Y, aunque usted no lo crea, la peli esa en la que un chico del sur se enamora de una chica del norte sigue dando material para escribir.
Este, publicado aunque usted no lo crea en el ABC, nos ha gustado mucho (por su tono ligero, como el del filme) y se los compartimos:
No, no se me ha ido la olla, no he convertido este blog en un espacio de crítica cinematográfica. Pero es que estoy de vacances por el País Vasco. En concreto, en Zumaia, uno de los escenarios de la famosa película 8 apellidos vascos. Y quería compartirlo con vosotros porque las cosas divertidas hay que contarlas.
Si tuviera que resumir en pocas frases estas vacaciones diría: están siendo verdaderas. ¿y por qué? porque estoy logrando hacer lo que se supone que hay que hacer cuando uno se va de vacaciones y eso es desconectar. Levantarse a las nueve, desayunar mirando al mar, vestirse, ir a comprar los periódicos paseando, leerlos plácidamente en una terraza al sol. Después otro paseo. Sobre la una, pues un aperitivo con zurito, txacolí o lo que se tercie. A veces te tomas tres pinchos (pintxos) y ya ni comes. A las tres a casa, a comer si queda hambre y siesta. ¿De cuánto? de unas tres horas más o menos. Sobre las siete, de nuevo a la calle, pasear, hablar con la gente del pueblo. Otro zurito o vinito y sobre las diez a casa a cenar, ver un rato la tele y a dormir.
Y así, cada día. ¿Apetecible, verdad? Se preguntarán ustedes. ¿Y la playa? bueno, la playa también se pisa pero si no es necesario, pues tampoco pasa nada. ¿Saben ustedes qué pasa? que aquí servidora es del norte y en el norte tenemos como costumbre ir a la playa si está garantizado el buen tiempo y eso, ya lo saben ustedes, aquí pasa de vez en cuando.
Pero yo no vengo a hablarles del tiempo si no de cómo se han tomado los zumayanos la película. Allá donde voy por el pueblo cuento que he venido, primero porque me han invitado unos amigos y segundo porque desde que vi la película tenía unas ganas irresistibles de venir. Lo cierto es que casi todos han visto la película y sonríen. Te cuentan de cuando estuvieron aquí en el rodaje y el buen rollo que se respiró. Aquí en Zumaia es por ejemplo la escena del protagonista en una fuente cantando “Euskadi tiene un color especial”
También tiene lugar en Zumaia las imágenes de la iglesia donde, en teoría, se tienen que casar los novios. Se trata de la Ermita de San Telmo. A ella se puede acceder por caminos. Uno, desde el pueblo por una calle y en vía recta y, otro, el más recomendable para ejercitar culete y piernas, a través de la montaña y campo a través. Si haces eso podrás ver estos paisajes y, al final, la famosa Ermita de San Telmo.
Otro de los escenarios de la película es el restaurante Bedúa. Se come de vicio y es, probablemente, de los mejores restaurantes de la zona y vale lo que cuesta. Tanto por el servicio, la comida y la ubicación. Merece mucho, mucho la pena ir. Eso sí, reserva. Suelen estar llenos en verano.
En resumidas cuentas. Estoy enamoradísima del País Vasco. Es verdad que puede que esto sea porque soy del norte y me tira el norte. Vale. Pero es que es imposible no caer rendido ante la belleza de los paisajes y ante lo bien que se come. Y en cuanto a la gente. Pues, qué queréis que os diga, a mí me parecen de lo más abiertos. Te pones a hablar con el de al lado tomándote un zurito y conversación te dan. Y de la buena, además. Así que no sé de dónde se sacan que son secos. Igual es probable que ellos no tomen la iniciativa pero carrete te dan. Otro de los tópicos es la comida. Uno de los días, mi amiga y yo hicimos una escapada mano a mano. Vamos a tomarnos un vino y un par de pulguitas, nos dijimos. Nos pedimos dos, una de lomo y otra de jamón ibérico. Y esto fue lo que nos trajeron. No sé si se aprecia en la foto pero son dos barras de pan, EN-TE-RAS. Así que bueno, juzguen ustedes si comen mucho o no. Lo que sí les diré es que se ven pocos gordos. Esa es la verdad. Por cierto, el precio de cada “pulguita”, 3, 80 euros. El vino que acompañaba a cada una, 1 euro.
Otra realidad es que aquí todo el mundo habla en euskera. Obviamente, entre ellos. Aquí no vale, esfuérzate por comprender porque es una lengua harto difícil que no se parece a otra. Lo escuchas a todo el mundo, desde gente mayor a enanos y de todas las ideologías que puedan parecer por su indumentaria. Eso sí, en cuanto les hablas en castellano, cero problemas en dirigirse a ti en ese idioma.
En resumen, si buscas un verano alejado del bullicio, en un pueblo tranquilo, ideal para niños, y también con buen tiempo (bueno, vale, con nubes y claros) este es tu sitio.
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