Los medios de comunicación masiva y los gobiernos social-demócratas han estado toda la jornada celebrando el "día del trabajo". Ni los unos ni los otros se preocupan por el deterioro en los derechos laborales consecuencia del voraz neoliberalismo.
Washington se complace ante el formato que se le da a los festejos pues se han vuelto tan ascépticos que pocos rememoran que los hechos que inspiran al conmemorar esta fecha por parte del proletariado internacionalista se dieron en ese país.
Y es que los mandamases estadounidenses prefieren que se crea que el capitalismo es parte del ADN de ese país.
Vía la página de Desinformémonos les compartimos este texto con la intención de darle su justa dimensión a tan significativa fecha:
Los Mártires de Chicago, inspiración de la lucha por los derechos de las y los trabajadores, que se conmemora cada 1 de mayo
Era el año de 1877 cuando en los Estados Unidos ocurrían grandes movilizaciones de trabajadores y la huelga de los ferroviarios era reprimida a balazos, golpes y cárcel.
Las condiciones de trabajo en el mundo eran de esclavitud y sin ninguna calidad de vida. Las jornadas laborales obligatorias eran de 10 a 14 horas diarias y se aplicaban igual a mujeres y niños, quienes por la misma cantidad de horas de trabajo recibían salarios inferiores.
Esta situación fue dando pie a la gestación de un movimiento de resistencia y lucha de trabajadores que algunos años mas tarde daría sus frutos. Es así que en 1880, en los Estados Unidos se conformó la Federación de Organizaciones de Sindicatos que logró, mediante la huelga en toda la Unión Americana que en 1884 se aprobara una resolución que establecía que la jornada laboral sería de ocho horas, misma que los patrones no cumplieron, pero despertó el interés y apoyo generalizado que incrementó de forma exponencial la participación de los trabajadores en los sindicatos.
El 1º de Mayo de 1886 el paro de los centros de trabajo se extendió. La huelga paralizó cerca de doce mil fábricas a través de los EEUU. En Detroit, once mil trabajadores marcharon en un desfile de ocho horas. En Nueva York realizaron una marcha con antorchas de veinticinco mil obreros y cuarenta mil estaba en huelga. En Cincinnati, un batallón obrero con 400 rifles Springfield encabezó el desfile. En Louisville, Kentucky, más de seis mil trabajadores blancos y afroamericanos, marcharon por el Parque Nacional violando deliberadamente el decreto que prohibía la entrada de gente de color. En Chicago, que era el baluarte de la huelga, paró casi completamente a la ciudad. Más de treinta mil obreros estaban en huelga y empresas como Mc Cormick se dieron a la tarea de contratar esquiroles. El día anterior, el periódico anarquista Arbeiter Zeitung anunciaba el inicio del conflicto e incitaba a los trabajadores a enfrentarse con valor al capitalismo.
El día 2 de Mayo se realizó un mitin de los obreros despedidos de Mc Cormick, en el que hubo una fuerte represión policiaca que dejó seis muertos y gran número de heridos.
El 3 de Mayo el tamaño de la huelga era “alarmante” ya que participaban más de 340 mil trabajadores en todo el país. Solo en Chicago 80 mil trabajadores estaban en huelga.
En esos momentos, en el diario Arebeiter Zeitung se hizo un llamamiento a la lucha armada con un tono de urgencia: “la sangre se ha vertido y ocurrió lo que tenía que ocurrir. A lo largo de la historia el origen de la propiedad privada ha sido la violencia, la guerra de clases ha llegado”.
En muchos centros de reunión de los proletarios surgía el debate: “el tigre capitalistas atacó y había que responder”. Es así como la noche del 4 de mayo se convocó a una reunión popular en la Plaza Haymarket de Chicago.
Por la mañana de ese mismo día, la policía atacó una columna de tres mil huelguistas y por toda la ciudad se formaron grupos de trabajadores inconformes. Al atardecer, Haymarket era una de las muchas reuniones de protesta, con tres mil participantes que al comenzar a llover, disolvieron la reunión.
