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Todo bien hasta que dije que no quería coger
Hay machos convencionales y machos estratégicos, que se dicen feministas, hablan contigo de causas justas, de cómo cambiar el mundo y de cómo todos queremos vivir mejor. Hasta que de repente intenta besarte: “Hey, momento, ¿por qué?”, respondés. “Solo estamos hablando normal”.
Daniela Castillo
Como mujer pasás la vida intentando evitar a todos esos hombres que te ven lascivamente, los que te chulean en la calle, los que creen que han llegado a completarte y te tratan mal si les dices que no.
Luego están aquellos amigos que han llegado a entender la lucha de las mujeres y están parados ahí en la trinchera junto a ti o detrás de ti. Esos amigos son pocos pero muy valiosos.
Yo he buscado rodearme de gente así, gente con quien compartir la trinchera, con quien luchar y frustrarse cuando toca. Cómplices en las luchas que llevamos todos y todas, no solo la de las mujeres, aunque es a la que más importancia le doy.
Pero el camino, aún dentro de la trinchera, no es fácil. Porque en este espacio, para algunos hombres, el feminismo es una máscara.
Quizás no te dirá un piropo vulgar como los de la calle, pero sí un piropo intelectualoide con el mismo objetivo, algo como “que linda eres cuando luchas por tu libertad”.
Hace poco tuve una de esas decepciones. Lobo sin disfraz, incongruente con todo lo que habíamos conversado e intentado construir.
Es fácil desenmascararlos; lo único que tienes que hacer es decirles que no quieres coger con ellos.
Es ahí cuando el macho salta con el ego herido y la culpable resulta que eres tú. Te dirá cosas como “pero tú me estabas ilusionando”, “danos una oportunidad, tenemos tanto en común” o “¿no sientes esta conexión que tenemos?”
Yo no digo que está mal querer algo con alguien con quien compartes tantas ideas y luchas, lo malo es cuando dices que no y todo cambia.
Ya no eres aquella amiga de lucha sino la niña creída, mala onda y desleal por no hacerle caso.
Eso es algo que me ha tenido harta toda mi vida, casi como el acoso callejero. Por lo general cuando rechazas a un amigo o a un conocido él es quien te tacha a ti de creída. Tú eres la mala onda por no querer. Cuando rechazas a un macho, él no lo deja ir, un macho se inventará cuanta historia pueda para hacerte quedar mal y salir en caballo blanco.
Por eso el macho estratégico se disfraza de oveja, para hacerte quedar como alguien que está inventando toda la escena.
“¿Cómo va ser? Si él es compañero”.
“Ay, no seas exagerada, seguro estaba borracho.”
Y él se defenderá con cualquier historia escueta y mal construida, como “es que ya no somos amigos porque ella muy violenta y yo solo vivo en pro de la paz.”
Tal vez no les ha quedado claro. Si una chava dice que no, responderle con tirársele encima, intentar besarla, decirle que sienta la conexión y quiere sentir su cuerpo, si ella ya dijo que no, eso es violento.
Estas actitudes destruyen las construcciones que uno como mujer intenta hacer con los hombres. Y no nos convierte en el ogro cuando queremos estar tranquilas en cualquier espacio, pero sobre todo en el espacio feminista, porque es nuestro.
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