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miércoles, 7 de octubre de 2015

Cronopiando | Carta Pública a mis Hijas

Con su Cronopiando nuestro amigo Koldo somete a la prueba del ácido las declaraciones del impresentable Pello Guibelalde:

Carta pública a mis hijas

Koldo Campos Sagaseta | Cronopiando
Queridas hijas, lamento tener que deciros que el hecho de que vuestros padres no tengamos trabajo, los recortes hayan llegado a la casa o la casa haya dejado de ser nuestra, es por vuestra culpa, porque os habéis acostumbrado a vivir demasiado bien y a no esforzaros, porque no sabéis lo que es pasar hambre.  Y no, no lo digo yo, lo dice Pello Guibelalde, presidente de la Asociación de Empresarios de Gipuzkoa, que porque tiene hijos, supongo, sabe de qué habla. Y es que, como bien dice el presidente de Adegi, os habéis acostumbrado a estar en casa, sin moverse. Dice también ese empresario empeñado en hacerse con la presidencia de la Real Sociedad que no tenéis aquel viejo espíritu emprendedor y que esa carencia es lo que os impide iros, por ejemplo, a Alemania o, como sugería otro empresario español, a Laponia, lejos de Euskalherria pero sabiendo, afirma Guibelalde, que “vivir en Alemania no es estar fuera de casa porque se coge un avión (Viajes Marsans) y en media hora estáis aquí”, en Anoeta, viendo a la Real. El problema de Euskadi es que “no es un lugar atractivo para invertir”, insiste Guibelalde. A eso se debe, probablemente, que él tenga seis empresas en el extranjero, “donde ni los costes ni los salarios son tan elevados” y se puede hacer fortuna fomentando al mismo tiempo esos impulsos aventureros de los que hablara una ministra española y que vosotras, mis hijas, no tenéis. Así que, si os parece, sea a Alemania, sea a Laponia o sea a la mierda, vámonos juntos. Aunque eso sí, de nuestro amigo Pello de la mano. Si no os convence la opción, siempre podréis considerar la posibilidad de aprovechar la herencia que no os dejo como capital, granjearos el favor de algunas amistades bien colocadas en el Gobierno, haceros con unos contratos, especular un buen porciento, y convertiros en empresarias. ¡Hasta podríais acabar presidiendo Adegi! 






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