Ramón Sola nos ofrece esta incisiva reflexión vía Gara:
Aunque la frase de la número dos de Artur Mas seguramente no pase por ahora del nivel de amago, hay una novedad relevante de fondo. Hasta ahora CiU verbalizaba un claro «plan B» para el seguro veto a la consulta; las elecciones plebiscitarias, que obviamente abren brecha a dar nuevos pasos soberanistas, esta vez unilaterales y determinantes.
Sin embargo Joana Ortega habla ahora solo de esperar a «otro 9 de noviembre», ya sea real o metafórico. Y eso tiene otro nombre: «Hacer un Ibarretxe». Porque en eso sí tiene razón el PNV: el camino que recorre ahora el proceso catalán, el de la consulta, ya se ensayó en Euskal Herria, y acabó como todo el mundo sabe. No en unas urnas sino en unas pancartas en unas campas. En la nada.
Con aquello se agotó el Plan Ibarretxe y sus sucesivas fases de nuevo Estatuto frustrado y consulta impedida. Con ETA atentando y la izquierda abertzale ilegalizada, pese a las votaciones parlamentarias ganadas más o menos a trompicones, la unidad de fuerzas soberanistas efectivamente tenía bastante de entelequia. Y todo se quedó ahí, hasta «otro 9 de noviembre» (el PNV ni siquiera dijo de qué año, y ya han pasado seis...)
En los últimos tiempos los jelkides han patentado la tesis de que fue la falta de empuje social la que llevó a aquel final patético al proyecto de consulta. Con matices, tiene su parte de verdad. Por eso, el primer amago de Mas de hacer un Ibarretxe solo tiene un freno posible: el empuje social catalán. Y por eso Iñigo Urkullu no se atreve a reemprender el camino hacia la consulta; sabe que ahora él también tendría más difícil hacer un Ibarretxe.
El pueblo catalán tendrá la oportunidad de enderezarle el norte a Artur Mas el 11 de septiembre, durante la V de la Diada, así, difícilmente, se le facilitará "hacer un Ibarretxe".
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