Un blog desde la diáspora y para la diáspora

jueves, 31 de octubre de 2024

Arte Vasco en Iruñea

Desde el portal del Ayuntamiento de Pamplona/Iruñeko Udala traemos a ustedes este comunicado acerca de una muestra dedicada a tres grandes del arte vasco.

Aquí la información:


Tres figuras fundamentales en el arte vasco del siglo XX, Oteiza, Chillida y Basterretxea, protagonizan el mes de noviembre en Civivox Condestable

El Ayuntamiento de Pamplona y la Fundación Museo Jorge Oteiza plantean conferencias, talleres, una mesa redonda y proyección de audiovisuales

El Ayuntamiento de Pamplona a través de la red Civivox, en colaboración con la Fundación Museo Jorge Oteiza, ha programado un ciclo de actividades del 6 al 27 de noviembre que busca recordar tres figuras capitales del arte vasco del siglo XX: Jorge Oteiza, Eduardo Chillida y Néstor Basterretxea. En Civivox Condestable tenga lugar un ciclo de conferencias, talleres, una mesa redonda y diversas proyecciones audiovisuales en torno a la figura de Néstor Basterretxea, a través de las que se explorará la vida y obra de estos creadores, profundizando en su legado y su impacto en el arte contemporáneo.

Esta mañana han presentado las actividades Íñigo Gómez Eguiluz, director del Área de Cultura, Fiestas, Educación y Deporte del Ayuntamiento de Pamplona; Gregorio Díaz Ereño, director del Museo Oteiza, y Patxi Burillo, tallerista. En esta propuesta colabora, además, el festival de cine Punto de Vista. Todo el ciclo de actividades tiene carácter gratuito, con entrada libre, y sus contenidos están diseñados para personas mayores de 18 años.

Tres conferencias
Las conferencias tendrán lugar en Condestable a las 19 horas, con entrada libre, y serán los días 6, 13 y 20 de noviembre. Bajo el título ‘Oteiza, Basterretxea, Chillida, lugares de encuentro’, el día 6 Javier González de Durana abordará la compleja relación que unía a Oteiza y Chillida, que cruzaron agrias palabras y demostraron una intensa camaradería.

La segunda conferencia, a cargo de María Teresa Muñoz, tendrá lugar el 13 de noviembre bajo el título ‘Oteiza y Chillida. Los años de formación, los viajes’. A Jorge Oteiza (Orio 1908 - San Sebastián 2003) y Eduardo Chillida (San Sebastián 1924 - San Sebastián 2002) les separan dieciséis años, pero ambos coincidirán a comienzos de los años cincuenta en la obra colectiva de la Basílica de Arantzazu y ambos estarán marcados por dos viajes decisivos en su actividad posterior: el de Oteiza a Sudamérica y el de Chillida a París.

La última sesión será, el miércoles 20 de noviembre, ‘Cruces de miradas en torno a la arquitectura: Oteiza, Chillida y Basterretxea’. La charla se acercará a tres artistas que se aproximaron a la arquitectura con diferentes perspectivas e intenciones, que propusieron y resolvieron las relaciones entre el espacio habitado y las personas. La ponente será Emma López Bahut.

Talleres experimentales
Dentro del ciclo está previsto un taller experimental, tan del gusto de los tres escultores vascos. El artista Patxi Burillo ofrecerá cada día, entre el 25 y el 27 de noviembre, una sesión teórico-práctica en la que, se trabajarán proyectos arquitectónicos, buscando de manera conjunta nuevas formas de hacer y pensar el espacio.

Este ejercicio de plasmación práctica de imaginarios personales una forma de trabajar que se centra en el sistema experimental con el que Oteiza, Chillida y Basterretxea, por medio de materiales sencillos y a pequeña escala, se asomaron a las profundidades de su universo creativo. Las tres sesiones tendrán lugar en Condestable de 16 a 19 horas.

Néstor Basterretxea y el cine
En este ciclo, además, colaboran activamente la Fundación Oteiza y del Festival Punto de Vista. Dentro de la oferta fílmica de ‘Oteiza, Basterretxea, Chillida, lugares de encuentro’, el 27 de noviembre se realizará una sesión con audiovisuales a partir de las 19 horas, con entrada libre. La sesión ‘Néstor Basterretxea y la imagen’ llevará como eje conductor una mesa redonda en la que participarán Manuel Asin, director de Punto de Vista; Peio Aguirre, crítico de arte y Juan Pablo Huercanos, subdirector del Museo Oteiza.

Para empezar, se proyectará ‘Alquezar. Retablo de pasión’ de Néstor Basterretxea & Fernando Larruquert. Este cortometaje de 12 minutos, filmado en 1966, propone una aproximación expresionista a la estética y las formas de la tradición religiosa de la época. Después llegará el turno de ‘Operación H’, de Néstor Basterretxea. El industrial Juan Huarte encargó a Jorge Oteiza y a Néstor Basterretxea sendas propuestas para la realización de un cortometraje documental sobre los productos y los procesos de producción de las empresas del grupo Huarte. El filme, grabado en 1963, dura 12 minutos.

También de Basterretxea es el cortometraje de 5 minutos sin sonido ‘Sin título’, un registro experimental rodado en 16 mm en el que el autor recorre con su cámara diversas fotografías de revistas ilustradas e incorpora algunos collages realizados en directo por él mismo. La cuarta pieza audiovisual es ‘Un retrato de N.B.’ de Peio Aguirre. la película, realizada en el año 2020 se convierte en sus 24 minutos en una biografía y un retrato del artista Néstor Basterretxea (1924-2014). El filme es un documental y un ensayo producido casi en su totalidad a partir de la colección fotográfica del propio artista en el caserío Idurmendieta, en Hondarribia.

El último filme será ’Labo’, de Jesús María Palacios (España, 2019, 13’). la pieza es un acercamiento a la memoria de la antigua Universidad Laboral de Tarragona, desarrollada como modelo formativo acorde con el modelo social y político del régimen franquista. La película combina imágenes de época y registros actuales de la arquitectura y de las expresiones plásticas realizadas por diversos artistas, Basterretxea entre ellos.




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Gau Beltza 2024

En México se libra una batalla "a muerte" en contra del Halloween yanqui como defensa para su propia celebración del Día de Muertos y del Janal Pixan en la Península de Yucatán.

Lo mismo está ocurriendo en Euskal Herria y su Gau Beltza, tal como nos relata este reportaje publicado por Noticias de Gipuzkoa:


Gau Beltza, luz y oscuridad en una noche que habla euskera

El Antiguo y Altza son dos de los barrios donostiarras que disfrutan de esta celebración

Arantxa Lopetegi

A fuerza de mucho trabajo y entusiasmo, en numerosos puntos de Gipuzkoa y en diversos barrios de Donostia la Gau Beltza va comiendo terreno a un Halloween que muchas personas consideran una fiesta importada y sin arraigo.

Recuperar la Gau Beltza es recuperar arcaicas tradiciones, la de las Noches de las Ánimas. Quien quiera saber algo más de esta tradición no tiene más que consultar la web https://gaubeltza.eus.

Porque en Euskal Herria también se conservan relatos en los que se recoge la costumbre de vaciar calabazas, poner una vela en su interior y colocarlas en los caminos para asustar a los vivos y mostrar la ruta a seguir a las ánimas de los fallecidos.

Muchas son las costumbres y ritos que se han ido perdiendo en el tiempo, pero también ha sido importante el trabajo llevado a cabo para recuperarlos.

Y con la Gau Beltza el trabajo va dando sus frutos, que se recogerán mañana en muchos municipios y barrios de los pueblos y ciudades de Euskal Herria.

Beldurrak piztu, Iluntasuna Bizi! (¡Enceder los miedos, Vivir la oscuridad!). Es el lema con el que se vive una jornada que discurre entre la luz y la oscuridad, entre el miedo y la diversión. Y que se disfruta en euskera.

Porque vivir esta singular jornada en euskera y huir del “consumismo”, apostando por crear los disfraces con “trapos viejos” que se encuentren por casa, son algunas de las premisas con las que los barrios donostiarras de Altza y El Antiguo organizan su Gau Beltza.

El Antiguo

El Antiguo es uno de los barrios en los que la Gau Beltza se vive con ganas, gracias a un trabajo que inició la asociación de madres y padres de la ikastola Jakintza, Jakindura, y a la que se suman cada año un mayor número de colectivos.

La Gau Beltza antiguotarra echó a andar en 2021, siguiendo la estela de un movimiento surgido para recuperar esta fiesta a nivel de Euskal Herria.

Jakindura, explica Amaia Kortajarena, quiso activar esta celebración por varios motivos. Uno de ellos, para impulsar el uso del euskera y otro, para recuperar tradiciones antiguas.

“Las niñas y los niños estaban acostumbrándose al truco o trato y decidimos sumarnos al movimiento que se estaba dando en diversos municipios para recuperar una celebración antigua, que no hemos llegado a vivir”, explica Kortajarena.

Un grupo de madres y padres de Jakintza empezó a darle vueltas a una propuesta que “año tras año ha ido extendiéndose”. Tanto es así, que al comprobar que cada vez eran más los colectivos que se adherían a la misma, decidieron crear un logo para la Gau Beltza de El Antiguo que los englobara a todos.

Cada año quienes organizan esta iniciativa se plantean un reto a conseguir. Este año han trabajado para involucrar “a jóvenes y adolescentes”. “Quienes este año están cursando primero de la ESO, incluso segundo, ya conocen la Gau Beltza, también en la escuela porque el cuarto año que se organiza. Pero los que son algo mayores no tanto”, apunta.

