Este artículo de opinión ha sido publicado en Gara:
Ayer, hoy, mañana
Del PNV y sus comparsas no espero otra cosa que la persecución, pero ¿de los impulsores de Erabaki? ¿Nos piden que mañana depositemos nuestra confianza en los «jauntxos» que llevan siglos traicionándonos?
Jesus Valencia | Educador Social
El 18 de enero hizo su presentación pública la plataforma social Erabaki. El lema, en apariencia sugestivo, me dejó indiferente. Aleccionado por la vida, profeso una fe casi ciega en quienes refrendan con hechos lo que proclaman. Y no concedo ni un gramo de confianza a quienes dicen una cosa y hacen la contraria. Erabaki iniciaba aquel día su andadura; muchos de sus impulsores, presentados como «agentes sociales», mantienen conocidos vínculos con el PNV; los tentáculos de la «casa» son largos y las hipotecas que generan, fuertes.
Un mes más tarde, las dudas han ido a menos y los recelos a más. Proclame Erabaki lo que quiera y cuente con los respaldos que consiga; algunos de ellos, bastante corrosivos, por cierto. La nueva plataforma social se ha marcado un objetivo difícil de alcanzar: seducirnos para que depositemos nuestra confianza en «la casa»; será el PNV, y su largo cortejo de alabarderos, quien garantizará a este maltratado pueblo su derecho a decidir. Propuesta bastante chocante desde una perspectiva histórica. Los 30 años de esta maldita transición han sido ilustrativos; la burguesía vasca, liderada por el PNV, ha corregido y aumentado el sometimiento cortesano que sufrimos desde hace siglos. Elites vascas que no tuvieron ni tienen otro proyecto que el medro; ajenas a las tribulaciones de su pueblo -al que desprecian- y entregadas a los dictados de la Corte, a la que se someten. Ayer y hoy, visitadores incansables de las dependencias palaciegas para reiterar y dejar constancia de la sumisión que practican. Saben que su honor y sus prebendas penden de los hilos que maneja Madrid y que quien hoy te encumbra, mañana te pude defenestrar (el nuevo agente social Atutxa sabe mucho al respecto). Señoritos de actitud servil que, hoy como ayer, nos siguen dejando desvalidos frente a los atropellos imperiales. De ellos dijo Felipe II que eran «muy leales, fidelísimos vasallos y necesarios para la conservación de la monarquía» ¿S. XVI o s. XXI?
La pérdida de los Fueros supuso otra fuerte crisis de identidad para nuestro pueblo. Las elites vascas actuaron ante el problema foral con la misma ruindad con que hasta entonces: desastrosas defensoras de los intereses comunes. Mientras las clases populares daban la cara para oponerse a los sucesivos contrafueros en que incurría la corona, ellos jaleaban al Rey y ejecutaban los excesos regios con más rigor que la propia Corte. Sólo denunciaban el contrafuero cuando eran ellos los afectados. La historia de los jauntxos sumisos es muy actual. El tripartito no mueve, ni moverá un dedo, ante los terribles desafueros que se están cometiendo en estos días; sólo cuando tres de los suyos se han visto ligeramente amenazados, ha reaccionado con afectada dignidad. ¿Siglo XXI o s. XIX?
Si el ayer es clarificador, no lo es menos el hoy. El 10 de febrero, miles de personas quisieron reclamar en Bilbao su elemental derecho a ser ciudadanas. Las élites vascas, fieles a Madrid, movilizaron a cientos de hombres armados para ejecutar la política represiva del PSOE («El PNV es nuestro colaborador incondicional en estas estrategias», dijo Zapatero). El mismo día, a la misma hora y en la misma convulsionada Euskal Herria, estas elites colaboracionistas proclamaban, con exquisitez palaciega, su compromiso con el derecho a decidir. Palabras bellas y hechos miserables. Del PNV y sus comparsas no espero otra cosa que la persecución, pero ¿de los impulsores de Erabaki? ¿Nos piden que mañana depositemos nuestra confianza en los jauntxos que llevan siglos traicionándonos? Los impulsores de la iniciativa no han procedido como «agentes sociales». Actuaron como cómplices del entreguismo y encubridores de la represión.
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