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lunes, 21 de octubre de 2024

Entrevista a Mario Zubiaga

Les invitamos a leer esta interesante entrevista, misma que ha sido publicada en las páginas de Naiz:

«No es tanto completar un Estatuto como reconceptualizar nuestra relación con el Estado»

Mario Zubiaga | Profesor de la UPV/EHU y senador de EH Bildu | Mario Zubiaga será uno de los ponentes de la jornada que abordará este lunes en Gasteiz (10.00 a 13.00 en Hibridalab)– la erosión del autogobierno y la articulación de un nuevo marco de relación con el Estado. El senador de EH Bildu evoca la degradación competencial y apunta claves para el futuro.

Iker Bizkarguenaga

La jornada de reflexión que se va a celebrar mañana en Gasteiz se desarrolla en un contexto particular, cuando el debate del Estatus vuelve a cobrar fuerza.

La semana que viene se celebra el aniversario del Estatuto, y básicamente la finalidad de esta iniciativa es actuar como fedatarios de un diagnóstico que ya es antiguo, de la idea de que el proceso de erosión, de degradación y de vaciamiento de la autonomía recogida en el Estatuto es evidente. Lo era ya en los años 90. Evidentemente, esto no es el Estatuto que podía haber sido en el 79, con la potencialidad que podría haber tenido, y no es un instrumento que permita encarar los retos que esta parte del país tiene de cara al siglo XXI.

La jornada va además en esa línea de superar la discusión sobre si la necesidad de un nuevo Estatus es un debate identitario o no. Creo que no es un debate identitario, aunque lógicamente parte de una realidad que es el hecho nacional, que Euskal Herria es una nación, pero no es un debate identitario en tanto lo que se está debatiendo es quién decide qué, en qué territorio y sobre qué ciudadanía. Es una cuestión de autogobierno y de capacidad de decisión.  

Nuevo Estatus, nuevo Estatuto... Estamos oyendo de todo.

Es importante establecer los marcos sobre los que trabajamos; no es tanto completar un Estatuto y a partir de ahí ampliar el autogobierno, sino reconceptualizar la relación que tenemos con el Estado. No puedes completar algo que está en sí mismo vaciado o erosionado, es preciso cambiar el marco. El debate no es solo terminológico; el Estatus sí supone una reconceptualización del autogobierno y de la relación con el Estado, el Estatuto sería mantener la misma lógica en la que una de las partes impone una interpretación determinada de autogobierno.

Se van a abordar también las claves para un nuevo modelo. Sin hacer spoiler y en líneas generales, ¿cuáles serían?

En cierta forma son las contenidas en el acuerdo de bases entre el PNV y EH Bildu, con Podemos en muchos de esos contenidos. Son tres o cuatro ideas que en cierta forma alimentan esa reconceptualización de la relación de nuestro país con el Estado. En primer lugar, reconocimiento nacional con consecuencias jurídico-políticas. Es decir, no un reconocimiento nacional mera- mente retórico, que tenga consecuencias materiales. Y la consecuencia material primera y principal se refiere al establecimiento de una relación bilateral efectiva, que se define como Concierto Político.

Sería de alguna manera la traslación de la filosofía confederal del Concierto Económico a los haberes competenciales no solo socioeconómicos o fiscales sino de otro tipo. Eso supondría un haber competencial más amplio y blindado que ahora, en tanto que se definirían algunas competencias como forales, y sobre esas competencias habría una exclusividad absoluta del nuevo sujeto político. Y habría otras en régimen acordado, competencias en las que sería conveniente establecer bases comunes acordadas con el Estado. Pero, en todo caso, serían bases acordadas con el Estado, rompiendo el esquema que ha funcionado durante los últimos años, en los que el Estado ha fijado unas bases cada vez más expansivas, con lo cual se recortaba la autonomía.

Ese Concierto Político exige luego un sistema de gestión, que sería la expresión concreta, orgánica, de esa relación bilateral. Una Comisión Mixta del Concierto Político en la que se establecerían los espacios de acuerdo. Y además, un sistema añadido de resolución de conflictos que rompa con la unilateralidad que ahora existe cuando se plantea algún tipo de conflicto competencial, algún tipo de sistema paritario de gestión de conflictos.