Esta edición, entre otros agentes, el Instituto Luberri se ha involucrado en esta iniciativa y, en palabras de Kortajarena “ha hecho un gran trabajo”, profundizando en los personajes de la noche de la mitología vasca y en temas como el miedo o la muerte.

La Gau Beltza del Antiguo quiere alejarse del consumismo a la hora de elaborar los disfraces. “Tenemos nuestros bailes, nuestras koplas, pero veíamos que los disfraces eran comprados, como ajenos. Sin imponer, pero con ejemplos, hemos querido fomentar que los disfraces se elaboren con materiales que se tengan en casa”, explica Kortajarena.

“También nos hemos planteado como reto que madres y padres participen y se disfracen. Se verá si lo hemos conseguido”, señala.

Para mañana la diversión está asegurada. Uno de los ingredientes de la jornada es una especie de búsqueda del tesoro por los comercios del barrio, cada vez más, en el que los txikis deben hallar los trabajos manuales que ido haciendo previamente. Las palabras clave, por supuesto, en euskera.

A partir de las 16.30 horas quienes se acerquen a El Antiguo podrán tomar parte en la sesión de fotos, “el txoko del miedo” donde depositar por escrito los que esconde cada cual y juegos para los más pequeños. Después, le tocará el turno a un recorrido también con tintes tenebrosos, que comenzará en Txalupagillene y acabará en el frontón, donde a las 19.00 se dará inicio al que han bautizado como Akelarre, con diversas actuaciones. La fiesta se despedirá de El Antiguo a las 20.30 horas con el zezen suzko.

Altza

En Altza la Gau Beltza, que nació asimismo en 2021, es un atractivo que congrega cada año a un mayor número de personas. Organizado también por madres y padres de los centros escolares del barrio, la fiesta calienta motores los días anteriores con distintas propuestas, como la de hoy, con el taller en el que se procederá al vaciado de las calabazas y el reparto de velas para colocarlas en su interior.

La idea surgió también de un grupo de madres y padres que pensaron “que sería bonito hacer algo así en nuestro barrio, con el euskera como eje, para reforzarlo, porque esta zona no es muy euskalduna”, detalla Oihana Latasa.

 “Viendo que Halloween tenía cada vez más fuerza en el entorno y que todavía no había llegado al barrio, pensamos que podíamos poner en marcha una alternativa”, añade.

“Es una actividad que empezamos a hacer solo en euskera y que se sigue haciendo solo en euskera. Viene gente muy diferente, pero todo el mundo tiene asumido que es una fiesta en euskera”, incide Latasa.

La unión hace la fuerza, y por ello han sido varios los centros escolares que se han sumado a la propuesta en la que también colabora Bizarrain Euskara Elkartea. En la primera edición su organización requirió de innumerables reuniones. Pero la experiencia es un grado, y este año han sido muchas menos porque se ha optado por un reparto de la tareas y por encuentros de puesta en común.

En los centros se explica qué es y cuál es la historia de la Gau Beltza y se dan pautas para que cada cual se haga su propio disfraz con trapos viejos e imaginación. También ensayan para tomar parte activa en el Zazpi Jauzi, baile de despedida.

A Latasa le ha tocado asumir la tarea de organizar el tema de la decoración pidiendo objetos a las y los baserritarras del entorno, como “mazorcas para adorar el Ayuntamiento”, madera para hacer fuego, hablar con los actores y actrices sobre su vestimenta... El trabajo administrativo de obtención de permisos, etc. le ha correspondido a otra persona y el resto de cometidos se han ido repartiendo.

Aunque en los días previos la actividad también ha sido incesante, mañana es el día grande.

A las 17.00 comenzará la fiesta con la colocación de adornos en la zona y los juegos organizados por el haurtxoko.

Pero el plato fuerte empieza a las 19.00 horas. Malabaristas, dantzaris, txalaparta, un acto de quema de los miedos, pintxos, DJ Jhony, un recorrido de las ánimas y zezen suzko son los ingredientes de una pócima irresistible. 




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miércoles, 30 de octubre de 2024

Lasheras | Palabras Obedientes, Actos Rebeldes

El siguiente texto lo traemos a ustedes desde el portal de Resumen Latinoamericano, en el mismo, su autora pone al desnudo la aporofobia que ha salido a relucir como respuesta a una iniciativa solidaria muy particular.

Lean ustedes:


Palabras obedientes, actos rebeldes

Amparo Lasheras

Donostia se encuentra en ese pequeño país llamado Euskara Herria, que también es el mío. Es la capital de Guipúzcoa, uno de los siete territorios que componen mi “paisito”, como diría el poeta Mario Benedetti, y una de las ciudades más hermosas de la costa cantábrica. Fue ciudad de veraneos aristocráticos y de reyes, de espías, de artistas y jugadores de la Belle Époque que se daban cita en su célebre Casino. En la Donostia más moderna, por el Festival Internacional de Cine (Donostiako Nazioarteko Zinemaldia), inaugurado en setiembre de 1953, han pasado los mejores cineastas y los actores y actrices con más glamour de Europa y de Hollywood. En el Jazzaldia (Festival Internacional de Jazz) se ha escuchado y se sigue escuchando a las grandes leyendas del jazz y, en los conciertos en la playa de Zurriola o en el nuevo Kursaal, han actuado desde el cantautor cubano Silvio Rodríguez hasta Bruce Springsteen. Y en su universidad gastronómica el Basque Culinary Center estudian los que en un futuro serán los chefs más solicitados del mundo.

Con este currículo es fácil adivinar que Donostia es también una de las ciudades más turísticas de Europa. Por lo tanto, el boom de los apartamentos turísticos ha hecho su trabajo neoliberal y la ha convertido en una ciudad donde la vivienda ha dejado de ser un derecho para considerarla un negocio de alto standing.

Sin embargo, detrás de esa imagen tan exclusiva existe otra ciudad más anónima. La que se viste con las miserias de la injusticia capitalista, la que duerme en la calle y forma parte de la pobreza oculta. Hoy en Donostia, según fuentes institucionales, 404 personas viven en la calle, en su mayoría hombres jóvenes o inmigrantes. “Probablemente habrá más que no aparecen en los informes del Ayuntamiento”, afirma Agus Rekalde, una de las responsables de la plataforma ciudadana KAS (Kaleko Afari Solidarioak, nombre en euskera de Cenas Callejeras Solidarias). Este colectivo, los 365 días del año y desde el 2020, reparte comida a las personas en situación de calle y a otras muy vulnerables económicamente. Lo hace en tres puntos de la ciudad, el barrio de Egia, Amara y junto a los arcos de la Konsti, en la parte vieja.

Al leer algunos medios de comunicación o escuchar ciertas opiniones políticas sobre esta iniciativa ciudadana, volví a pensar en el poder que tienen las palabras para crear una realidad y adaptar el pensamiento de la gente a la ideología hegemónica de la gobernanza mundial. A cuenta del trabajo solidario de KAS, en Egia, un barrio que se puede definir entre trabajador y de clase media, ha surgido un grupo de vecinos entre los que se encuentran concejales del Partido Popular, que han decidido convocar manifestaciones en contra de estos actos solidarios. Para ello han elaborado un contundente mensaje hablando de inseguridad, criminalidad, delincuencia e inmigración. Como escribí hace unos días, estas palabras constituyen la clave necesaria para articular un discurso racista e inculcar en la clase media el miedo a ser pobres algún día. La consecuencia fue que el Ayuntamiento prohibió el reparto de comida para “garantizar la seguridad” de los vecinos. A pesar de la prohibición administrativa y policial, las cenas han continuado en otras partes de la ciudad y, además, como confirman responsables de la plataforma, han contado con un inesperado y activo apoyo popular. La intención y la idea de mostrar la solidaridad como una idea perturbadora del orden que caracteriza la indiferencia del individualismo ha fracasado ante la práctica real de lo que, en la batalla de las ideas y no de las palabras, se llama desobediencia y rebeldía social.

En todas las ciudades siempre existen dos historias que contar. El relato lo escriben la desigualdad que impone el capitalismo y la lucha de clases que se desnuda mil veces ante la realidad, aunque, al hablar de ella, se le cubra con otras palabras más obedientes y olvidadizas.

 

 

 

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El No a la Constitución Europea

En esta ocasión la visita a la hemeroteca nos lleva a 2004, año en la que se dijo no a la Constitución para Europa.

Aquí lo que nos presenta Naiz, para quienes quieran saber más del tema:


Los jefes de Estado firmaron la Constitución Europea que luego la población no refrendó

El 29 de octubre de 2004 los veinticinco jefes de Estado de la Unión Europea firmaron en Roma el llamado Tratado por el que se establece una Constitución para Europa, que después no entró en vigor al ser rechazado en las urnas por la mayoría de la ciudadanía del Estado francés y los Países Bajos.

Iñaki Iriondo

En el Salón de los Museos Capitalinos de Roma, con la estatua del papa Inocencio X de fondo, y con la solemnidad que exigía el paso decisivo que se estaba dando, el 29 de octubre de 2004, los 25 jefes de Estado de la Unión Europea firmaron el llamado Tratado por el que se establece una Constitución para Europa, conocido como Constitución Europea. Se pretendía que reemplazara a los tratados constitutivos anteriores de la UE y a los que después los fueron modificando, como los de Bruselas, Acta Única Europea, Maastricht, Ámsterdam, Niza o los sucesivos Tratados de Adhesión.

Pero en el análisis que al día siguiente publicó en GARA, Josu Juaristi ya advertía de que pese a las rimbombantes declaraciones de unos y otros durante el acto de la firma, en realidad la UE no tenía todavía esa Constitución, puesto que a partir de ese día se abría un «complicado e incierto» proceso de ratificación del tratado constitucional.

