Mientras los tambores de guerra siguen sonando en Madrid y los violentos de siempre recurren a los trucos más baratos para criminalizar el derecho del pueblo vasco a organizarse, en Bilbo miles salieron a las calles a mostrar su solidaridad con los imputados en el macroproceso en contra de las listas electorales D3M y Askatasuna.
Les presentamos la crónica publicada en Gara:
Una gran matrioska, conformada por cerca de 10.000 personas, arropó ayer en Bilbo a los imputados e imputadas de D3M y Askatasuna que mañana volverán a la Audiencia Nacional española. «Con la solidaridad en la movilización popular -enfatizó Amparo Lasheras- conseguiremos que desaparezcan las leyes de excepción, que salgan todos los presos y que todos podamos defender todas las ideas y proyectos».
Agustín Goikoetxea-Nerea Goti
Las calles de Bilbo volvieron ayer a ser escenario de una movilización en favor de los derechos fundamentales y en contra de los juicios políticos, en este caso contra el proceso que se inició el jueves en la Audiencia Nacional española contra trece hombres y mujeres acusados de promover una oferta electoral en los comicios autonómicos de marzo de 2009. Alrededor de 9.500 personas, según el recuento efectuado por GARA, participaron en la marcha, solidaridad que fue agradecida por los imputados.
A la conclusión, desde el escenario instalado en El Arenal, la gasteiztarra Amparo Lasheras se vio en la necesidad, en nombre de ella y de sus compañeros, de mostrar su gratitud, aclarando que el respaldo recabado les da «una fuerza y un ánimo que nada tiene que ver con el agradecimiento». «Con esta solidaridad en la movilización popular -subrayó la periodista- conseguiremos que desaparezcan las leyes de excepción, que salgan todos los presos y que todos podamos defender todas las ideas y proyectos políticos en los que creemos».
La manifestación dio inicio a las 17.40, pero para las 17.00 comenzaban ya a concentrarse en las inmediaciones de La Casilla algunos de los participantes, que tuvieron que hacer frente a la lluvia mientras eran vigilados desde el aire por un helicóptero de la Ertzaintza.
Entre paraguas comenzaron a conformarse en la calle Autonomía grupos de representantes políticos. Entre otros, Rufi Etxeberria, Pernando Barrena, Hasier Arraitz, Tasio Erkizia, Niko Moreno o Maribi Ugarteburu, de la izquierda abertzale, que compartían conversación con Pello Urizar y Unai Ziarreta, de EA; Josu Murgia, de Aralar; el portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, o el diputado de Amaiur Xabier Mikel Errekondo. Desde el ámbito sindical, los secretarios generales de ELA y LAB, Adolfo Muñoz y Ainhoa Etxaide, encabezaron las amplias delegaciones de sus centrales.
En declaraciones previas, Ugarteburu consideró «un anacronismo» este proceso judicial, mientras Matute exigió «el fin de los juicios políticos» y Murgia resaltó que lo que se está viviendo en las dependencias del tribunal especial en San Fernando de Henares demuestra que el Estado español «no sólo está atrasado económicamente, sino también democráticamente».
Al frente de la comitiva, tres matrioskas de diferentes tamaños -que representan a la iniciativa ciudadana conformada en torno a este nuevo proceso- y detrás, la pancarta con el lema "Eskubide guztiak proiektu guztientzat! Epaiketa politikorik ez!'', portada por miembros de Eleak y los imputados de D3M y Askatasuna. Poco a poco, la movilización fue ganando metros y más gente se fue sumando a la misma, a la vez que comenzaron a escucharse entre los cientos de paraguas desplegados en la calle Autonomía consignas como "Demokrazia Euskal Herriarentzat'', "Euskal presoak etxera'', "Errepresioa ez da bidea'', "Presoak kalera, amnistia osoa'', "Jo ta ke irabazi arte'' e "Independentzia''.
