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lunes, 7 de junio de 2021

Nueve Voces y Una Lucha

Hablando de elevar el nivel del debate acerca de lo acontecido en Euskal Herria las últimas seis décadas sin caer en los excesos del revisionismo revanchista español, desde Naiz traemos a ustedes esta reseña literaria que sabemos, provocará a quienes siendo victimarios insisten en hacerse pasar por víctimas.

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De la militancia en ETA al futuro vasco en nueve voces

En España se ha hablado muchísimo de ETA, pero casi nunca con sus militantes. La editorial madrileña Altamarea ha asumido el reto, entrevistando a seis hombres y tres mujeres que pertenecieron a la organización y que ven así el pasado, el presente y también el futuro.

Sin censuras y desde el anonimato, algo que da más libertad y valor a un testimonio que si no podría ser fácilmente estigmatizado o represaliado, los investigadores Egoitz Gago y Jerónimo Ríos han entrevistado a nueve personas que militaron en ETA. El resultado es ‘La lucha hablada. Conversaciones con ETA’, publicado por Altamarea con prólogo del periodista Luis R. Aizpeolea y epílogo del catedrático y abogado Pedro Ibarra. Como bien resume la introducción, el trabajo tiene dos valores añadidos: acudir a las fuentes directas «dejando el acento crítico en manos del lector» y profundizar en el tema «no solo en clave retrospectiva, sino también atendiendo a la transformación del fenómeno y sus proyecciones hacia el futuro».

Aunque hay evidente polifonía de voces, el análisis general de estos militantes es coincidente en casi todos los puntos planteados... y muy alejado del «relato único» que se construye sobre la organización disuelta hace ahora tres años y sobre sus miembros.

Así, sobre su militancia armada apuntan el grado de compromiso adquirido, las contradicciones éticas o la necesidad de formación política. En cuanto a sus acciones, reconocen y respetan el dolor generado pero reivindican también el de otras víctimas olvidadas y el suyo propio en calabozos y cárceles. Tras el fin de ETA subrayan que siguen militando políticamente. Y pintan claroscuros en el futuro del país tras destacar los profundos cambios sociales.

El cuadro resultante es un recorrido de lucha sostenido en el que todo está por decidirse. Este es un compendio de reflexiones extractado de las más de 200 páginas.

Testimonio 1: «No lo hicimos para llenarnos los bolsillos»

«Si nosotros no hubiéramos existido, hoy no se estaría hablando de un Estatuto ni de transferencias que todavía quedan pendientes. El típico discurso que hacen es que en ETA nos gustaba matar. Los que dicen que a la gente le gusta matar demuestran no saber qué es eso. A nadie le gusta matar, ni siquiera a los enemigos. Al psicópata sí le gusta. Lo nuestro fue otra cosa. La sociedad en Euskal Herria sabe que no hicimos lo que hicimos para llenarnos los bolsillos, sino por una sociedad que fuera mejor para la gente. Ese reconocimiento existe incluso entre la gente del PP. Me da pena que algunos compañeros no puedan ver dónde estamos ahora».

2. «¿Qué problema hay en reconocer lo que hemos hecho?»

«Formar parte de ETA es una decisión difícil, con consecuencias y contradicciones. Se te exige un nivel de implicación muy alto. Yo hubiera querido ser padre y no he podido serlo. ¿Qué problema hay en reconocer lo que hemos hecho? He generado sufrimiento y dolor a otras personas, soy consciente de eso y lo reconozco. Ahora hay que empatizar con el sufrimiento, con el que he generado, pero también se debe conocer lo que he sufrido yo o mi familia durante 20 años. Eso es positivo y a eso se avanza desde 2011».

3. «Todos debemos aportar en la solución»

«Todos debemos aportar en la solución del conflicto, de lo contrario en 50 años se puede volver y eso ni lo quiero yo ni lo quiere nadie (...) Yo no creo que haya tanto que reconciliar, ni siquiera que tolerar. Sí que tienes que aprender a convivir con todo tipo de sensibilidades, como lo hemos hecho toda la vida dentro del conflicto (...) Yo siempre pensé lo mismo. A esos policías, por ejemplo, yo les decía: ‘No quiero que te vayas tú. Si tú te quedas a vivir en este país a mí me parece de puta madre. Quiero que se vaya el uniforme que tienes. Yo te quiero como un trabajador más para mi pueblo, pero ese uniforme no lo quiero aquí’».