La Unión tenía dos años para hacerlo y cada estado lo haría según el procedimiento interno previsto. Muchos de los estados lo harían por vía exclusivamente parlamentaria, mientras que otros –como los estados español y francés– lo iban a hacer por referéndum, lo que ya se recogía en estas páginas que era «un ejercicio de alto riesgo».

Y vaya si lo fue. La ciudadanía del Estado francés en referéndum y la de los Países Bajos en una consulta no vinculante organizada por el Gobierno rechazaron la Constitución Europea. Se pretendía que el tratado constitucional entrase en vigor el 11 de noviembre de 2006, pero con el rechazo de estos dos importantes estados fundadores de la Unión Europea al proyecto constitucional, el proceso de ratificación se paralizó.

Los referéndums en Euskal Herria

Tras la firma del tratado en Roma, el editorial de GARA ya señalaba que ante los referéndums que debían darse era preciso que la ciudadanía estuviera bien informada de las consecuencias de esta Constitución Europea, entre ellas, la imposición de un modelo neoliberal que pondría importantes restricciones a que cada estado pueda organizar libremente sus servicios públicos y traería una flexibilización del mercado laboral. También advertía de lo negativo que resultaba el tratado para las lenguas de los pueblos sin estado.

El referéndum en el Estado español se celebró el 20 de febrero de 2005, bajo un Gobierno de José Luis Zapatero, Con una abstención enorme, del 57,6%, el apoyo al «sí» fue del 76,7%, mientras que el «no» se quedó en el 17,2%.

Pero los resultados fueron muy distintos en los cuatro territorios de Hego Euskal Herria, donde el porcentaje del «no» dobló prácticamente al del conjunto del Estado español, al tiempo que la abstención resultó muy superior. Esto llevó a que GARA destacara al día siguiente que «casi el 75% del censo de Hego Euskal Herria da la espalda a la Constitución Europea», es decir, apenas uno de cada cuatro electores del censo vasco le dio un «sí» al tratado.

Y eso que PNV, PSOE y PP hicieron campaña a favor del «sí», cada cual por sus razones. Por ejemplo, en los mítines de cierre de campaña, Josu Jon Imaz, entonces presidente del EBB, aseguró que el tratado reducía la soberanía estatal, mientras que Patxi López y María San Gil se basaron en que impediría el Plan de Ibarretxe, al que poco antes ya le habían dado un portazo en el Congreso de los Diputados.

Entre quienes se oponían a la Constitución Europea se encontraban la izquierda abertzale –entonces ilegalizada–, Eusko Alkartasuna, Aralar y Ezker Batua. También se conformaron una Iniciativa por el No que pretendía mostrar a Europa con ese voto contrario que «somos un pueblo» y una Plataforma Social por el No. También se movilizaron por la papeleta negativa el EPPK, que apuntó que «el tratado encarcela a Euskal Herria», Askapena y la Asamblea Anti-TAV.

En Ipar Euskal Herria el referéndum se celebró el 28 de mayo de 2005. Y si en el conjunto del Estado francés ganó el «no» con un 54,8% del voto, frente al 45,32% de «síes», en Iparralde las papeletas de apoyo ganaron por poco, con un 50,64% de «síes» frente al 49,35 de «noes». Las zonas del interior se mostraron contrarias a la Constitución, mientras que el mayor peso del voto afirmativo de la aglomeración urbana del BAB, en la costa –la zona más densamente poblada–, fue el que ocasiona que el balance del conjunto de Iparralde se inclinara levemente por el «sí».

La participación en el Estado francés se acercó al 70% y fue la movilización de los votantes de izquierda, y también de la extrema derecha, la que decantó el «no» final, puesto que mientras el electorado del gobernante UMP y de la segunda fuerza de le derecha, la UDF, obedecieron las proclamas por el «sí», el votante del PSF y de los Verdes que habían apoyado oficialmente el tratado no consiguieron convencer a sus bases.

Y este resultado, sumado al que se dio pocos días después, el 1 de junio, en los Países Bajos, donde un 61,6% votó «no», hizo que la pomposa firma del 29 de octubre de 2004 en Roma quedara finalmente en papel mojado.




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El Fin de la Ley Mordaza

En este blog hemos denunciado la Ley Mordaza desde el día uno.

Este reportaje de Naiz nos adelanta que dicha legislación antidemocrática puede estar llegando a su fin:


Plácet de la mayoría de investidura a tramitar la ley que acabará con la Mordaza

Los votos de la mayoría de investidura permiten que arranque la tramitación de la Ley Orgánica de Protección de las Libertades y Seguridad, que sustituirá a la controvertida Ley Mordaza, aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2015. Podemos y Junts han exigido más cambios, al igual que BNG.

Agustín Goikoetxea

La mayoría de investidura ha dada luz verde esta tarde en el Pleno del Congreso de los Diputados al inicio de la tramitación la proposición de Ley Orgánica de Protección de las Libertades y Seguridad Ciudadana, que persigue acabar con los aspectos más lesivos de la Ley Mordaza. Podemos y Junts, que han anticipado enmiendas para profundizar en la reforma en la tramitación posterior, han votado a favor sumándose a PSOE, Sumar, EH Bildu, ERC, PNV y BNG, impulsores de la reforma legislativa. El resultado de esta toma de consideración ha sido de 176 síes frente a 170 noes.

Este proyecto, que se ha convertido en un nuevo ariete contra el Gobierno de Pedro Sánchez, será admitido con ello a trámite, tal y como han anunciado los diferentes grupos parlamentarios que han explicado su posición en la sesión plenaria. Se aprueba además el procedimiento de urgencia, reduciendo a la mitad todos los plazos, para que la ley se apruebe a final de año o al inicio de 2025, cuando se cumple una década de la aprobada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy.

No ha habido sorpresa, ya que horas antes la portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, y su homólogo en el PSOE, Patxi López, habían avanzado que disponían de los apoyos necesarios para arrancar con la tramitación parlamentaria.

La mayoría de investidura tiene enfrente a PP, Vox y UPN, que se han manifestado por la mañana ante la Cámara Baja junto a sindicatos de policías y guardias civiles contra la reforma, afirmando que supondrá la pérdida del principio de autoridad para los agentes. En esa protesta ha estado el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que ha compartido espacio junto a Javier Ortega Smith, de Vox, y la exdiputada ultraderechista Macarena Olona.

Por la tarde, los representantes de Jucil y Jupol han acudido a la tribuna de invitados para seguir la sesión, menos los minutos en que ha intervenido el diputado de EH Bildu Jon Iñarritu. Tras la pose, Núñez Feijóo no se ha sentado en su escaño por la tarde en el debate.

Las movilizaciones de los sindicatos policiales y asociaciones profesionales han estado muy presente en las primeras palabras del diputado del PSOE David Serrada, que ha saludado la presencia de sus portavoces y les ha asegurado que la nueva ley protege tanto a los agentes como a la ciudadanía frente al recorte de derechos que propició en 2015 la mayoría absoluta del PP.

Serrada ha sostenido que se encontraban ante uno de los debates «más relevantes» de la legislatura, que ha sostenido que busca profundizar en un modelo de seguridad en el que prime la defensa de derechos y libertades.

«Urgencia democrática»

Enrique Santiago, de Sumar, ha considerado que esta ley es una «urgencia democrática», que busca derogar todos los «contenidos liberticidas» de la Ley Mordaza. El diputado ha reclamado «tranquilidad» a los sindicatos policiales, a quienes ha pedido que no se dejen «manipular» por el PP, subrayando el respaldo alcanzado en torno a esta proposición de ley.

Santiago ha abogado por que se tramite con celeridad, al estimar que es la «última oportunidad» para dar un giro desde un punto de vista progresista. Tras enumerar aspectos de la propuesta legislativa, ha incidido en que se recogen «reivindicaciones históricas» de asociaciones de derechos humanos. Por ejemplo, Amnistía Internacional ha remitido una comunicación a los grupos parlamentarios para que respalden la toma en consideración, aunque reconoce que hay que ir más allá.

Desde EH Bildu, Jon Iñarritu ha defendido el acuerdo alcanzado con el PSOE, centrando su primer turno en los puntos que han propiciado el acercamiento de posturas, como son acabar con la discrecionalidad en sanciones tanto por falta de respeto a la autoridad como por desobediencia, poner fin al uso de pelotas de goma y erradicar las devoluciones en caliente en la frontera.

Iñarritu ha recordado que la reforma va en sintonía con las reivindicaciones de organizaciones sociales pero también de la Comisión de Venecia, Consejo de Europa y relatores de Naciones Unidas. El independentista vasco ha destacado que esta iniciativa supone una «nueva oportunidad» para «acabar con una ley que no ha sido más que un instrumento de represión ciudadana».

El jeltzale Mikel Legarda ha criticado el acuerdo bilateral entre PSOE y EH Bildu, en vez de haber abordado una negociación más amplia «para limar diferencias». Por ello, ha avisado «que no dan por cerrados acuerdos en los que no hayan participado previamente».

El diputado del PNV ha adelantado que se reservan «el derecho a la reconsideración, en su caso, de alguna cuestión fruto del equilibrio de cesiones mutuas que quizá ahora pudiera haber quedado algo descompensada», en referencia, por ejemplo, al empeño de su partido por preservar el principio de autoridad en manos de los policías.

Desde las filas de ERC, Francesc Marc Álvaro ha admitido que la proposición de ley podría ser menos ambigua si fijara una fecha concreta para la prohibición de las pelotas de goma o eliminara explícitamente las devoluciones en caliente. «Pero la política es ponerse de acuerdo», ha asumido, antes de congratularse de que la Ley de Seguridad Ciudadana pueda dejar de ser la «ley bozal», una normativa que, ha incidido, «nos acercaba más a Turquía que a Suecia».

