticas un conjunto de elementos que me parece que son donde tenemos que buscar el acuerdo más allá de la mayoría del Gobierno.

¿Cuáles son esos elementos?

Al propio Otxandiano le planteé, en esta misma sala, que abordara no sólo el Pacto de Salud, sino temas que tienen que ver con la solidaridad intergeneracional. Para mí este es un tema fundamental porque afecta a las personas mayores y al ámbito de las políticas sociales en residencias, centros de día, ayuda a domicilio… A los cuidados en general.

Pero también afecta a las políticas de emancipación de la gente joven, por lo tanto a la vivienda, al empleo de calidad… Y esto nos debería llevar a una reflexión sobre las transferencias de rentas que se está produciendo en la sociedad vasca. Junto con el envejecimiento, se ha ido desequilibrando la balanza de la solidaridad intergeneracional.

Porque como país hemos decidido que había que atender a las pensiones, que había que atender la salud de manera más importante porque es una sociedad envejecida y requiere más asistencia sanitaria, más inversión y más gasto sanitario. Había que atender el ámbito de las políticas sociales y de los cuidados, pero a su vez el peso poblacional de los más jóvenes es menor, y se ha desequilibrado esa transferencia y ese reparto de rentas.

También puse encima de la mesa una cuestión para mí muy importante, como es el euskera y el salto cualitativo que tenemos que dar en el ámbito de la identidad ligada a la lengua. Nos enfrentamos a varios retos coincidentes en el tiempo.

En 40 años, y yo soy un ejemplo de eso, hemos conseguido que más de 260.000 personas puedan expresarse en euskera. Tenemos una juventud que en términos generales estudia en euskera, pero tenemos el reto del uso social del euskera en ámbitos que no tienen sean el educativo. Me refiero al mundo del ocio, del trabajo, los medios de comunicación. Para mí, este tema es fundamental.

Porque, a su vez, vamos a tener que hacer frente a un impacto migratorio muy importante. En los últimos cinco años hemos recibido 65.000 personas migradas. La tasa ha pasado del 9,7% al 12,6%. Un crecimiento muy alto que tiene un impacto sobre la identidad y la cultura vasca. Y sobre el propio euskera, porque nos obliga a pensar las maneras de integración social y cultural también de las personas migradas. Y el país necesita a esas personas. Esto exige acuerdos amplios sobre cómo afrontar el tema del euskera. No estamos pensando en una legislatura, sino en décadas.

No solo con Pello [Otxandiano], hablé con todos. Me alegra que encima de la mesa se pongan propuestas como las que hacía Pello, en el sentido de identificar algunas cuestiones, pero hace tres meses les di un documento a todos.

En el despliegue de los departamentos, más que un relevo, parecería que ha habido un cambio de Gobierno. ¿Hay ahí una enmienda a lo que ha hecho el Gobierno anterior?

Lo que hay es una decisión de un lehendakari que tiene libertad para conformar un equipo y que, además, quería conformar un determinado equipo con un determinado conjunto de perfiles. Para mí eso era muy importante. Buscaba recobrar de alguna manera el espíritu que tuvo el PNV cuando se comienza la institucionalización del país en los 80. Entonces hubo la capacidad de atraer determinados profesionales ajenos al ámbito público y político, de incorporar una manera distinta de entender algunas realidades.

Buscaba una complementariedad de perfiles en relación con su procedencia, no solo territorial, con sus edades, con sus experiencias… y creo que lo he logrado. Se está generando un ambiente de trabajo muy motivante dentro del equipo de gobierno. Que hayas podido atraer perfiles como el del consejero de Industria o el de Hacienda, de mundos ajenos a lo político, o alguien del prestigio académico del consejero de Ciencia y Educación, pero a su vez combinarlo con personas con un peso político muy relevante y con una trayectoria enorme como la del consejero de Seguridad, creo que nos dan un mosaico muy interesante en términos de interpretación de la sociedad vasca y de buscar esos equilibrios que a veces no son sencillos entre la acción de gobierno y las necesidades y demandas que tiene la sociedad.

Lo que ha habido, sobre todo, es la libertad de un lehendakari de conformar un equipo reflexionado en cuanto a los perfiles durante muchos meses, no fue fortuito…

Muchos no pudieron ser…

Bueno, desde que me tocó ser el candidato y me puse a pensar que podía estar en la posición que ocupo ahora.

