Jordi Évole, alias El Follonero, no es ni de cerca un aliado del pueblo vasco sino mas bien todo lo contrario, él pertenece a esa casta de periodistas-celebridades que los nuevos formatos televisivos y cibernéticos habilitan para alimentarse del morbo de la gente abordando temas de manera que se busca el efecto de causar incomodidad en el entrevistado sin que esto realmente signifique que se está yendo al fondo de un asunto polémico.
Con eso en mente se acercó a Arnaldo Otegi, buscando sacar rédito del encono por parte de amplios sectores tanto de la sociedad española como la vasca hacia el vocero más visible de la izquierda abertzale.
Pues bien, Otegi estaba preparado para eso y más, aprovechando la magnífica oportunidad que el ego desmedido de Évole le proporcionaba. El resultado está a la vista con las reacciones causadas entre los jerifaltes de la caverna.
De esta última nos habla este texto dado a conocer por Deia:
Patxi ZabaletaLa audiencia extremadamente alta que obtuvo la entrevista efectuada a Arnaldo Otegi por parte de Jordi Évole ha suscitado muchas reacciones, algunas de las cuales solamente merecen desprecio por su mezquindad. Especial mención merecen a este respecto el señor Iturrate y el señor Ortuzar, que han vuelto a no estar junto con esa mayoría récord de audiencia de la entrevista de Otegi.La razón por la que se dio esa audiencia es la misma que aquella por la que el velódromo de Anoeta y la carpa de al lado se quedaron pequeños hace unas semanas. Y no es otra que la del injusto encarcelamiento por hacer política a que fueron condenados el señor Arnaldo Otegi y el resto de miembros de Bateragune.Ni en el mitin ni en la entrevista se ha escuchado ninguna reclamación ni se ha notado ningún rencor de Arnaldo Otegi por la injusticia de esa condena que le ha mantenido en prisión durante seis años y medio. Eso es lo que la gente está viendo.El mensaje fundamental es el de la paz construida desde la unilateralidad, es decir, no a cambio de ningún precio sino incluso en contra de los obstáculos y de la incomprensión mantenidos por los aparatos del Estado y muchas de las fuerzas políticas. Aquel miserable argumento de “el precio de la paz” quedó dialécticamente derrotado por el proceso de unilateralidad en su consecución y eso es lo que hace que la aportación de la izquierda abertzale a la paz tampoco tenga precio.Algunos nos sentimos orgullosos de haber marcado hace decenios, aunque fuese sin efectividad inmediata, la necesidad -y la conveniencia- de que el proceso de paz vasco tenía que ser unilateral; es decir, que había que andar el camino a la paz, aunque no hubiese ninguna concesión ni contraprestación. Incluso aunque no hubiese negociación. Más aún, incluso aunque no hubiese ni siquiera diálogo. Evidentemente, la sociedad no debe olvidar los diálogos y los esfuerzos de personas como Jesús Eguiguren, ya descritos en sus obras, que en realidad constituyeron acercamientos personales y cuyo efecto y asunción de riesgos políticos y personales contribuyó sin duda, a la evolución interna, personal y orgánica de quienes iban a protagonizar el anuncio unilateral de la paz. La paz basada en la unilateralidad es la más difícil, pero también la más indestructible, porque se fundamenta en el reconocimiento de la primacía de los derechos humanos.El mensaje de Otegi tiene como esencia la efectividad en la aportación hecha de un camino unilateral a la paz. Ese carácter de unilateralidad contiene en sí mismo no solo el arrepentimiento, la petición de perdón y reconocimiento del dolor ajeno, sino también una contribución a la convivencia basada en con el testimonio del sufrimiento propio y la reivindicación de todos los derechos como base de la justicia. Esa mayoría récord de vascas y vascos que han escuchado a Otegi no lo han hecho para darle la razón ni para estar de acuerdo con todo lo que diga, sino para oír el testimonio de quien ha sufrido cárcel por actuar con efectividad por un camino unilateral hacia la paz. No puede haber ejemplo más evidente de aportación de esfuerzo unilateral para la paz.Resulta difícilmente comprensible que los portavoces de un partido abertzale, como el PNV, y otros que han sufrido en sus carnes tiempos ya superados, como el PSOE, no tengan la altura de miras ni la dignidad de valorar el hito social que supone el hecho de que la entrevista televisiva más escuchada haya sido la entrevista de Otegi. Eso debería alegrar a todos los pacifistas políticos de los principales partidos de Euskal Herria porque alegra a la inmensa mayoría de las vascas y vascos.La obviedad de que algunas propuestas, algunos argumentos y algunas apreciaciones de Otegi son discutibles no empaña el hecho de que su mitin de bienvenida y su entrevista por parte del señor Évole han constituido un hito en el calendario social de nuestro pueblo. Los primeros pasos del cambio, que se van denotando en la sociedad vasca, tanto en la CAV como en Navarra, ponen de manifiesto que la mayoría progresista y solidaria de Euskal Herria desea buscar una representación cada vez más coherente con su pensamiento y actitud.
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