Néstor Rego, del BNG, ha expuesto que realizarán aportaciones a la ley para que sea «plenamente respetuosa con los derechos democráticos», algo que decantará el sentido de su voto. Ha lamentado, a la vista del contenido de la redacción de la propuesta de ley, que no se vayan a evitar excesos policiales.

Falta firmeza

Josep Pagès, de Junts, ha advertido de que no están dispuestos a aceptar «el chantaje de la adhesión total o nada», apuntado a que presentarán distintas enmiendas, como la que fije la desaparición del uso de las pelotas de goma, ya que entienden que falta firmeza en esa intención, y ha lamentado que la reforma se limite a «pulir» los aspectos más lesivos de la legislación actual pero «sin enfadar» a los sindicatos policiales.

Antes, Martina Velarde, de Podemos, ha considerado «insuficiente» el contenido de la proposición, calificándola de «reforma parcial». Así, ha citado el caso de las devoluciones en caliente, cuya desaparición –entiende– pende de una posterior reforma de la Ley de Extranjería, para la que se fija un plazo de seis meses.

Para esta formación, la derogación de la Ley Mordaza está en el punto de marzo de 2023, cuando EH Bildu y ERC no la apoyaron finalmente por insuficiente, avanzando que presentarán enmiendas para profundizar. «Llegamos muy tarde», ha alertado Velarde, recordando las «cientos de miles» de personas afectadas.

En un tono bronco, Miguel Tellado, del PP, ha denominado la iniciativa como «la ley Otegi de inseguridad ciudadana», asegurando que EH Bildu se ha cobrado su «precio más apetitoso al rebajar la protección a un colectivo que siempre ha tenido en el punto de mira». «Que esa calaña esté detrás de esta ley debería avergonzar al PSOE», ha enfatizado.

En esa línea, Alberto Catalán, de UPN, ha dicho que «serán los herederos políticos de ETA, los que organizaban la kale borroka, los que van a decidir cómo se van a disolver las manifestaciones».




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martes, 29 de octubre de 2024

El Secuestro de la Decencia

La más obscena vascofobia quedó al descubierto un 29 de octubre pero de 1996 en un entuerto que debió haber convertido en burla a todos los que fueron partícipes de este, como el promotor de la tortura Baltasar Garzón o el fallido candidato a lehendakari  Jaime Mayor Oreja.

Vean lo que nos trae Naiz desde la hemeroteca de Egin:


Ridículo general: Martín Prieto no estaba secuestrado, estaba de parranda

«Al colega Martín Prieto lo secuestraron una rubia y un arrebato. Dejó familia, hacienda, tabaco, cartera y medicinas y tomó las de Villadiego, camino de un acogedor zulo donde desfogar toda la tensión acumulada desde los tiempos de Argentina, el juicio de Campamento y, sobre todo, la cruzada contra los vascos separatistas».

Así iniciaba su columna en 'Egin' Martin Garitano sobre uno de los mayores ridículos cometidos por el periodismo español de la mano de algunos insignes políticos. La espantada de José Luis Martín Prieto, un conocido comentarista español, ocasionó una auténtica conmoción. Periodistas, gobernantes, jueces… se movilizaron ante lo que montaron como un secuestro de ETA. No había vuelto a casa y fue una mañana de congoja. Horas después, para vergüenza y pasmo de todos ellos, el citado periodista apareció en un hotel cercano a su domicilio que había abandonado a las dos de la tarde con una señora que acudió a buscarle.

Según la crónica que firmaba Elvira Lalana, corresponsal de 'Egin' en Madrid, la señora era «joven, alta y rubia». Y añadía que «la noticia saltaba a primera hora de la mañana. El periodista José Luis Martín Prieto había sido secuestrado. La llorosa voz de Luis del Olmo, que recordaba a Carlos Arias Navarro anunciando la muerte del 'generalísimo', dio la noticia de la misteriosa desaparición en brillante exclusiva».

Los principales figuras de los medios acudieron a su domicilio a expresar su solidaridad con la esposa del «secuestrado» y también llegaron el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y varios jueces de la Audiencia Nacional como Baltasar Garzón y Javier Gómez de Liaño.

Elvira Lalana contó que hacia las diez menos cuarto de la mañana, aparentemente ajeno a todo el lío que había montado, el propio Martín Prieto llamó a su periódico, 'El Mundo', para pedir el número de teléfono de una secretaria de redacción. Media hora después repitió llamada para otra gestión. Luis del Olmo todavía dudaba, pero el «secuestrado», a través de intermediarios, prometía que llamaría a su mujer para desmentir el secuestro.

«Sin embargo, por esas circunstancia de la vida que uno no debe poder contar, el telefonazo se demoraba para aumentar la confusión general». «Para el mediodía, todo el mundo sabía que Martín Prieto estaba bien, pero nadie acertaba a sacar la pata con un pelín de dignidad», en palabras de Elvira Lalana.

Porque, como sentenció Martin Garitano, «los buenos amigos del colega, cegados por la solidaridad y el afán de protagonismo, no contaron con la posibilidad de que Martín Prieto hubiera preferido engrosar la larga lista de los que marcharon a por tabaco y volvieron a los tres días, con la camiseta del revés, embriagados de perfume barato, la sonrisa en los labios y el mundo por montera».

 

 

 

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El Lente de Clemente Bernad

Desde las páginas de El Diario traemos a ustedes este reportaje acerca de una exposición fotográfica muy particular, cuyo autor, ya ha tenido que lidiar con el oscurantismo españolista:


'Hemendik Hurbil', 30 años de memoria histórica sobre la violencia en Euskadi, en la cámara de Clemente Bernad

La exposición trata de ofrecer un fresco de los años más duros en Euskal Herria a través de casi medio millar de instantáneas que cubren la violencia desde todos los ángulos

Jordi Sabaté

“Durante muchos años la violencia se te presentaba con solo abrir el portal de tu edificio”, dice el fotógrafo Clemente Bernad (Pamplona-Iruñea, 1963). Él la descubrió una mañana de 1987 en su ciudad natal tras regresar de estudiar Bellas Artes en Barcelona; tenía 24 años. Cuenta que al salir del edificio vio una pegatina en la puerta reclamando el acercamiento de un preso etarra a prisiones vascas.

“El matiz era que la pegatina estaba totalmente arañada con una llave, lo cual escenifica de un modo muy potente el conflicto en Euskal Herria: alguien puso la pegatina y otra persona, que no estaba de acuerdo con la reivindicación, la desgarró”, explica Bernad para ilustrar la enorme polarización de aquel periodo.

 Fue entonces cuando decidió retratar con su cámara lo que él llama “el conflicto” –“sé que en la mayoría de los medios le suelen poner comillas, pero para mí es un conflicto”, suelta– tratando de mostrar el sufrimiento en ambos lados. “Pasé de preocuparme de la violencia a ocuparme de ella”, agrega. Así lo ha contado durante la presentación de Hemendik Hurbil / Prop d'aquí (Cerca de aquí), su nueva exposición que recala en el Palau de la Virreina de Barcelona y que comprende 470 imágenes tomadas durante 31 años, desde aquella lejana mañana de 1987 hasta el fin del ciclo violento, cuando el 4 de mayo de 2018 se lee en la localidad vascofrancesa de Kanbo la declaración de Arnaga que ponía fin a ETA.

Las imágenes de la exposición están recopiladas, a su vez, en un grueso libro que además contiene textos de significadas personalidades, artistas e intelectuales, como Bernado Atxaga o el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica Emilio Silva. A este respecto, Bernad ha reivindicado que su trabajo “es un acto de memoria histórica”.

“Ha sido muy largo y en ocasiones me ha superado la sensación de hastío y desesperanza”, dice el artista, que explica que entre 2007 y 2015 decidió alejarse de este monumental proyecto. El motivo fue una exposición en el museo Guggenheim para celebrar el décimo aniversario de su creación; estaba comisariada por Rosa Martínez y ella pensó que era interesante que el fotógrafo tuviera un espacio con catorce fotografías.

“Pedimos permiso para usarlas a las personas que aparecían y nos lo otorgaron, salvo en el caso de una imagen, que es la de la radiografía del cráneo de Miguel Ángel Blanco”, relata. La prensa se enteró de la negativa y creó una dinámica contra Bernad que casi termina en enjuiciamiento. “Trataron de acusarme de enaltecimiento del terrorismo”, denuncia. “Aquello me hizo mucho daño”, asegura y proclama que durante los 31 años retratados en la exposición “me he sentido completamente solo”.

El caso Egin como revulsivo

En 2015 ocurre un suceso que reaviva la curiosidad de Bernad por el proyecto: se levanta el cierre del diario Egin, que la Guardia Civil había ejecutado en 2001, y el artista puede entrar en las oficinas y las rotativas. “Todo estaba igual que el día el cierre, solo que muy deteriorado ya, inservible”, relata.

En las oficinas de la redacción se encontró con archivos fotográficos –“estaba todo desperdigado por el suelo en carpetas”–, tanto de imágenes en papel como negativos. “Fotografié todo como un forense que registra los hechos”, apunta y apostilla: “aquello era tremendo, se había cometido una gran injusticia con Egin y al final el Supremo dejó sin efecto el cierre”.

 “A veces la gente me comenta que algunas de mis fotografías les provocan mucho dolor y creo que es normal, porque mis imágenes son retratos del dolor de una sociedad que, como dice Bernado Atxaga en uno de los textos que acompañan al libro, cayó en la abismalidad”, sentencia con gravedad el artista, que seguidamente aclara que “abismalidad” es una palabra inventada por el escritor para definir la sensación que durante demasiado tiempo tuvo la sociedad vasca de que iba hacia el abismo.