¿Cómo afecta a la bicefalia del PNV y a su crisis el hecho de que usted marque un perfil propio, que haga ese ejercicio de decir «soy lehendakari con todas las de la ley»?

Creo que ayuda para poder acertar, obviamente. El PNV hizo una reflexión en relación con el momento histórico y con el ciclo, y el EBB tomó la decisión de proponer a las asambleas y a la militancia interna un perfil como el mío, que fue incuestionado dentro del partido. Tras las elecciones soy un lehendakari que tiene su personalidad, su manera de entender y de leer a la sociedad vasca, que tiene un estilo propio. Pero eso es normal, todos los lehendakaris han tenido su estilo y su impronta.

El caso de los del PNV siempre han entrado con un perfil más de gestión –al que también responde usted– pero luego de una manera o de otra todos han querido demostrar una visión política…


Un lehendakari tiene que tener visión política y eso siempre ha afectado al partido. Lo dije al comienzo, yo no he venido aquí a gestionar un Gobierno sino a liderar un país. Eso te obliga a tener una visión política y a tener un diálogo constante con el partido, en un modelo de bicefalia como el que tiene el PNV, que tiene muchas virtudes pero exige siempre tener cintura suficiente para poder empastar la posición política del partido con la visión del lehendakari. Pero, bueno, esto es un clásico y estamos curados de espanto. Llevamos muchos años gestionando la bicefalia y hasta la fecha con acierto. O sea que eso no me preocupa. Iremos viendo si surge cualquier tipo de cuestión que hay que atajar.

¿Estatus o Estatuto?

Me alegro de que me haga usted esa pregunta (sonríe). No voy a perder el tiempo en un debate semántico que me parece vacío. Creo que lo relevante son los contenidos.

Vayamos a ellos, entonces.

Punto uno, yo creo que el pueblo vasco es un sujeto político con pleno derecho. Desde el PNV hemos defendido históricamente la necesidad de pacto político. El pacto estatutario de Gernika del 79 es un pacto político con el Estado a favor del desarrollo de un marco de autogobierno y una institucionalización del país. Una vez finalice el desarrollo estatutario y se complete, y eso está pactado y tasado, habrá que abrir la carpeta de un nuevo marco de autogobierno que ensanche, que actualice y que mejore las capacidades de autogobierno que tenemos. Eso exige un nuevo pacto político bilateral con el estado y este es para mí el tema central.

Hasta ahora esa bilateralidad se ha minado y el blindaje no está garantizado, como advertían en su artículo con la lehendakari María Chivite. ¿Por qué tendría que fiarse el pueblo vasco de que los siguientes van a respetar lo que no respetaron los anteriores?

La apuesta por el camino del autogobierno de finales de los 70 se ha demostrado acertada, mientras que hubo quien se quedó fuera de ese acuerdo o lo combatió, como la izquierda abertzale, aunque ahora venga a estas posiciones.

Tenemos un marco de autogobierno propio, con sus claroscuros, que nos ha permitido construir un sistema de salud, EiTB, hacer políticas de normalización lingüística… Hemos construido un marco bilateral de relación fiscal y financiera con el concierto económico. Pero en estas décadas todos hemos aprendido también sus límites.

Como demuestran los acuerdos de Gipuzkoa y Bizkaia, hay una mayoría más que sólida para avanzar en este camino que plantea usted, pero el PSE tiene no sólo una tendencia al veto, sino posturas incluso más cerradas que las que sostiene Madrid. Si ese acuerdo no es viable en los parámetros en los que usted plantea, ¿se activarán las mayorías abertzales?

Creo que hay un momento de oportunidad política en el Estado y que hay que aprovecharlo. Segundo, hay un pacto de investidura con el PSOE y el PNV, que es el que permitió también la investidura del presidente Sánchez, que recoge estas cuestiones, que deben abordarse y negociarse. Además, están incorporadas en el acuerdo programático del Gobierno Vasco. Quiero pensar que vamos a avanzar en ese sentido. También hay bases para avanzar entre al menos tres fuerzas políticas, las que sustentan el Gobierno, y veremos la voluntad de EH Bildu.

