Desde el portal de Euskadi Noticias traemos a ustedes este artículo acerca del origen del juego de cartas más vasco:
Es uno de los juegos de naipes más populares no solo en Euskal Herria y algunas regiones de España como la castellanoleonesa, sino también en algunos países de América Latina. Ha viajado hasta Estados Unidos o Australia, pero tiene una clara denominación de origen que va más allá de su nombre.
Cuando una actividad está tan arraigada en nuestra cultura como los están algunos juegos como los naipes o el dominó, damos por supuesto que estos son originarios de nuestro país. Sin embargo, la mayoría de veces nos equivocaremos. Por muy castizo que parezca, el dominó tiene su origen en la China de hace más de mil años, y muchos de los juegos de cartas “de toda la vida” son importados. La brisca, por ejemplo, se dice que nació en Holanda para pasar de ahí a Francia, y el tute tiene un claro origen italiano (de la palabra “todos”, tutti).
Hay pocas excepciones, pero el mus es una de ellas. Curiosamente, otra excepción notable es la del internacionalmente conocido blackjack, del que se tiene conocimiento por primera vez bajo el nombre de “veintiuna” ya en las obras de Miguel de Cervantes, en el siglo XVII. La primera referencia al mus es algo posterior, de casi un siglo y medio después.
Está aceptado que el mus aparece documentado por primera vez en la obra del filólogo, historiador y sacerdote guipuzcoano Manuel Larramendi, quien está considerado pionero en la promoción del conocimiento de la lengua y la cultura vascas. En 1756, se publica su Coreografía o descripción general de la muy noble y leal Provincia de Guipúzcoa en la que se describen las costumbres y manifestaciones culturales de esa zona. Basándose en lo que su padre le había contado sobre sus excursiones por los caseríos y otros lugares de Gipuzkoa, se habla del mus como un juego muy popular y consolidado en Euskadi Herria.
De hecho, en el primer manual de mus, publicado en Pamplona en 1804 y escrito por J. Ortiz de Zárate, ya en el título se hace referencia a que el juego es “característico de vizcaínos y navarros”.Prueba de la popularización del mus y otros juegos de cartas a finales del siglo XIX, tanto en Euskadi como en otras zonas, puede verse en la historia de la que es una de las empresas más emblemáticas de Álava-Araba. Los fabricantes de barajas de cartas Fournier tienen su origen en un taller de impresión que Heraclio Fournier González abrió en Vitoria-Gasteiz en 1870; tan solo 7 años más tarde, el empresario empezaría a enfocar su negocio en los naipes.
Se entiende que la muestra más clara del origen vasco del mus es su propio nombre, aunque hay distintas teorías sobre su etimología, lo cual es fácil de entender por la influencia que unas lenguas tienen sobre otras. La versión más aceptada es que “mus” viene del euskera musu (beso), aunque también puede haber influencia del francés museau (hocico). Otro término que podría haber influido para determinar el nombre es el latín musso (murmurar o esperar en silencio). Si bien los primeros se referirían a las señas que los jugadores hacen con la boca, el segundo tendría que ver con el hecho de que no se pueda hablar en el juego.
En cualquier caso, hay otras palabras comúnmente aceptadas en la dinámica del mus que sí son indiscutiblemente de origen vasco. Valgan de ejemplo el órdago, que viene del euskera hor dago (ahí está), o el amarreco, de hamar (aunque signifique “diez” y no “cinco”, que es lo que vale el amarreco).
Hoy en día, aunque no esté en su momento de mayor popularidad, el mus se sigue practicando a nivel internacional. Se juega en Francia y varios países de Latinoamérica, sobre todo Argentina, Colombia o México. Esta expansión también parece tener su origen en Euskadi, y es que serían los inmigrantes vascos, junto a los de otras regiones de España, los que habrían llevado el juego a territorios tan lejanos como Australia. Se produce un fenómeno similar al de la pelota vasca, puede que incluso más viajera y con un mayor legado internacional que el del mus. Una internacionalización que ha hecho que, tanto en el caso de la pelota como del mus, se llegasen a organizar campeonatos internacionales.
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