Un trabajo delicado, pero necesario

Con las imágenes tomadas en Egin, Bernad decide cerrar el proyecto y preparar el libro, que finalmente ha dado lugar a la exposición, gracias a la labor de su comisario, el crítico y curador Carles Guerra. Este ha destacado en la presentación que el de Bernad “es un trabajo [políticamente] muy delicado, pero también necesario para dar testimonio de lo que fue una época”.

“Son imágenes pensadas para que calen poco a poco en quien las mira”, insiste Guerra sobre unos retratos que, en efecto, están desprovistos en superficie de dramatismo y efectismos, pero que observados reposadamente desprenden tensión, rabia, resignación y, sobre todo, una gran carga de fondo de violencia. Bernad, al estilo de Cartier-Bresson, se fija en los secundarios para dar cuenta de la dimensión de los acontecimientos.

Guerra se ha referido también a la disposición de las fotografías: “En muchas ocasiones la labor del comisario es la de un decorador que decide cómo se distribuyen los espacios en una exposición, pero en casos como este está labor trasciende y obliga a un esfuerzo distinto”. Al respecto, ha explicado que las imágenes no se han dispuesto siguiendo ningún tipo de secuencia temporal “sino que se distribuyen de una manera aleatoria en la pared para reflejar la sensación de caos que fue en realidad el conflicto”.

Museos en crisis ideológica

Así, se mezclan entierros de etarras con los de guardias civiles y ertzainas, y entre medio disturbios, fuego, encapuchados, familiares desolados e incluso algunos paisajes campestres, como si fueran oasis de paz necesarios entre tanto dolor colgado de la pared. De hecho Hemendik Hurbil / Prop d'aquí cuenta con cuatro salas, dos de ellas con varias series de retratos expuestos en papel tratado con emulsiones de plata y selenio. Las otras dos contienen grandes pantallas donde se exponen en bucle el resto de las 470 imágenes que comprenden la exposición.

Finalmente, el director de La Virreina Centre de la Imatge Valentin Roma ha asegurado que tras haber tenido en el centro a Jeff Wall en la exposición anterior, “la de Bernad es tan importante o más si cabe”. El motivo, según Roma, es que con Hemendik Hurbil / Prop d'aquí se abre un periodo nuevo en el museo de crisis ideológica.

 “La mayoría de museos están desarrollando un lenguaje ideologizado, pero a la vez están intentando evitar crear cualquier tipo de tensión política, evitando así entrar en conflictos históricos específicos”, ha opinado para sentenciar: “A eso le podríamos llamar crisis ideológica”. En consecuencia, para Roma esta muestra es “la apertura de la Virreina a un espacio de reflexión sobre esta crisis ideológica”, donde ha augurado que se realizarán más exposiciones de naturaleza política y, seguramente, polémica.

Más allá de las reflexiones de Roma sobre el papel de los museos en el debate político, Hemendik Hurbil / Prop d'aquí resultará para el espectador una sucesión abrumadora de imágenes cargadas de tensión, dolor y violencia. Son instantáneas de un tiempo que a algunas personas de cierta edad nos resultará más familiar y a otras, más jóvenes, ajeno o novedoso. Pero a todos, probablemente, nos embargarán por la carga emocional con la que Clemente Bernad ha sabido impregnarlas. 

 




 




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lunes, 28 de octubre de 2024

A la Búsqueda de las Raíces

Siendo el nuestro un blog editado y publicado desde la diáspora vasca y para la diáspora vasca nos da gusto presentar a ustedes a Scott Zúñiga por medio de este artículo dedicado a su persona y a su búsqueda de su identidad, mismo que ha sido publicado en las páginas de Noticias de Álava, así que adelante:


Un norteamericano descubre sus raíces vascas gracias al euskera: “Me toca el corazón”

El creador de contenido Scott Zúñiga suele compartir con su comunidad de seguidores sus progresos con la lengua vasca

Aitor Ruiz

Scott Zúñiga, un músico de Estados Unidos, ha descubierto este verano algo que le ha cambiado la vida: sus raíces vascas, en parte por el origen de su apellido. Al darse cuenta de esto, el creador de contenido ha conocido el euskera, la lengua de sus antepasados, y ha comenzado un aprendizaje que comparte con pasión en sus redes sociales.

En sus perfiles de Instagram y TikTok, @kaixoscott, este estadounidense comparte su progreso y crecimiento con el idioma, capturando el interés de una comunidad que admira su dedicación.

Un desafío apasionante

“Mi meta en la vida es aprender euskera para conectarme a mis raíces”, confiesa Scott en uno de sus videos, donde sus seguidores le animan a seguir aprendiendo la lengua vasca y a expresar su entusiasmo.

Pese a que nuestro idioma no está emparentado con ningún otro, esto no impide que otras personas totalmente ajenas se animen al reto de aprenderlo. De hecho, el mismo norteamericano cree que es “el idioma más útil que hay" y que “me toca el corazón”.

El viaje apenas comienza

La primera publicación de Scott en redes sociales, donde se presentó en euskera, fue en agosto. Desde entonces, ha informado cada pequeño paso en su aprendizaje, usando su cuenta para practicar y para recibir la opinión de hablantes nativos y otros estudiantes.

Actualmente cuenta con cerca de 3.000 seguidores, muchos de ellos vascos que le animan a seguir adelante en este viaje. “Estatubatuar bat euskara ikasten” (“Un americano aprendiendo euskera”) es la frase que aparece en la biografía de sus cuentas.

El viaje de Scott no se limita a la teoría: además de estudiar, se ha atrevido a cantar en euskera y recientemente concedió una entrevista radiofónica, donde sorprendió a la audiencia con su pronunciación.  

Una conexión con el euskera a través de la música

Para Scott, la música ha sido una de las claves en su aprendizaje. Entre las canciones que lo han ayudado destacan “Txoria Txori,” “Zurekin Batera” y “Azken Rokanrola.” Estas canciones le han permitido conectar con el idioma de una manera emocional y personal.

Scott explica que el arte y la música tocan una parte especial de su ser, y que el euskera, como idioma, tiene el mismo efecto.

 “Cada palabra es como una nota musical que quiero entender y expresar correctamente,” explica en uno de sus videos. Su pasión por la música y el lenguaje le ha permitido encontrar un camino de expresión y autenticidad en su proceso de aprendizaje.

En sus redes, Scott comparte videos en los que practica palabras y frases cotidianas, como “kaixo” (hola), “egun on” (buenos días) y “eskerrik asko” (gracias), expresiones que, según él, usa a diario para integrarlas de manera natural en su vida.

Un fenómeno viral y ejemplo de perseverancia

La historia de Scott ha cobrado popularidad entre el público vasco, que lo ve como un ejemplo de perseverancia y respeto por el euskera. A pesar de la barrera del idioma, Scott continúa avanzando, motivado por su deseo de mantener vivo el legado de su familia.

Su historia ha resonado también en la diáspora vasca, recordando a muchos que el euskera no es solo un idioma, sino un símbolo de identidad.

El fenómeno de Scott en redes ha logrado romper las barreras geográficas y culturales, convirtiéndolo en un pequeño embajador del idioma vasco. Su aventura ha inspirado a otros extranjeros interesados en la lengua y ha generado una conversación en torno a la importancia de preservar y promover idiomas como el euskera, que han resistido el paso del tiempo y la globalización. 




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domingo, 27 de octubre de 2024

Castells Fue a Estrasburgo

Naiz continúa haciendo un importante ejercicio de memoria reciente con este reportaje acerca de la hazaña lograda por el abogado Miguel Castells.

Lectura más que recomendada:


Castells vs. España, radiografía del primer caso vasco ante el TEDH

Un artículo publicado por Miguel Castells en 'Punto y Hora' en 1979 fue el germen de la primera condena de Estrasburgo contra el Estado español por violar los derechos de un ciudadano vasco. El caso fue juzgado en el Supremo tal día como hoy y acabó provocando un cambio en la legislación española.

Beñat Zaldua

Estamos en el despacho de un juez instructor en Madrid. Es 1979 y Miguel Castells, abogado y a la sazón senador de Herri Batasuna, presta declaración por el caso abierto a raíz de una querella del Fiscal General del Estado, el falangista Juan Manuel Fanjul Sedeño, por injurias contra el Gobierno. 45 años después, el acusado recuerda así su declaración:

-Bueno, ¿pone usted la fianza o no?
-No voy a poner un real.
-Pues voy a tener que meterlo en la cárcel.
-Pues métame.
-Pero piense usted en su familia.
-Mi hijo está aquí, en el recibidor, para ver si puedo despedirme de él.
-Pero hombre, Castells, pídame que le rebaje la fianza.
-Que no pago un real, lo que yo denuncio es real y lo que tienen que hacer ustedes es abrir un sumario por todos estos casos.
-Presénteme un escrito solicitándome que le quite la fianza.
-Que no.
-Bueno, bueno, ya pensaré lo que hago, ahora márchese.

Una época. Desde un despacho en el que sigue trabajando a los 93 años –¿hay algún abogado en el mundo con una carrera en activo de 66 años?–, Castells insiste en que las cosas hay que entenderlas en su contexto, que no sirve diseccionarlas y aislarlas para traerlas al presente. Y en esa época, eso era lo normal: «Era una decisión colectiva, un poco india, pero era así: nosotros amenazábamos al régimen con ir a la cárcel, no nos amenazaban ellos». Tenía su «pequeña trampa» en aquellos casos, reconoce: «La pena que se podía recibir no era excesivamente elevada».

