Este texto ha sido publicado en IzaroNews:
En las escaleras del Ayuntamiento de Bilbao… faltó Unamuno
Mikel Arizaleta
Cuando el día 20 de junio, tras la manifestación por la Gran Vía de Bilbo “Por la libertad, ETA no”, comenzaron los discursos encendidos desde la escalinata del Ayuntamiento del Lehendakari Patxi López:
“Gracias a él [Eduardo Puelles] y a otros muchos como él. Gracias a los miembros de la Ertzaintza, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, los vascos y las vascas vamos arrancando, trozo a trozo, con desgarro y sufrimiento, la mordaza de nuestra libertad”,
o cuando la viuda de Eduardo, Francisca Hernández, dijo aquello de:
“Euskadi está bien en España… los autores son asesinos, no son políticos, no son presos políticos, eso es mentira. Que no vengan las familias pidiendo dinero para ir a verlos (a las cárceles) porque son presos políticos. No, es mentira, son asesinos”. Tras estas palabras hubo “vivas” a la Guardia Civil y gritos de “a por ellos”.
A mí me recordó el paraninfo de la Universidad de Salamanca aquel 12 de octubre de 1936, celebrando el Día de la raza, con José María en el atril y Francisco Maldonado al micrófono, pronunciando contra Cataluña y el País Vasco aquellas palabras: “cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá cómo exterminarlos, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos”.
En las escalinatas del Ayuntamiento seguían estando Enrique Plá y Deniel, gobernadores civiles, Carmen Polo, el alcalde de la ciudad, Pemán y también Maldonado con Millán-Astray gritando el “¡Viva la muerte!” y el “¡Muera la inteligencia!”.
Quien no estuvo fue el bilbaino Miguel de Unamuno, incapaz de quedarse callado ante tanto desatino: “Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”. Y se notó.
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