Y por último, la fijación de alguna fórmula que garantizara el derecho de la ciudadanía vasca a establecer las relaciones que considere oportunas, en primer lugar con otros territorios de Euskal Herria, y también con el Estado, que es lo que se define genéricamente como derecho a decidir.

Desde ese acuerdo de bases han pasado varios años. ¿Ve opción de retomarlo y lograr un acuerdo entre los agentes vascos antes de ir a Madrid?

El planteamiento lógico es el de articular alianzas lo más amplias posibles en el ámbito vasco para luego pactar con el Estado la fórmula de autogobierno que aquí sea acordada por mayoría. La mayoría de la sociedad vasca creo que está expresando claramente cuál es su demanda de autogobierno, y es la demanda que se recogía en ese acuerdo de bases, que expresa una mayoría social, una mayoría sindical y una mayoría parlamentaria.

Se debería ir a Madrid con apoyo de la mayoría absoluta del Parlamento, y se seguiría en primera instancia el procedimiento de reforma estatutaria. El debate entre Estatus y Estatuto tiene un calado político de fondo, pero en este caso el planteamiento sería uno de reforma estatutaria para reconceptualizar la relación con el Estado, establecer un nuevo estatus jurídico-político. En este caso, para esta parte del país. El recorrido sería ese. Creo que es bastante claro, en los aspectos relativos al autogobierno, dónde están las mayorías en este país. Sería hacer que sea institucionalmente efectivo aquello que ya es social y políticamente efectivo.

Si se llegara a ese estadio, luego queda el de Madrid y la posición de fuerza del Estado. Ya sabemos por ejemplo qué pasó con el Estatut. ¿Hay opciones de mover esa piedra?

En la cuestión del Estatuto catalán y de la propuesta de Ibarretxe, en esa fase histórica, se produjo una verdadera mutación constitucional. El rechazo de plano a la propuesta de Ibarretxe, que no se entrara a negociar la propuesta, que fue aprobada por mayoría absoluta del Parlamento Vasco, y la sentencia 31/2010 sobre el Estatut, que el Tribunal Constitucional laminara las cuestiones más relevantes, definió un modo de relación del Estado con las autonomías que rompía el esquema que estaba planteado en la Constitución del 78. La pelota está en el lado del Estado español; si va a asumir la realidad material del Estado, una realidad plurinacional, o va a seguir la senda de recentralización que se inició en el 80-81 y que ha ido degradándose cada vez más.

Es cierto que hay en este momento al menos un Gobierno y unas fuerzas políticas que están expresando, de forma todavía no demasiado ambiciosa pero sí discursivamente, la asunción de una realidad plurinacional. La cuestión es aprovechar esta coyuntura para ir avanzando. Por la parte vasca o de las naciones sin Estado lo que toca es plantear propuestas sensatas, razonables, y racionales. Y luego, en función de la respuesta, cuando lleguen esos ríos habrá que construir los puentes y cruzar esos puentes, o no cruzarlos, cuando toque el momento.

Este debate va ligado al de la regeneración democrática del Estado. Ahora pasa bastante tiempo en Madrid, en el Senado. ¿Ve a los poderes del Estado con disposición de regenerarse democráticamente?

Es difícil ver exactamente cuál es el talante o la temperatura democrática del Estado. Por otra parte, se ha convertido en un tópico, pero creo que es real, que cuando hablamos del Estado estamos hablando de lo que algunos definen como la M30, o Madrid Distrito Federal, que son lógicas muy madrileñas. Cuando vas visitando los territorios del Estado te das cuenta de que muchas veces el problema es Madrid y sus lógicas políticas.

También, en esta coyuntura global, está el hecho de que las derechas españolas tengan claro con qué modelo ideológico van a sintonizar; si van a sintonizar con los modelos trumpistas, de Milei, Bolsonaro, etc., que en el PP están personificadas por la FAES, Aznar y Ayuso, o si van a optar por unos modelos de derechas más razonables que pueden entender lo que es la pluralidad nacional del Estado. Ese debate también lo tiene seguramente la derecha, porque creo que son conscientes de que la gobernabilidad del Estado depende de una situación relativamente pacífica con las naciones sin Estado. Cuál será la resolución de ese debate en las derechas aún está por ver.

 

 

 

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