A las 24 horas de prestar declaración, el juez instructor revocó el auto de prisión eludible con fianza y acordó la libertad provisional.

La escena tiene unos antecedentes y un largo epílogo que acaba, una década más tarde, con la primera sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) contra el Estado español por vulnerar los derechos de un ciudadano vasco. Llegaremos a ello.

El punto de partida es un artículo publicado por Castells en 'Punto y Hora' en junio de 1979 con el título «Insultante impunidad». Se trata de un espeluznante compendio de muertes no esclarecidas ni depuradas de ciudadanos vascos a manos de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de elementos de ultraderecha, en el que se subraya la impunidad con la que actúan unos y otros y se denuncia la responsabilidad del Gobierno: «Detrás de estas acciones solo puede estar el Gobierno, el partido del Gobierno y sus efectivos».

Castells apunta que apenas son los casos de los que se acuerda al escribir el artículo, «un botón de muestra, limitado y a vuela pluma, de crímenes de Estado impunes». También subraya que muchos de esos casos han sido reconocidos en la actualidad por los gobiernos autonómicos de Hego Euskal Herria como «víctimas de abusos policiales» o de «extrema derecha», y detalla: «El artículo tampoco es cosa de otro mundo, lo que pasa es que lo escribo cuando hacía poco que me habían nombrado senador». La querella fue fulminante. Y la concesión del suplicatorio solicitado para poder juzgarle por ser senador, también.

Es entonces cuando llega la escena ante el juez instructor. «Ir a la cárcel reforzaba nuestra denuncia, era una postura colectiva, la teníamos todos, lo importante era la impunidad de todos estos asesinatos y su denuncia. Como senador, estaba todavía más obligado», explica.

También ocurrió «tras cantarle las cuarenta a Juan Carlos (de Borbón) en las Juntas de Gernika». En aquella ocasión sí que fueron a la cárcel, solo que Euzkadiko Ezkerra pagó por su cuenta todas las fianzas y los sacaron: «Nos echaron de la cárcel contra nuestra voluntad». Ya le había ocurrido antes. En los años 60 tuvo que retrasar su boda un mes porque Melitón Manzanas lo metió en la cárcel por la negativa a pagar una multa –impuesta por las protestas realizadas para denunciar las torturas a otro abogado de Donostia–. «Era una forma de prorrogar la protesta y aumentar la trascendencia en temas de delitos de opinión», concluye.

Los de ahora son los de antes

El artículo incluía una frase premonitoria: «Los encargados antes del orden y de perseguir los delitos son los mismos de ahora. Y aquí en Euskadi nada ha variado en cuestión de impunidad y en cuestión de responsabilidad».

El tribunal que lo juzgó estaba presidido por José Hijas Palacio, todo un expresidente del Tribunal de Orden Público (TOP) franquista, y entre sus miembros había un antiguo director general de prensa durante la dictadura, que algo sabría de censura, y un pequeño mando de la División Azul.

A Castells le brillan los ojos cuando explica la recusación que presentó contra cuatro de los cinco magistrados: «Como jueces, habían dictado sentencias y habían metido en la cárcel a personas que pretendían ejercer derechos fundamentales, ¿cómo iban a juzgar ahora un tema de expresión y de libertad de opinión?». La respuesta del Tribunal Constitucional entra, según Castells, «en un debate universal», lo que lo hace más interesante.

El TC aceptó los hechos planteados por la defensa. Es decir, reconoció que los jueces recusados habían aplicado leyes y dictado sentencias que vulneraban derechos fundamentales –«así evitó concedernos la práctica de la prueba», apunta–. Pero añadió: es la función del juez. Es decir, un juez tiene como función aplicar la ley vigente en el momento en el que se aplique. Por lo tanto, no hay culpa, según el Tribunal Constitucional. Existe el razonamiento inverso, el de Castells: «Nosotros argumentamos que no es que apliquen una ley, es que dictan sentencias que vulneran los derechos fundamentales de la persona, es decir, que ellos han vulnerado esos derechos y que eso es consecuencia de una ideología, y que con esta ideología no pueden juzgar nuestro caso».

«En Alemania se juzgó a los jueces nazis y en Italia se juzgó a los jueces fascistas que, con sus sentencias, aplicaban la ley, sí, pero vulneraban derechos que no se pueden vulnerar, diga lo que diga la ley. Si la ley es criminal, tú no puedes hacerte cómplice», añade un Castells que no olvida la defensa de aquella recusación ante el pleno del Tribunal Supremo: «Hay que estar ahí. Cincuenta y tantos señores, todos con sus togas y la mayoría con el típico bigotito fascista. Y yo diciendo que estos cuatro magistrados tuvieron cargos gubernativos en vida de Franco, lo cual suponía una ideología concreta y determinada. Y ellos contestando con la mirada: 'Castells, hijo de puta, que yo también fui gobernador en Cáceres o Guadalajara'».

Perdieron la recusación, pero obtuvieron un bonito resumen de lo que fue la Transición.

Dos sentencias y un cambio legislativo

También perdieron el juicio, aunque la condena fue finalmente de un año, lejos de los seis inicialmente solicitados por la Fiscalía. Fue rápido. Se celebró tal día como hoy en 1983, con una espectacular presencia de la Policía española, la Guardia Civil, la UAR e inspectores de la DGS, según la crónica de 'Egin' del día siguiente. Cuatro días después ya había sentencia.

La causa de tamaña celeridad fue la negativa del tribunal a la práctica de la prueba propuesta por Castells. La raíz de su condena en el TEDH. Lo explica el propio acusado, que para algo es abogado: «En los delitos de calumnia e injurias, en términos generales, tú, autor de esa calumnia, puedes salir absuelto si pruebas que es verdad lo que dices. Pero en el código franquista del año 1973 había un artículo que decía: la exceptio habilitatis que se permite como causa de exención del delito, no se permite cuando la injuria o la calumnia se comete contra un alto organismo de la nación. No puedes librarte de la condena demostrando que es verdad lo que dices». Es decir, no importa que sea cierto lo que tú le achacas al Gobierno.

Esto, en Europa, no sonaba muy bien. Tras un largo proceso, el 23 de abril de 1992, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó por unanimidad al Estado español por vulnerar el derecho a la libertad de expresión de Miguel Castells, subrayando que ese derecho debía estar todavía más protegido al tratarse de un electo y poniendo el foco en que no se le permitió probar los fundamentos de las acusaciones vertidas en el artículo. También le afeó el recurrir a la vía penal cuando un Estado tiene muchos más recursos para defenderse. Antes de todo ello, anticipando lo que venía, el Gobierno español cambió la ley para eliminar la excepción que impidió a Castells demostrar sus acusaciones.

Fue un proceso costoso, en tiempo y en dinero, recuerda Castells, que plantea una disyuntiva siempre presente con un TEDH que unas veces da y otras quita: «La pregunta es si compensaba o no compensaba». Todo depende, quizá, de lo que se ponga en la balanza. En este caso, empujar a España a cambiar una ley –algo que hizo decaer numerosas querellas existentes por casos parecidos– y cosechar la primera condena europea contra el Estado por violación de la libertad de expresión no parece, a priori, poca cosa para un artículo de prensa.

 

 

 

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sábado, 26 de octubre de 2024

El Estatuto Separatista

Dīvide et īmpera.

Divide y vencerás.

Divide y conquistarás.

Lo dijeron los griegos, lo repitieron los romanos.

Fue la estrategia que utilizó Hernán Cortés para desgastar a la Triple Alianza del Valle de Texcoco.

Y es la estrategia que sigue utilizando Madrid para dividir a los vascos.

Por un lado, la Comunidad Autónoma Vasca con sus tres provincias; Bizkaia, Gipuzkoa y Araba.

Por otro lado, la Comunidad Foral de Navarra... sin Behe Nafarroa por no entrar en conflicto con París.

Comunidades, café para todos.

Lo mismo hacen con los Països Catalans.

Ah, pero como les gusta mencionar el Estatuto de Gernika, su supuesta muestra de civilidad democrática.

Lean el siguiente artículo de El Diario para entender de los que se trata:


Del reconocimiento de “Euskal Herria” a la incorporación de Navarra: 45 años del Estatuto vasco

“Esto, hoy en día, sería imposible de aprobar políticamente. Y jurídicamente seguramente tendría informes contrarios”, indican expertos sobre la literalidad de lo aprobado para Euskadi en 1979

Iker Rioja Andueza

Un ejercicio de política-ficción: ¿qué sucedería en España si Pedro Sánchez pactara con EH Bildu o con el PNV incorporar el término “Euskal Herria” al Estatuto, dejar claro que Navarra tiene derecho a formar parte de la comunidad autónoma vasca y que el lehendakari pudiera determinar cuándo intervienen la Policía Nacional o la Guardia Civil en Euskadi? La realidad es que todo eso figura en el actual Estatuto, el de 1979. Este viernes se han cumplido 45 años de su ratificación en referéndum sin que, como ya es costumbre, haya habido una conmemoración oficial más allá de los actos políticos de PSE-EE y PP. La jornada fue festiva durante un breve período, con Patxi López como lehendakari. Se espera que el 6 de noviembre Sánchez y el lehendakari, Imanol Pradales, constituyan una nueva comisión bilateral para dar impulso a las transferencias pendientes, 29 según la parte vasca. El objetivo es que se completen para 2025, incluida la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, algo nunca antes cedido a una comunidad autónoma.

El Estatuto vasco, que es fruto de importantes equilibrios en una España que acababa de aprobar la Constitución, que tenía muy reciente la dictadura y en la que el terrorismo y la violencia política marcaban el día a día, es un texto sin preámbulo. Y arranca con un artículo primero en el que se recoge, textualmente, que “el Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica”.

