Un texto de parte de Iñigo Saldise en que se da una semblanza de lo que sucedió en Navarra durante el Renacimiento:
Iñigo Saldise Alda
El Renacimiento en el Reino de Navarra
Soberania de Navarra
El Renacimiento fue un movimiento cultural, que los historiadores sitúan entre el siglo XV y XVI. La difusión de las ideas humanistas, sirvieron para dar por finalizada la Edad Media y el Resurgimiento de las Artes y de las Ciencias y por supuesto de la Política, basada en una marcada conciencia histórica.
Esta nueva conciencia nacional, abrió nuevas perspectivas en lo social y lo político, además de favorecer a las ciencias, la filosofía y al arte, imitando paradójicamente, pero adecuando al momento, a los clásicos griegos y romanos.
El concepto humanista del Renacimiento, era muy apropiado a los intereses políticos del Reino de Navarra, que comenzaba a proyectar la creación o mejor dicho resturación, de un Reino Pirenaico, bajo las ideas humanistas, que abarcaría a todos los territorios euskaldunes, además de la Gascuña, el Alto Aragón y otros condados como Foix, alcanzando de nuevo, la territorialidad primitiva y propia, que se puede demostrar mediante los reyes de Pamplona, Alfonso I el Batallador y Sancho III el Mayor o incluso, con el príncipe de Vasconia, Eudón el Grande.
El Humanismo podríamos afirmar, que entra en el Estado de Navarra durante el reinado de Carlos III el Noble, debido principalmente por las conexiones italianas de su hija Blanca, teniendo su debida continuidad con el hijo de ésta, Carlos, primer príncipe de Viana. Este prerrenacimiento hacía del Reino de Navarra el centro de una nueva nacionalidad, ante las amenazas provenientes del génesis de los imperios español y francés.
Incluso nuestro Estado, contó con Cesar Borgia, condestable o generalísimo de los ejércitos de Navarra y máximo representante del ideal príncipe renacentista, el cual sería capaz de expulsar a los bárbaros o extranjeros de Italia, según Maquiavelo. Cesar Borgia encontró la muerte en el año 1507 cerca de Viana, defendiendo los derechos de los soberanos de navarros, Catalina I de Foix y Juan III de Albret.
Tras la total invasión y ocupación por parte española, de la tierras pertenecientes al Reino de Navarra situadas al sur del Pirineo, la corte y con ello la capital del Reino, se sitúa en Pau, donde como en Florencia, se crearon numerosos cenáculos y academias de simbología cabalística y de hermenéutica, donde se enseñaron las artes y la filosofía neoplatónica, gracias principalmente a Margarita de Navarra, esposa de Enrique II el Sangüesino.
Mientras que la Navarra ocupada había sufrido la destrucción de todos sus magníficos castillos por orden del cardenal Cisneros y la represión de la impuesta inquisición española, la Navarra soberana veía como sus formidables fortalezas se transformaban en auténticos palacios Renacentistas, además de ser un Estado donde se acogía a todos los refujiados humanistas y reformistas, que eran perseguidos en el resto de Europa.
La corte humanista de Pau se llenó de escritores, filósofos, pensadores, artistas y arquitectos, siendo Margarita de Navarra la mayor inspiración posible del movimiento evangelista que se había asentado firmemente en el Reino de Navarra. Incluso la propia Reina de Navarra, considerada por muchos la primera mujer moderna, escribió numerosas obras literarias, entre ellas Las soledades de Margarita de Navarra, obra de teatro que se desarrolla en un contexto íntegramente pirenaico, el magistral poema Las prisiones de la Reina de Navarra o la inacabada Heptameron, obra erótica femenina, donde incluso llega a mofarse de los defectos del macho.
Es precisamente durante el reinado de Enrique II de Albret y Margarita de Navarra, cuando se escribe el primer libro en euskara, concretamente en el año 1545, y que lleva por título Linguae Vasconum Primitiae, siendo su autor el navarro Bernart Etxepare, elevándose así el idioma propio de Navarra, al rango de literario.
La entrada de la Reforma en el Reino Pirenaico de Navarra, donde ya se había formulado un tipo de Estado moderno, con su lengua propia y basadas sus instituciones políticas y jurídicas, en el derecho pirenaico, fue de una manera muy equilibrada, buscando con ello principalmente, acabar con el despotismos eclesiástico, que tenía de máximo exponente al emperador del estado Vaticano de Roma.
Esto ocurre durante el reinado de la gran Juana III de Albret, que a pesar de ser educada a la francesa, tras el secuestro llevado a cabo por su tío Francisco I de Francia, continuo y acentuó aún más si cabe, la labor Navarrista de su madre.
Durante el reinado Juana III, el Estado de Navarra continuó con la obra de modernización de las fortalezas, introduciéndose definitivamente la Reforma en el Estado Pirenaico, tras fracasar unas negociaciones con el estado Vaticano, donde la soberana navarra buscaba la total restitución al Reino de Navarra, de las tierras del sur del Pirineo, ocupadas por los españoles.
Así Pau, capital del Estado Pirenaico, se convertiría en uno de los principales centros de reformistas exiliados, que se sumaban a humanistas y a renacentistas, mientras que inquisidores y jesuitas tenían prohibida la entrada al Reino de Navarra. Incluso se realiza la traducción de la Biblia al euskara por el navarro Joannes de Lizarraga tras mandato de mismísima Juana III de Albret, siendo editado en el año 1571.
Este periodo de Renacimiento en el Estado Pirenaico, donde los navarros libres cultivaron el humanismo, la igualdad y el amor por la libertad, se podría definir con la frase de un famoso autor inglés, cuyo nombre es William Shakespeare. Dicho escritor, en una de sus magistrales obras, concretamente en una del año 1594, que lleva por título Trabajos de amor perdidos , donde nos dejó la siguiente frase para la posteridad:
"Navarra será la admiración del Mundo"
BIBLIOGRAFÍA
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ORIA, Jon. Navarra es una colonia española y francesa, 1994
SERRANO, B. Navarra. Las tramas de la historia, 2006
SORAUREN, M. Historia de Navarra, el Estado Vasco, 1999
URZAINQUI, T. Navarra Estado europeo, 2003
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