La presencia de la Ertzaintza se limitaba al helicóptero hasta que varias furgonetas se dejaron ver en la calle Juan de Garai. Desde Zabalburu, donde cesó la lluvia, la marcha enfiló Hurtado Amezaga para bajar por la calle Navarra hasta El Arenal, donde se desarrolló el acto final.
La cabeza tardó en cubrir el recorrido 40 minutos y hubo que esperar algunos más hasta que los miles de participantes se situaron frente al escenario, donde también destacaban varias matrioskas. Abrió el acto la bertsolari Iratxe Ibarra, que remarcó el carácter plural de la iniciativa y el sentido de la ya popular muñeca.
Con ese mismo hilo argumental siguieron Txerra Bolinaga y Zigor Oleaga, de Eleak, que incidieron en el trabajo que se ha desarrollado en los pueblos y barrios de donde son los imputados. En cuanto a la elección de la matrioska como símbolo, Bolinaga la consideró «muy apropiada» para entender que aspiran a construir «un vientre protector, un vientre colectivo ante una problemática colectiva. Un ejemplo vivo -añadió- del calor y la solidaridad de este pueblo hacia las personas imputadas en particular y para con los derechos civiles y políticos en general».
Más adelante, incidió en que «es el respeto a estos derechos lo que teóricamente define a una democracia como tal, pero por desgracia estamos hoy aquí porque no podemos hacer uso de ellos». Bolinaga subrayó que a estas trece mujeres y hombres se les quiere encarcelar por ejercer el derecho a la participación política. «Les quieren encarcelar por comprometerse contras las leyes de excepción en Euskal Herria, la conculcación de derechos fundamentales o la patente de corso con la que se mueven los cuerpos policiales».
Alertó de que a los recortes «brutales» de los derechos sociales más básicos como la educación, la sanidad o las prestaciones, les van a suceder o se van a concatenar otros para imposibilitar que la ciudadanía exprese y organice su rabia y plantee alternativas. Ante ese panorama, el portavoz de Eleak reclamó el trabajo en común para articular una respuesta amplia: «O ponemos pie en pared, componiendo desde lo más profundo de nuestros vientres una sola voz, o para cuando nos demos cuenta estos dos muros serán una prisión que nos impida movernos».
Cinco dantzaris -tres hombres y dos mujeres- bailaron al son de la música rusa con coreografía también mestiza, con toques vascos y rusos, como símbolo del apoyo a los imputados, doce de los cuales -los que están en libertad- subieron al escenario entre aplausos de los presentes. La primera en tomar la palabra fue Arantza Urkaregi que, en euskara, explicó que las dos primeras sesiones de la vista oral en la Audiencia Nacional les han servido para constatar que el único delito que les tratan de imputar la Fiscalía y la Policía española es haber ofrecido ruedas de prensa, ser interventores o formar parte de las candidaturas de D3M y Askatasuna. «Esa -señaló la profesora universitaria- es la base que tienen para decir que somos miembros de ETA o colaboradores».
Trabajo por el cambio
No quiso Urkaregi perder la ocasión de recordar que su «único delito ha sido trabajar políticamente en defensa del cambio social» para Euskal Herria.
A continuación tomó la palabra Amparo Lasheras, que inició su alocución citando a un compañero de banquillo, el joven independentista Aitor Liguerzana, en prisión por otra causa. Ante la nueva cita de mañana en el pabellón de San Fernando de Henares, dijo que volverán a Madrid «tranquilos, defendiendo nuestros derechos civiles y políticos, entre los que se encuentra el de participación política y el de Euskal Herria a votar las ideas por las que se ha luchado durante décadas en un nuevo ciclo de la historia de este pueblo, nuevo e ilusionante, pero también con obstáculos, con barreras levantadas para hacernos desistir del camino emprendido».
La periodista no dejó espacio al desasosiego, incidiendo en el optimismo con el que acuden al tribunal especial, más aún tras la muestra de solidaridad recabada ayer y que se suma a otras muchas.
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