 “Esto, hoy en día, sería imposible de aprobar políticamente. Y jurídicamente seguramente tendría informes contrarios”, explica Juanjo Álvarez, catedrático que ha asesorado al anterior lehendakari, Iñigo Urkullu, en asuntos sobre autogobierno. Aunque paradójicamente ahora el PNV reclama como uno de los mínimos de cara a una reforma estatutaria el reconocimiento de Euskadi como nación, Álvarez recuerda que, muy al inicio, el Ministerio de Justicia llegó a expedir algunas resoluciones en las que hablaba de “nacionales” vascos como desarrollo del término “nacionalidad” previsto tanto en la Constitución como en el Estatuto. “No puede haber nacionalidad sin nación o sin nacionales. Nacionalidad no viene de región”, razona Álvarez.

En el artículo 2, también de modo textual, se explica que Álava, Bizkaia y Gipuzkoa “así como Navarra” tienen “derecho” a formar parte de la comunidad autónoma vasca. Se precisa que el caso navarro se activará “en el supuesto de que esta última decida su incorporación de acuerdo con el procedimiento establecido en la disposición transitoria cuarta de la Constitución”. Es más, en el articulado hay referencias a los “otros territorios vascos” más allá de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa cuando se alude, por ejemplo, al euskera.

“Era absolutamente normal hablar en esos términos. El término Euskal Herria se introdujo pensando en un concepto amplio de país. Fue una pelea con el Estado y con [Adolfo] Suárez del lehendakari, Carlos Garaikoetxea. En otros temas hemos avanzado, por supuesto, pero aquí hemos dado pasos atrás”, señala Joseba Azkarraga, diputado del PNV en las primeras legislaturas de la democracia y luego consejero del Gobierno vasco por EA, su escisión. “Son momentos históricos muy diferentes y no creo que se pueda comparar ni imaginar qué es lo que harían los actores políticos de hoy en día si tuvieran que estar en la situación de hace 45 años. En política, muchas veces el contexto lo es todo”, agrega Arantxa Elizondo, profesora de la UPV/EHU y única mujer del grupo de expertos que trabajó en una reforma estatutaria (luego fallida) en la legislatura de 2016 a 2020.

El Estatuto prevé también un mecanismo para la incorporación a Euskadi de los enclaves que, como Treviño, forman parte administrativa de otras comunidades autónomas. En un contexto de polémica por sentencias y medidas para regular el conocimiento de euskera en el acceso a los puestos públicos, el texto preveía en 1979 valorar como “mérito preferente” el dominio de la lengua vasca para ejercer como magistrado. En el simbólico terreno de la seguridad, no se regula como tal la Ertzaintza. Ni siquiera se menciona el cuerpo de nombre similar que operó en la Guerra Civil. Se alude a las Policías forales de los territorios -de las que solamente los Miñones de Álava operaron en la dictadura- como base para un futuro cuerpo autonómico. Y se detallan también las funciones de la Policía Nacional y de la Guardia Civil hasta el punto de prever que podrían recibir instrucciones del lehendakari. “Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado podrán intervenir en el mantenimiento del orden público en la Comunidad Autónoma [...] a requerimiento del Gobierno del País Vasco, cesando la intervención a instancias del mismo”, reza el artículo 17.

Y, sí, se prevé una cesión de la Seguridad Social. “Corresponderá al País Vasco: a) El desarrollo legislativo y la ejecución de la legislación básica del Estado, salvo las normas que configuran el régimen económico de la misma. b) La gestión del régimen económico de la Seguridad Social”, se puede leer. Una disposición puntualiza que la transferencia se hará “dentro” del “carácter unitario” del sistema, es decir, respetando la denominada 'caja única', y con “respeto al principio de solidaridad” con el resto de España.

El Estatuto vasco es, junto con el gallego, el único no reformado en España. Han sido dos los intentos activados. El primero es conocido como el 'plan Ibarretxe', una propuesta con componentes soberanistas que logró mayoría absoluta en el Parlamento Vasco pero que fue rechazado por una mayoría aún mayor en las Cortes Generales. La consulta prevista para otro 25 de octubre, el de 2008, fue suspendida por el Tribunal Constitucional. Esa dinámica acercó a PSE-EE y PP que, en una Cámara con la izquierda abertzale tradicional ilegalizada y con ETA activa, acabaron pactando para desalojar a Juan José Ibarretxe en 2009.

El segundo se produjo en el mandato de Iñigo Urkullu. El lehendakari se presentó en 2012 ante la ciudadanía con una promesa de “nuevo estatus” y varias fechas para poner en marcha una consulta. No se cumplieron, pero durante dos legislaturas trabajó una ponencia de autogobierno que terminó por no alumbrar ninguna propuesta. Inicialmente, PNV y EH Bildu pactaron unas bases para superar el marco de 1979 pero después Urkullu, que participó en primera persona para evitar una declaración unilateral de independencia en Catalunya, cambió el paso y recondujo la situación explorando otro articulado con PSE-EE y Podemos, pero tampoco cristalizó.

Ahora existe también un compromiso de Imanol Pradales por explorar un “nuevo pacto”. “Este nuevo salto cualitativo es necesario también por las dificultades inherentes al proceso anterior: el cumplimiento íntegro de las competencias pendientes avanza con serias dificultades y, además, a lo largo de este tiempo, se ha producido una erosión de las competencias pactadas”, ha plasmado por escrito en una tribuna. Su planteamiento es muy similar al que formulaba Urkullu: cumplimiento íntegro de las transferencias pendientes, un nuevo marco con reconocimiento nacional y bilateralidad con el Estado y más competencias. El PNV comprometió una ronda de reuniones discretas para tantear posibles acuerdos. El PSE-EE insiste en que no coquetee con EH Bildu para una propuesta soberanista, algo que ve como una “verdadera amenaza”.

“Las encuestas señalan que no hay una postura muy favorable a unos grandes cambios respecto a la situación actual. Los cambios muy radicales son cada vez más complicados. La única vía que tiene el Estatuto de autonomía es una reforma. Y una reforma que no implique unos cambios absolutamente sustanciales en lo que tiene que ver con la relación con el Estado español”, opina Elizondo. El propio Estatuto define cómo tiene que ser su reforma. Y, sí, también acaba siempre con un referéndum. Y añade: “La aceptación del régimen de autonomía que se establece en el presente Estatuto no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia, que podrán ser actualizados de acuerdo con lo que establezca el ordenamiento jurídico”.




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Una Década Particular

El reportaje que les presentamos a continuación, parte del trabajo de memoria histórica reciente que se está llevando a cabo utilizando como fuente la hemeroteca de Egin, nos habla de la gran complejidad que ha caracterizado el día a día en Euskal Herria.

Adelante con la lectura:


De la Ertzaintza a la Marcha de Hierro, hitos que explican el presente

El 26 de octubre de 1982 empezaron a patrullar por las calles de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa los primeros 278 agentes de la Ertzaintza. Una década más tarde, trabajadores vascos y asturianos se dieron cita en Madrid para defender sus puestos de trabajo, en lo que se conoció como gran Marcha de Hierro.

Beñat Zaldua

El 26 de octubre es un día en el que la hemeroteca permite rescatar dos hitos sin los cuales difícilmente se explica el presente de este país. Se trata del despliegue de la Ertzaintza, que comenzó a pisar las calles de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa hace hoy 42 años, y de la gran Marcha de Hierro que trabajadores siderúrgicos vascos y asturianos culminaron en Madrid tal día como hoy en 1992.

Empecemos por la primera ventana abierta, la de la Policía autonómica. Fue un 26 de octubre de 1982 cuando los primeros 278 ertzainas, todos hombres, pisaron por primera vez con uniforme la calle para desempeñar su función. La custodia del palacio de Ajuria Enea, el Parlamento de Gasteiz y las diputaciones de Gipuzkoa y de Bizkaia fueron los primeros destinos de los agentes recién salidos de Arkaute. Cabe decir que no parece que la noticia entusiasmase demasiado a los responsables de la edición de 'Egin' del día siguiente, que decidieron ventilar el primer paseíllo con una fotonoticia en la primera página. Una imagen y, literalmente, cinco líneas.

Sí le dedicaron al cuerpo policial más espacio solo cinco años más tarde, cuando otro 26 de octubre (de 1987), 'Diario 16' publicó varios documentos en los que se evidenciaba el filtro que el PNV pasaba a todos los aspirantes a ertzainas. La Policía estaba a las puertas de la cuarta promoción y, según la investigación periodística, el grupo Ekintza de la Ertzaintza se esmeró en hacer un perfil ideológico de todos los candidatos, con anotaciones sobre sus filias y fobias políticas y recomendaciones sobre su entrada o no en el cuerpo.

Según el diario madrileño, cuya información fue recogida por 'Egin' el día siguiente, en este proceso de cribado habría participado Josu Olazaran, importante dirigente del PNV. Los lodos actuales pueden venir, en parte, de aquellos polvos en forma de filtro ideológico para que solo entraran los afines. «Gallastegui Jarriortuzar Aitor, HB, peligroso. ¡Ojo!», se podía leer, por ejemplo, en una de las anotaciones.

Lo cierto es que el apunte no resulta muy lejano a la obsesión y el ensañamiento que el mando 'Ugarteko' mostró en 2012 al ordenar cargar en el callejón en el que se situaba la herriko Kirruli, donde acabó muriendo, golpeado por una pelota de goma, Iñigo Cabacas.