4. «Exige un esfuerzo intelectual enorme, además del miedo»

«Yo conocía a todos los que participaron en el atentado de Carrero. Todos conocidos míos. El mismo Argala. Eran gente normal, no grandes ideólogos. Se nos estigmatizaba diciendo que éramos gente con problemas graves, pero no. Después, en los años 80 y 90 teníamos una preparación ideológica muy fuerte, aunque tampoco era necesaria. Se trataba más de compartir unas ideas fundamentales, no de conocer al dedillo ‘El Capital’, y con eso era suficiente para pelear (...) En ese momento en la sociedad se percibía la necesidad de un riesgo, de un enemigo y de una acción. Eso era entrar en ETA. Yo he desempeñado muchos trabajos, pero el más difícil fue ser miembro de ETA, exige un esfuerzo intelectual enorme y tiene además el componente el miedo como constante en tu vida».

5. «Esta última parte se ha gestionado muy bien»

«Esta última parte se ha gestionado muy bien. Desde luego, no tengo duda alguna de que la organización tuvo que haber existido. A día de hoy, también te digo, ya no tiene sentido. La clave está en tener una sociedad movilizada. Soy algo caduco en este planteamiento. Si nos roban una parte de nuestra identidad tenemos que levantar la mano. Sin embargo, me preocupa la apatía actual, que es terrible. Tengo la esperanza de que venga una nueva generación con una conciencia nacional y social mucho mayor».

6. «Hay que empezar a poner en marcha otros tipos de lucha»

«Nos hemos deshecho de la lucha armada. Esta servía para facilitar la llegada a un escenario desde el que dar salida al conflicto. Ahora mismo estamos en otro plano y se tienen que empezar a poner en marcha otros tipos de lucha que evidencien que sigue existiendo un conflicto (...) y llegar a procesos democráticos en los que la gente pueda disponer de un marco de consulta. A veces me desespero y digo ‘estamos perdiendo terreno en la calle’. Se normalizan cosas que no son normales, sobre todo en lo que respecta a ciertos derechos y libertades, y es donde pienso, ‘vale, hemos dejado un camino pero no hemos abierto otro’. Seguimos, por tanto, recolocándonos, lo cual entraña sus peligros, como una inercia que conduce a la desactivación de la tensión y del conflicto social. No podemos perder de vista las dimensiones de la historia de un pueblo como este».

7. «Esto ha de entenderse como un proceso natural, histórico»

«Desde los 90 se dieron pasos, algunos controvertidos, para legitimar la existencia de ETA, pero también es verdad que a raíz de ciertas acciones nos empezó a cuestionar incluso la izquierda abertzale. Esto ha de entenderse como un proceso natural, histórico, y no sé si como resultado de estrategias o tácticas bien o mal diseñadas. Se trata de entender y aceptar que el sentido de la lucha armada ya hacía mucho tiempo que había llegado a su fin. Nada más. Aunque te puedo decir que desde la cárcel es más difícil ver todo esto. Yo vivía aferrada a la defensiva, a aguantar y a sobrevivir con cuatro principios básicos (...) Nunca fuimos como los presos en Irlanda, activos a lo largo de todo el proceso y convencidos de que la cosa iba y pasaba por ellos. Aquí, dispersos, no se podía hablar, así que era más difícil».

8. «La lucha armada ha conseguido que este pueblo siga vivo»

«¿Que ETA no sirvió para nada? No, no creo que sea cierto. La contribución de ETA ha permitido que este país no desaparezca, que no haya sido absorbido por el Régimen del 78 con aquí paz y después gloria. Ha servido para mantener ese conflicto político que no empieza con el franquismo, dando vida a la esperanza y a las ansias de libertad de este pueblo. Lo hemos pagado y el precio ha sido muy alto, pero la lucha armada ha conseguido que este pueblo siga vivo».

9. «Catalunya nos deja muchas lecciones, el choque de trenes llegará»

«Tras mi paso por la cárcel me encuentro una sociedad distinta. Hace 30 años todo estaba en ebullición, había mucha movilización, ahora todo ha cambiado. Se ha perdido la tensión. Ha cambiado la forma de organizarse, de trabajar, de estar en la calle. Durante un tiempo estuve muy frustrado, lleno de dudas, luego me dí cuenta de que mis objetivos siguen intactos. He vuelto a militar y a rehacer mi vida, a dar un sentido político a la misma (...) Ahora es el momento de recomponernos y de buscar más atenciones, de llegar a una solución para el tema de los presos y del derecho a decidir (...) Creo que lo de Catalunya nos deja muchas lecciones y aprendizajes. Mira ese choque de trenes. Hay que preparar a la sociedad porque, antes o después, ese choque llegará como pueblo».




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