Por lo tanto, tenemos la oportunidad política en el Estado y eso exige cintura y altura política. Y exige buscar unos consensos de mínimos entre esas tres fuerzas. Hay dos pactos y dos acuerdos residenciados en el Parlamento, uno del PNV con EH Bildu y otro posterior con el PSE. Ahí hay mimbres para articular un acuerdo de mínimos.

No olvidemos que el Parlamento Vasco tiene que aprobar un nuevo marco para un pacto con el Estado, pero que luego tiene que refrendarse en Madrid y que allí hacen falta también mayorías. Por eso creo que es inteligente buscar cuando menos un acuerdo de mínimos entre todas las fuerzas que de una u otra manera hemos pactado esta cuestión. Ahora se abre esa oportunidad con la ronda de partidos que iba a liderar Andoni Ortuzar.

Ha hecho un esfuerzo por encontrarse con las otras instituciones del país ¿Con qué objetivos?

Me he dirigido al conjunto de las instituciones del país: a las diputaciones, he tenido un encuentro con María Chivite y otro con Jean René Etchegaray, porque creo que nos estamos jugando el futuro del país y estamos en un momento histórico relevante.

¿Para usted el país contempla esos territorios?

Para mí, obviamente, contempla el conjunto de los territorios vascos, siendo consciente de que la capacidad administrativa de un lehendakari está donde está.

Vemos que el mundo está yendo a una bipolaridad entre China y EEUU, cada uno con sus aliados. Europa tiene que tomar una decisión porque si no su peso económico y político va a ser cada vez más irrelevante. Nuestro continente ha demostrado capacidad de ser competitivo en muchos ámbitos, pero manteniendo un modelo social y un nivel de cohesión social muy superior al resto, a pesar de las carencias.

Europa está en esa encrucijada y nosotros con ella. Somos un país muy pequeño, no tenemos recursos naturales, nuestros recursos fundamentales son el capital humano, las personas. Europa quiere hacer una apuesta por la reindustrialización del continente y nosotros si algo tenemos es un ADN industrial propio y capacidades industriales. Tenemos que ser parte de ese renacer industrial europeo y para eso hay un gran reto que es el de la fachada atlántica.

La Europa de los últimos 60 años se ha construido bajo un motor económico que era el Rin-Ruhr y contra eso se ha buscado un cierto equilibrio mediante el desarrollo del eje mediterráneo. Se decía también que hacía falta el contrapeso del eje atlántico, del arco atlántico. Los vascos estamos en la rótula de ese eje a ambos lados de los Pirineos. Europa tiene un riesgo de quedarse apartado dentro de una mayor bipolarización global y a su vez podemos quedarnos en la periferia europea y creo que tenemos que hacer una apuesta estratégica para reforzar el arco atlántico y que tenemos que ser nosotros, los vascos, quienes hagan la apuesta estratégica. Eso requiere primero de un acuerdo fundamental con los que tenemos al lado, que son Nafarroa e Iparralde. Es lo que he trasladado también en las reuniones que he tenido con la presidenta Chivite y con el presidente Etchegaray.

Creo que tenemos que hacer una apuesta por algunos instrumentos: está la Euroregión, tenemos el acuerdo con Iparralde, tenemos el acuerdo con Nafarroa y hay un nuevo instrumento que creo que tenemos que intentar conseguir que es la macrorregión atlántica. Solo hay cuatro en estos momentos, seríamos la quinta y nos permitiría tener también un posicionamiento distinto en la relación con Bruselas. Hay mucho que hacer y hay que construirlo de la mano de quienes compartimos una cultura y una lengua, además de muchosretos comunes. Es desde ahí desde donde estoy interpretando la necesidad de liderar al país.

Osakidetza es una prioridad, supondrá una gran inversión, pero también un cambio de modelo ¿Cómo va a explicarle todo eso a la ciudadanía?

Primero, en términos comparados, con sus deficiencias, pero tenemos uno de los sistemas de salud de mayor calidad de todo el entorno europeo. Despreciarlo sería de necios. Tiene deficiencias que hay que corregir que obedecen a muchos factores. Está la atención primaria, las listas de espera, es mejorable la gestión de algunas cuestiones de manera interna, etcétera. Por supuesto que estas cuestiones estarán en el pacto, pero sobre todo tenemos que abordar de manera colectiva la transformación del sistema de cara al futuro.