Aquella música sectaria siguió sonando en el juicio que, por estas fechas, en 2018, se celebró para tratar, en vano, de dirimir las responsabilidades por la muerte del joven. Fue precisamente un 26 de octubre cuando acabaron de declarar los ertzainas citados como testigos por la defensa, que no hicieron sino debilitar la tesis de que en el callejón había incidentes.

Ninguna señal bastó para reencaminar una Ertzaintza que se ha convertido en un evidente problema, agravado por el hecho de que el cribado ideológico hace tiempo que dejó de funcionar para aspirantes españolistas cercanos a la extrema derecha.

La larga reconversión

El 26 de octubre de 1992 no fue un día ordinario en Madrid. Unas 70.000 personas se manifestaron en defensa de los puestos de trabajo en Altos Hornos de Vizcaya (AHV), Laminaciones de Lesaka y Ensidesa, en una de las mayores movilizaciones sindicales de la época. Eran trabajadores vascos y asturianos, que convergieron en la capital del Estado en la que se bautizó, de forma muy gráfica, como Marcha de Hierro.

«Estamos muy emocionados y esperamos que la llegada aquí, si las cosas no cambian, sirvan para darnos fuerza para seguir luchando», aseguró un trabajador de AHV, en declaraciones recogidas en la amplia crónica que 'Egin' publicó al día siguiente.

Era la reconversión industrial, que seguía golpeando la puerta como condición para entrar en lo que entonces era la Comunidad Económica Europea y más adelante acabó siendo la actual Unión Europea. La Marcha, que sigue evocando las grandes luchas obreras de los años 80 y principios de los 90, no pudo, sin embargo, frenar el proceso de desmantelamiento que ya estaba en marcha y que culminó pocos años después, de forma desdichada para la que fue durante años la empresa más importante del Estado español.

De globalización se empezó a hablar más tarde, pero ya estaba de camino. Un sugerente análisis firmado por 'Ardotxi', daba algunas claves en 'Egin' del día 27: «Una enorme capacidad productiva, en feroz competencia, crea un gran excedente y destruye miles de empleos».

También recordaba que, en 1975, el sector siderúrgico suponía un 8,3% del PIB vasco y que, en cifras absolutas, la producción vasca superaba entonces la de países como Dinamarca, Finlandia, Yugoslavia, Turquía o Noruega. De hecho, en términos relativos, medidos en kilogramos de producción por habitante, la cifra superaba la de los EEUU y la URSS. Tres lustros de reestructuraciones bastaron para que poco quedase de todo aquello. Y la expectativa era peor: «Si el plan de Bruselas sigue adelante, Euskal Herria, de gran productor pasaría a depender del exterior y se vería obligado a importar acero».

Felipe González la llamó Ley de Reconversión Industrial y Reindustrializaciones, pero lo cierto es que tuvo mucho más de desmantelamiento que de reconversión o, todavía menos, de reindustrialización. Esa pérdida de empleo industrial, por el que ahora tanto se suspira, explica en buena medida los vicios de una economía española cada vez menos productiva, dominada por los sectores financieros, inmobiliarios y turísticos.

Aunque en menor medida, esa dinámica sigue lastrando también la economía de Hego Euskal Herria, como se vio –y se sufrió–, especialmente, durante la crisis que siguió al crack bursátil de 2008. Para muestra, los datos del paro conocidos otro 26 de octubre, en este caso de 2012. Así fue el titular de GARA el día siguiente: «El paro rompe la barrera del 25% en el Estado español y ya roza el 15% en Euskal Herria».

 

 

 

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Egaña | «Homo Sacer»

Con este texto publicado en Naiz su autor, Iñaki Egaña, arroja luz sobre una de las violaciones a los derechos humanos que más pasa desapercibida por la eso a lo que llaman la opinión pública; la ejecución extrajudicial de alguien que les resulta incómodo.

Madrid, por ejemplo, ha recurrido a esta herramienta del terrorismo de estado para eliminar a docenas de independentistas vascos.

Aquí lo que nos dice Egaña:


«Homo sacer»

Iñaki Egaña | Historiador

La expresión nos llega desde la antigua Roma, aunque la cristianización cambió su significado parcialmente o quizás ambiguamente. Del sacer al sacred, sagrado. Durante siglos, el homo sacer fue referido con el sinónimo de «proscrito», pero también como aquel que confiaba en el destino que le habían deparado los dioses o, en su caso, su dios monogámico. Hasta que llegó el filósofo italiano Giorgio Agamben para rescatar lo que, al parecer, fue su significado original, acogiéndose a una cita de un tal Sexto Pompeyo: «alguien que puede ser asesinado sin que el asesino sea considerado un asesino». Agamben introdujo el concepto a partir de la década de 1990, mezclándolo con aportaciones de Foucault e integrando su idea de que la biopolítica ha sustituido a la política, es decir, se ha convertido en una estrategia orientada a dirigir las relaciones de poder. En última instancia, la «esfera soberana» (leamos aquí según nuestra percepción, estados, lobbies, mafias, oligarquías...) puede matar sin cometer delito.

Como todas las ideas que se escapan del raíl oficial, la de Agamben, al igual sucedió antes con los conceptos foucaultianos, fue tachada de espuria. Las sociedades modernas nos hemos dotado de instituciones de justicia, incluso del habeas corpus anglosajón desde el siglo XVII, tenemos constituciones que avalan los derechos humanos, seguimos los valores derivados de la Revolución francesa (libertad, igualdad y fraternidad) y «vivimos» en democracia. Siguiendo la vieja y manida expresión de Anatole France: «En su majestuosa igualdad, la ley prohíbe a los ricos y pobres dormir bajo puentes, mendigar en las calles y robar panes».

Sin embargo, lo contrario al escaparate liberal es lo que en realidad sufrimos. Algo así como los adulterios de la familia real española, los fondos reservados utilizados para matar independentistas, la corrupción absoluta de los gobiernos, la tortura sin excepción... temas excluidos de la difusión política o biopolítica cotidiana, pero que, sin tener demasiados elementos para detallarla, sabemos de su expansión y excelsa existencia. La justicia no es igual para todos, a pesar en España del artículo 14 de su constitución, del tercero del preámbulo de la francesa o del sexto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se puede matar sin ser delito. El homo sacer existe. Y Benjamin Netanyahu es uno de los protagonistas con pedigrí de autor que desliza sus obras para que una legión de seguidores avale el derecho romano que definió aquel tal Sexto Pompeyo.

Hay un estado llamado Israel que se ha forjado bajo supuestas premisas religiosas, pero que en realidad obedece a la naturaleza de lo que ha sido Europa desde su formación política. Su alter ego histórico. Odio racial, adoctrinamiento, supremacía y deshumanización del diferente, en este caso de todo el entorno humano elegido como territorio, en el llamado Medio Oriente. No se trata de determinar la adecuación de conceptos como semitismo o sionismo, con sus contrarios como bandera. El problema es el estado construido artificialmente. Un estado que hace buena la tesis del homo sacer, del proscrito al que se puede asesinar gratuitamente, sin necesidad siquiera que sea combatiente.

Las leyes internacionales de la guerra, las convenciones de Ginebra, las pláticas sobre ética y moral quedaron olvidadas en un cesto apartado de la historia. Los «asesinos que no son considerados asesinos» dominan el planeta. El mismo Netanyahu dispuso de una gira por instituciones y estados. Es cierto que tuvo contestaciones bien dignas, pero buena parte de la elite política le aclamó. Mantiene los códigos supremacistas en lo más alto, impulsa los valores bélicos en las bolsas... Y se vale, como su estado, en justificar sus matanzas, su genocidio, con el relato que su pueblo una vez fue víctima. Cierto. Pero los códigos ideológicos de Hitler y los de Netanyahu no se diferencian en exceso. El líder israelí lo ha repetido y se ha jactado de ello, tal como lo han hecho sus colegas en el Gobierno: asesina y seguirá asesinando a quien le dé la gana.

Personajes que han dividido el planeta en términos supremacistas y a los que ni siquiera la historia ha juzgado, nos rodean en los telediarios, nos abren las puertas a sus familias, nos hacen compartir fotografías de cuando eran estudiantes. Del resto, de los homo sacer, de los proscritos, no tenemos más referencia que un número. José María Aznar, presidente de un gobierno tan corrupto que la mayoría de sus ministros fueron imputados, abrió la espita de la muerte junto a Bush y Blair. Asesinatos en masa. Ahora Aznar, tiene un caché determinado: entre 60.000 y 90.000 euros por conferencia.

Su compañera Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, estableció unos protocolos supremacistas con motivo de la pandemia de la covid-19. En dos meses, marzo y abril de 2020, 7.291 inquilinos de residencias de mayores de Madrid murieron sin ser derivados a hospitales. La mayor mortandad de una región europea en esas fechas. La Comunidad exigió incluso el pago de las habitaciones a internos ya fallecidos. Las denuncias por denegación de auxilio médico y similares fueron rechazadas por el Supremo. Dice que es imposible conocer qué muertes son achacables a decisiones políticas. Tal y como las hambrunas, los bloqueos económicos o el despojo de las materias primas en África o América. Nos encandilan con la máxima de que una decisión política es, per se, neutra. Para que las muertes queden impunes.

Hoy, más que nunca, los homo sacer son mayoría mundial. Cada vez las elites se comprimen más aún, acaparan más poder y visualizan sin rubor sus masacres. El planeta les pertenece y la arrogancia es su señal de identidad. Son los homo sapiens (hombre sabio que supuestamente no distingue entre sexos) que también feminizan e infantilizan la muerte. Porque en Líbano, en Palestina, tal y como nuestra compañera Mahasen Al-Khatib, esos homo sacer en realidad son ancianos, mujeres y niños.




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