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viernes, 16 de agosto de 2019

Miarritze Como Sede del Neoliberalismo

Desde Naiz traemos a ustedes este artículo de opinión inspirado en la ya inminente cumbre del G7 en Miarritze:


Félix Placer Ugarte | Teólogo

Por decisión presidencial francesa, Biarritz va ser durante tres días la sede  del grupo que reúne siete países relevantes por su poderío económico, militar y político en el panorama mundial. Faltan Rusia, excluida en 2014 por su anexión de Crimea, y China, países integrados en el G-20. Desde ellos la globalización económica mundial impone sus leyes dentro del denominado «orden mundial» capitalista neoliberal. Teniendo en cuenta que el G-7 acapara el 64% de la riqueza mundial, las decisiones de este grupo tienen importancia decisiva en el planeta. Sin embargo sus políticas económicas han creado un alto nivel de desigualdad injusta que  les ha beneficiado en su desarrollo, generando alarmantes situaciones de pobreza, desequilibrio y degradación  ecológica que los ‘«Objetivos del Desarrollo del Milenio» (PNUD), promovidos por  la ONU, no logran solucionar.

Alarmados por esta situación que pone en peligro sus intereses mercantiles y financieros, esta Cumbre se ha marcado como objetivo afrontar  la desigualdad en diversos niveles mundiales, continentales y regionales y combatir sus causas. Necesitan, promover la capacidad adquisitiva del 80% de la humanidad, sumida en diferencias injustas; pero siempre dentro de los parámetros dominantes del capitalismo mundial que los  países del G-7 abanderan.

A pesar de poseer, junto al FMI, BM, OMC enorme capacidad financiera y medios estratégicos, este poderoso grupo no ha resuelto, los más urgentes  problemas; mas bien ha acrecentado la desigualdad con niveles nunca sufridos por la humanidad, al mismo tiempo que ha acumulado inmensas riquezas al servicio de una minoría. Estamos ante una flagrante injusticia cuyos principales responsables –estos siete países más ricos– no se plantean abordar en profundidad en la Cumbre de Biarritz. En efecto, la injusta desigualdad que han provocado es un problema sistémico y no puede resolverse únicamente con la acomodación de algunas estructuras. Lo afirmó con toda claridad el papa Francisco: «Hay que decir no a una economía de la exclusión e iniquidad… es una economía que mata…». Afrontar las desigualdades actuales con honestidad implica, por tanto un cambio de sistema que el G-7 no se propone pues es la base de su bienestar y desarrollo injustos.

Con arrogantes afirmaciones, sus interesadas promesas y políticas maquiavélicas han afianzado la fuerza de una insostenible productividad, con daños ecológicos ya irreversibles, con un mercado donde todo se compra y todo se vende bajo la dictadura de las multinacionales y para beneficio de unos pocos y con unas finanzas manipuladas al servicio de los dividendos de los inversores capitalistas.

Para proteger esta Cumbre del G-7 y recibir con seguridad a sus mandatarios, mientras 500 personas inmigrantes rescatadas son rechazadas en los puertos mediterráneos de la UE, Biarritz va quedar blindada y asegurada, con un enorme despliegue policial francés y la colaboración de  policía española y  ertzaintza.

Las reacciones no se han hecho esperar y numerosos grupos de Euskal Herria han organizado una contracumbre  de denuncia, con conferencias, y manifestaciones, expresando su radical desacuerdo y oposición a esa política y al poder que representan y, por supuesto, a la elección de ese bello y emblemático lugar de la costa vasca para su reunión. Sus protestas, unidas a las de muchos otros grupos de Europa y del mundo contra la globalización capitalista y sus discriminatorios mercados, proponen y luchan por un nuevo paradigma, basado en la comunicación plural, economía compartida y política justa que favorezca la autogestión, la autodeterminación de los pueblos, la organización autónoma de los nuevos sujetos éticos. Indignados ante esta situación y motivados por la solidaridad, la reciprocidad, la igualdad de géneros, la cooperación, el comercio justo y la sostenibilidad de la naturaleza esquilmada, exigen una  política mundial que dé prioridad al desarrollo sostenible frente al crecimiento ilimitado, a lo cualitativo (calidad de vida) frente a lo cuantitativo (nivel de vida), a la solidaridad frente a la competitividad; a una democracia económica desde la justicia y equidad para todos los países.

Desde la histórica experiencia de una larga lucha por la libertad, la igualdad, la soberanía, la solidaridad, las movilizaciones en Euskal Herria promovidas por el «G-7 Ez» proponen otras relaciones entre estados y pueblos, otro modelo socioeconómico, otra política guiada por criterios ecosociales, feministas, igualitarios y solidarios, promotores de un bien común local y universal.

Las conclusiones de las Jornadas del grupo Herria 2000 Eliza, bajo el lema «ez, ez dut nahi holako zibilizaziorik», fueron en esta misma línea reclamando otra economía guiada por criterios ecológicos y solidarios. Hace falta potenciar otra política donde el feminismo sea referente decisivo en una sociedad de iguales, sin discriminaciones de género. Abogaban, en definitiva, por otra civilización de justicia, igualdad y paz para todos los pueblos.

Ante la abrasadora invasión del poder capitalista, representada en el G-7 y su cumbre, un viento de libertad desciende desde las verdes montañas de la tierra vasca hasta la costa labortana y la  brisa de la solidaridad de los pueblos recorre sus acantilados llevando hasta Biarritz lo que el despliegue policial no puede detener, un irrintzi de libertad y de justicia. Es el clamor de Mari, la simbólica dama vasca, que defiende y protege su Ama Lur, que  reclama la igualdad, que cuida con vivificadora sensibilidad femenina a sus gentes y moviliza la liberación solidaria de los pueblos de la tierra.






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