Esa transformación nos tiene que obligar a hacer una reflexión compartida de qué le va a ocurrir a la sociedad vasca en los próximos años: va a tener más presión asistencial porque seguimos envejeciendo; vamos a tener que atender a más personas mayores con pluripatologías que requieren una mayor asistencia; a su vez la presión sobre el presupuesto del sistema público de salud va a ser muy relevante. Por lo tanto, tenemos que pensar cómo transformamos el sistema para que sea sostenible y para que responda a las necesidades de la sociedad.

El pacto de salud debería servir como un foro para abordar esta cuestión. Eso requería bajar el diapasón del debate político-partidista y creo que en general se ha entendido así. Todo esto va a exigir también de mucha pedagogía con la sociedad.

¿Todo esto no implica que una reforma fiscal sea más imperiosa y que llega tarde?

Tengo que ser prudente porque es una competencia que está sobre todo residenciada en en las diputaciones forales. Pero me consta que el compromiso de hacer una actualización fiscal está avanzado. El ámbito fiscal puede ayudar a afrontar muchos de los retos mencionados: la vivienda, la emancipación, la transición energética… Soy optimista en que los cambios van a ir en la línea de esos retos.

El tema de la vivienda va a haber que gestionarlo con dos normas que el PNV no ha apoyado ¿Cómo lo harán?

Este no es un reto de legislatura. Empenzado desde ya, pero hay que buscar instrumentos y políticas que requerirán más de cuatro años. Yo creo que el problema de la vivienda no se resuelve con leyes.

Tenemos que buscar nuevas fórmulas que nos permitan activar suelo, porque tenemos un problema de oferta. Hay que buscar colaboración interinstitucional, fundamentalmente con el mundo municipal, y también con el sector privado. Tenemos que fomentar la promoción de vivienda pública, de vivienda en alquiler social, y necesitamos aliados. Hay que pensar en fórmulas distintas a las que hemos desarrollado hasta ahora, porque necesitamos mejorar la oferta. Tenemos mucha vivienda vacía que hay lograr que salga al mercado. Y hay que hacer un fondo reserva de suelo. Todo esto hay que acompañarlo con incentivos fiscales. En resumen, hay que alinear todos esos elementos y hacer una política coral.

En todos los temas tratados aparecen efectos perversos de políticas previas. Otro de ellos es la perdida de arraigo de las empresas. ¿Qué va a hacer su Gobierno?

Lo que nos corresponde es activar las capacidades financieras del país, tanto desde el punto de vista público como las capacidades que hay en ámbitos privados. Por ejemplo, el Gobierno tiene el Instituto Vasco de Finanzas y tiene un instrumento como Finkatuz. Estos instrumentos tienen que estar orientados no solo al arraigo de las empresas, sino a su crecimiento, a generar músculo industrial.

Por otro lado, creo que hay mucho ahorro en el ámbito privado que debemos ayudar a encauzar hacia los proyectos industriales científicos y tecnológicos que sean de transformación y de futuro. Está la capacidad financiera de las fundaciones bancarias, que hay que activarla. La capacidad financiera las EPSV vascas hay que activarla porque hay más de 29.000 millones de euros de ahorradores vascos depositados ahí. Las fundaciones bancarias y sus capacidades financieras también se deben activar. Determinadas familias vascas tienen vehículos –los llamados family offices– que también habría que activarlos.

Por lo tanto, hay que hacer una estrategia de colaboración muy clara para activar los recursos que tiene el país, para ayudar a capitalizar las empresas de futuro del país, para fomentar su arraigo y su crecimiento. También para captar inversiones de fuera del país que sean beneficiosas.

En definitiva, hay que alinear sobre todo esas capacidades financieras que hoy en día están atomizadas y no responden a una lógica de país.

Sinceramente, en general, nos tenemos que levantar del sofá como país, en el terreno de la economía, en el ámbito económico industrial, pero también en otros ámbitos. Creo que el momento es histórico es tan relevante que no es suficiente con acomodarse en el bienestar logrado.

Tampoco me vale quien desde el sofá está haciendo las políticas antitodo y antisistema. Creo que tenemos que despertar como país, mojarnos y levantarnos del sofá. Pienso que el momento lo exige de verdad, porque lo que está ocurriendo en el mundo, en Europa y en la sociedad vasca nos exige a todos levantarnos del sofá. Las políticas estéticas no sirven.




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