Cuando solamente quedaban unos 200 asistentes, un destacamento de policía fuertemente armado se presentó y ordenó la dispersión, a pesar de tratarse de un mitin legal y pacífico. Repentinamente una bomba estalló y la represión policiaca empezó. Murieron siete trabajadores y hubo gran cantidad de heridos. En el barrio reinó el terror.
La clase dominante utilizó este incidente como pretexto para desatar una ofensiva en las calles, en los tribunales y en la prensa. Se clausuraron los periódicos, se allanaron las casas y locales obreros y los mítines fueron prohibidos a lo largo y ancho de todo el país. Los medios de comunicación se abalanzaron contra todo lo que tuviera un signo de revolucionario o subversivo.
El 5 de mayo en Milwaukee, la milicia del Estado respondió con una masacre sangrienta en un mitin de trabajadores, acribillando a nueve trabajadores por violar la ley marcial. En Chicago, se llenaron las cárceles de miles de revolucionarios y huelguistas. Arrestaron a todo el equipo del periódico Arbeiter Zeitung y la policía detuvo a 8 anarquistas: George Engel, Samuel Fielden, Adolf Fischer, Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebe y August Spies. Todos eran integrantes de la IWPA (Asociación Internacional del Pueblo Trabajador) y fueron sometidos a un juicio totalmente manipulado, considerado más como un linchamiento. Se les acusó de complicidad de asesinato, aunque nunca se les pudo probar ninguna participación o relación con el incidente de la bomba, ya que la mayoría no estuvo presente en la Plaza Haymarket y uno de los dos que si estuvieron era el orador en el momento que la bomba estalló.
No se siguió el procedimiento normal para la elección del jurado, que acabó siendo integrado por hombres de negocios y un pariente de uno de los policías muertos, se nombró un fiscal especial que en ese momento dijo: "estoy manejando este proceso y sé qué debo hacer. Estos tipos van a colgar de una horca con plena seguridad".
Hubo una infinidad de manipulaciones, amenazas y sobornos para que se dieran testimonios ridículos sobre conspiraciones. El asunto estaba muy claro; el mismo fiscal Grinnel lo dijo: "La ley está en juicio. La anarquía está en juicio. El gran jurado ha escogido y acusado a estos hombres porque fueron los líderes. No son más culpables que los miles que los siguieron. Señores del jurado, condenen a estos hombres, denles un castigo ejemplar, ahórquenlos y salven a nuestras instituciones, a nuestra sociedad".
Todos fueron encontrados culpables y sentenciados a muerte, a excepción de Oscar Neebe, condenado a 15 años de prisión. A los condenados los llamaron a hablar antes de sentenciarlos. No mostraron ni arrepentimiento ni remordimiento, era la sociedad la que estaba en juicio, no ellos.
Surgió un gran movimiento en su defensa y se celebraron mítines por todo el mundo: Holanda, Francia, Rusia, Italia, España y por todo Estados Unidos. En Alemania, la reacción de los trabajadores sobre Haymarket perturbó tanto, que el gobierno prohibió toda reunión pública.
Al aproximarse el día de la ejecución, cambiaron la sentencia de Samuel Fielden y Michael Schwab a cadena perpetua. Louis Lingg apareció muerto en su celda: un fulminante de dinamita le voló la tapa de los sesos. Sin más opciones, este fue su acto final de protesta.
Al mediodía del 11 de noviembre de 1887 sus carceleros los vinieron a buscar para llevarlos a la horca. Spies, Engel, Parsons y Fischer, compañeros de lucha y de sueños, emprendieron el camino entonando La Marsellesa Anarquista en aquel día que después fue sería conocido como el viernes negro.
Desde entonces cada 1 de Mayo, en muchos países del mundo, los anarquistas de Chicago son recordados como símbolo de dignidad de la clase trabajadora.
La fuerza de la organización obrera se extendió a distintos países del mundo. En 1889, se conformó la Segunda Internacional de los Trabajadores que durante su primer congreso realizado en París, sus integrantes adoptaron como resolución que el 1 de Mayo sería el día de los trabajadores en alusión expresa a los Mártires de Chicago.
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