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jueves, 1 de noviembre de 2012

Entender la Democracia


Les compartimos este texto publicado en El Confidencial, contiene sí un par de lugares comunes, pero es un verdadero acto de rebeldía frente al guión dictado desde La Zarzuela con respecto a los recientes comicios en la CAV:

Carlos Fonseca
Una mala noticia para el País Vasco y para España. La frase no es mía, sino de la cohorte de políticos y analistas con pedigrí que esta semana han explicado con tal simpleza la apabullante victoria nacionalista en las elecciones autonómicas del pasado fin se semana. El PNV obtuvo 27 escaños y EH-Bildu 21, que sumados suponen el 64% de los escaños de la cámara. Y si es así es porque así lo han querido los vascos, por más que algunos se rasguen las vestiduras.
Los demócratas de toda la vida, los defensores de la esencia nacional, llevan años rebatiendo la reivindicación del derecho de autodeterminación que reclama la izquierda abertzale y el PNV con el argumento de que los ciudadanos vascos se autodeterminan cada cuatro años en las urnas. Es lo que han hecho ahora.
Cuando los resultados han sido favorables a las posiciones de los partidos de ámbito nacional, quienes ahora consideran una mala noticia los del pasado domingo se felicitaban de la responsabilidad que había demostrado del pueblo vasco ¿Por qué entonces cuando ganan los independentistas los resultados son un desastre, el anticipo de todo tipo de males, un aquelarre nacionalista de consecuencias impredecibles?
Los datos son incuestionables, y recurrir al manoseado “en el País Vasco no se puede votar en libertad” es mentir. Quienes eso arguyen ignoran interesadamente que han sido las primeras elecciones sin la amenaza terrorista y que la sociedad  vasca ha interiorizado que la paz no tiene vuelta atrás. Si no basta, se descalifica al contrincante, en este caso EH-Bildu, acusándole de ser los amigos de ETA y de no haber condenado sus asesinatos. Conviene matizar.
Herri Batasuna y Batasuna, las dos marcas clásicas de la izquierda abertzale, justificaron durante muchos años los crímenes de la banda con la cínica y perversa afirmación de que eran las “consecuencias del conflicto político”, y por eso fueron ilegalizados y sus dirigentes encarcelados acusados de connivencia  con el terrorismo. Ya he escrito en otras ocasiones que no condenar un asesinato es una actitud moralmente deplorable, pero el silencio no es delito.
EH-Bildu se ha presentado a los comicios porque el Tribunal Constitucional (TC) ha dicho que es partido legal, y el Gobierno del PP no ha encontrado pruebas para promover en los tribunales un procedimiento que sitúe a la coalición fuera de la ley. ¿Quiénes antes aplaudían al PP creen ahora que el Gobierno es connivente con el terrorismo?
Los hechos son tozudos, y cuando la razón no alcanza los falsos demócratas recurren al torticero y simplista argumento de que la culpa de todo la tiene el Gobierno de Rodríguez Zapatero, que claudicó, se arrodilló ante los terroristas y traicionó a las víctimas. De aquellos barros vienen estos lodos, vienen a decir.
El País Vasco es un ejemplo de pluralidad. A diferencia de cualquier otra comunidad, ningún partido ha conseguido la mayoría absoluta desde el advenimiento de la democracia y ha estado obligado a pactar, a acordar con el diferente, o a gobernar en solitario y asumir la derrota en aquellas cuestiones en las que la oposición ha sumado sus fuerzas para impedir la aprobación de una ley o sacar adelante sus iniciativas.
El PNV ha sido siempre la formación más votada, aunque en los comicios de 1986 el PSE de Txiki Benegas consiguió más escaños, coincidiendo con la ruptura del PNV y el nacimiento Eusko Alkartasuna (EA). Entre 1987 y 1995 PNV y PSE compartieron gobiernos de coalición, y desde entonces los peneuvistas han gobernado en solitario hasta que en 2009 el acuerdo PSE-PP convirtió a Patxi López en el primer lehendakari no nacionalista. ¿Cabe más pluralidad frente al bipartidismo de la política nacional?
Las elecciones han deparado un resultado inédito, con una amplia mayoría nacionalista que hay que respetar, se comparta o no. Una mala noticia para quienes hubiesen deseado la victoria de los que han perdido, y excelente para quienes han votado a los ganadores.
Creo que EH-Bildu ha tocado techo. El  fin de ETA ha sido el trampolín que convirtió a la izquierda abertzale en la segunda fuerza política en las elecciones municipales y forales de 2011, y el efecto dominó ha funcionado en las autonómicas, pero con matices: no ha subido en  número de votos y ha perdido la hegemonía en ayuntamientos en los que gobernaba, entre ellos el de San Sebastián, donde ha pasado de ser la fuerza más votada a la tercera tras PNV y PSE.
A los vascos ya no les bastan las soflamas independentistas. EH-Bildu tendrá que demostrar a quienes le han dado su confianza que además de reclamar la soberanía tienen alternativas para combatir la crisis económica y su consecuencia más dramática, el paro; que es capaz de llegar acuerdos con diferentes, lo que exige estar dispuesto a ceder en beneficio del pacto; que acepta que no son los depositarios de la verdad, y que quienes no comparten sus ideas no son enemigos, sino contrincantes. Ni más ni menos que lo que los vascos van a exigir al Gobierno del PNV, y al PSE y PP desde la oposición.
Desde el pasado domingo la izquierda abertzale es la segunda fuerza política del País Vasco con la legitimidad que le han dado los votos. Solo los vascos se la pueden arrebatar en las urnas. Eso es la democracia.



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