Iñigo Urkullu, el lehendakari 3/7, ha perdido la compostura, sacando a relucir el fascio.
Nos hemos enterado de este desbarre por medio de un amigo jeltzale en Feisbú, quien publicó un enlace a cierto comentario desafortunado por parte de un tal Iñigo Landa, quien se congratula abiertamente del abuso de la fuerza institucional por parte de Urkullu. Les invitamos a leer lo redactado por Landa, quien hace un análisis trasnochado, tergiversando lo que se alcanza a ver en el video alojado en la página de EiTB, aunque aquí les presentamos otra versión en YouTube:
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Bien, iniciemos por dejar claro lo más importante, Urkullu le pone el dedo a uno de los cuatro jóvenes a los que se aproxima y de inmediato se ve como uno de sus guardaespaldas procede. O sea, lo que le suceda a ese joven no va a ser por exigencia ni de los partidos políticos "constitucionales" (PP, PSOE o UPyD), ni de los grupos de choque (Manos Blancas, Foro de Ermua, Justicia y Dignidad), ni siquiera de la Audiencia Nacional, sino como consecuencia directa del ánimo revanchista y represivo de Iñigo Urkullu.
Pero pasemos a analizar lo que afirma Iñigo Landa.
¿Iñigo Urkullu se tuvo que encarar?
¿Realmente tenía que hacer eso?
¿Es esa la actitud que asumiría un político de carrera?
¿O se trata más bien de la actitud de un mamporrero buscando bronca en una taberna?
¿Desconoce Urkullu los medios institucionales que existen para dar seguimiento a situaciones como la que se le presentó en Askoitia?
¿Actuó como político o como empresario?
¿Conoce el término templanza?
Por que templanza es la que muestran los cuatro que le recuerdan su falta de compromiso para con las necesidades del pueblo vasco, inmerso en una dinámica a la cual no se ha querido sumar el PNV.
Por que templanza es la que muestran los cuatro que le recuerdan su falta de compromiso para con las necesidades del pueblo vasco, inmerso en una dinámica a la cual no se ha querido sumar el PNV.
A continuación Landa se lanza contra el señalado por Urkullu, un joven de camiseta color morado que en ningún momento muestra una actitud amenazante, al contrario, al dirigir palabras críticas a la gestión de Urkullu lo hace manteniendo las manos detrás y siempre manteniendo distancia prudente para no caer en provocaciones, sobre todo cuando los guardaespaldas se mueven sobre el grupo, ellos sí manoteando y empujando.
Después Landa enfila sus dardos en contra de Martin Garitano y Eneko Etxeberria, acusándoles de no haber hecho más en defensa del descontrolado Urkullu. Pero cuando uno ve el video, queda claro que quien rompe protocolo, quien de pronto se voltea para engancharse con quienes le critican es el propio Urkullu, que no contento con voltear y señalar amenazadoramente con el índice decide dejar su lugar en la marcha para regresar unos cuanto pasos y acercarse a la acera donde está el grupo que le ha incomodado.
¿Qué pretende Landa? ¿Que Garitano y Etxeberria se rebajen al nivel de Urkullu y se unan a él en la reyerta oral? ¿Que también ellos le pongan el dedo a quienes ejercen su derecho a discrepar con el trabajo del lehendakari?
No señor, ellos continúan con el protocolo, tan es así que después de un salto de edición se ve a Urkullu retomando su lugar entre Garitano y Etxeberria, él apenado por la situación pues se ha dado cuenta de su error, y ellos incómodos por la incapacidad de Urkullu para mantener la compostura.
Ya después Landa se mete en el berenjenal de las banderas y toda la demás metralla a la que nos han tenido acostumbrados los del Neoliberalismo Vascongado, sisentidos que no vale la pena responder.
Pero nos queremos despedir sugiriendo a Landa que cuando acuda a recibir sus emolumentos en Ajuria Enea le sugiera a Urkullu que se dedique unas horas a ver y analizar los videos de José Antonio Aguirre, quien siempre guardó la compostura de un estadista de estatura, y siempre tuvo en mente quienes eran los verdaderos enemigos del pueblo vasco.
¿Español Urkullu? No, a lo más un vasquito colonizado, pero no español.
¿Fascista? Lo dejo claro al dejar caer su justiciero índice sobre quien le critica.
¿Payaso? Tal vez, no al grado de Juan Carlos Borbón, Mariano Rajoy o Baltasar Garzón, pero en esas anda.
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