En la actualidad el euskara tiene muchos enemigos de "pedigrí", mientras Fernando Savater y Mario Vargas Llosa dirigen a las huestes de "intelectuales", Mayor Oreja abandera a sus compinches políticos (aunque ya Patxi López levanta la mano para el relevo). Este texto publicado en Gara nos habla de lo que está sucediendo en Suiza con respecto a las lenguas que se hablan en ese estado de naciones diversas:
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Inaxio Arranz | Euskaltzale
Mayor Oreja no es suizo
Hace pocas semanas, uno de los portavoces del PP, Mayor Oreja, nos informó con orgullo de que su bisabuelo impidió a sus vástagos que aprendieran euskara para no entorpecer su aprendizaje del castellano. En la misma línea, este político de la extrema derecha relaciona el idioma vasco y el catalán con la ignorancia, el aldeanismo y el fracaso en los negocios, haciendo votos para que estos idiomas sean ubicados en un segundo plano y, a poder ser, en los museos junto a otras antiguallas y especies extinguidas.
¿Tendrá razón Mayor Oreja? ¿Saber y hablar euskara entorpece el aprendizaje de otros idiomas? ¿Perjudica el euskara la posibilidad de hacer negocios? ¿Son sus teorías el no va más del modernismo y el cosmopolitismo?
Aguijoneado por la curiosidad, me he puesto en contacto con una amiga suiza que trabaja de profesora en su país. Le he preguntado sobre la situación de los idiomas y el sistema educativo de Suiza. Esto es lo que me ha contestado:
«Suiza tiene cuatro lenguas oficiales: alemán, francés, italiano y romanche.
En la escuela domina la lengua que habla la mayoría del municipio. Eso significa que a pesar de que en el cantón de Berna la mayoría habla alemán, si en un pueblo se habla francés, allí en la escuela domina el idioma francés.
Como primera lengua extranjera se aprende desde muy pronto, a los 5 ó 6 años, el idioma vecino más cercano, pues en el cantón de Zurich, donde se habla alemán, es el francés, pero en el cantón de Uri, donde también se habla alemán es el italiano, porque el Uri esta al lado del Ticino.
El romanche tiene una situación un poco especial, porque lo habla muy poca gente y, además, en un cantón donde se habla también se habla alemán e italiano. Allí, a pesar de que la mayoría de un pueblo igual no habla romanche, se habla como primer idioma el romanche en la escuela para fortalecer la lengua. Pero eso depende del municipio.
En general, el cantón decide unas líneas generales, pero es el municipio el que lleva su política escolar y lingüística. En este sentido, Suiza es un estado muy federalista, con más de 20 sistemas escolares dentro del mismo estado a todos los niveles. Por ejemplo, yo no podría enseñar en el cantón de Argau, que es el cantón de al lado, porque tiene todo un sistema distinto, con libros distintos etc.
Después de nueve años escolares, los y las estudiantes suizas dominan al menos tres idiomas: dos nacionales y normalmente el inglés. Si sigue hasta los 12 años escolares, dominarán al menos cuatro idiomas: dos nacionales y dos según la rama del colegio: inglés y latín, inglés y castellano, ruso y japonés, etc.
La idea de la política lingüística es la de salvar todas las lenguas porque no existe la idea de que haya una sola lengua suiza. La identidad del país es multilingüe y eso se ve como una cosa muy importante.
Pero la idea va todavía más lejos. No se intenta sólo favorecer las cuatro lenguas nacionales, sino también las nuevas lenguas de las y los emigrantes. Normalmente los niños y niñas de emigrantes en casa hablan su lengua: italiano, turco, castellano, tamil o cualquier otra lengua, pero muchos, a pesar de hablar estas lenguas, no saben utilizarlo bien y mucho menos escribirlo o leerlo. Se ha visto que no saber el alemán y además no saber bien la propia lengua desfavorece a estos niños y niñas, y por eso los municipios han empezado motivar a estos niños y niñas a seguir los sábados cursillos de su propia lengua y cultura y a apoyar económicamente estos cursillos. Esta estrategia está dando buenos resultados para las dos lenguas y para la mejor integración. Porque saber bien el propio idioma ayuda a aprender otros.
En el gobierno hay fórmulas lingüísticas para los ministros...»
Parece que en Suiza no se han enterado de las curiosas teorías lingüísticas de Mayor Oreja y su partido, el PP. Y no parece que a los y las suizas les vaya tan mal en los negocios, aspecto determinante para Mayor Oreja y su partido. Alguien del PP debería hablar con el Gobierno suizo e informarles de lo pernicioso, aldeano y ruinoso de su política lingüística y educativa y sobre las novísimas teorías que en este campo el españolismo ha formulado ya desde la época de los Reyes Católicos.
Bromas aparte, y acostumbrados a la cerril postura del PP y el conjunto del españolismo de intentar acabar con todos los idiomas existentes en su Estado que no sean el castellano, causa admiración ver un sistema como el suizo que, sin ser perfecto, busca el aprendizaje real y la protección de todos sus idiomas, empezando por los más débiles. Las ocurrencias lingüísticas de Mayor Oreja y el conjunto del españolismo llevan camino de convertirse a nivel europeo en la máxima expresión del muy hispano cosmopaletismo.
En realidad, la melonada de Mayor Oreja y el PP no pasaría de ser un chiste malo si no fuera por el nivel de poder y gestión que tienen en Euskal Herria y en España. En Nafarroa llevan décadas aplicando el apartheid lingüístico contra el euskara y los euskaldunes, y en Euskadi, con sus socios de gobierno del PSOE, se aprestan a desmontar los raquíticos y totalmente reversibles avances para el euskara y los euskaldunes que nos han dejado los 25 años de gestión autonómica del PNV.
Está claro que ni Mayor Oreja ni sus socios de gobierno son suizos; ellos son vascos y.... españolistas, y ya conocemos las barreras psicológicas que esta mezcla impone a la hora de aprender y hablar determinados idiomas, por ejemplo el euskara.
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