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Surf
Surfistas vascos impulsan un proyecto solidario que ha llegado ya a la India
Un grupo de surfistas vascos ha querido hacer del mundo un sitio mejor a través de un proyecto solidario que les ha llevado ya a la India, donde han repartido ayuda humanitaria y han enseñado a cientos de niños a cabalgar sobre las olas en una zona afectada por el devastador tsunami de 2004.
Clara García de Cortázar Donostia
Ion Eizagirre, ingeniero en Organización Industrial, es el promotor de esta iniciativa, denominada "Smiling Surfing", con la que pretende hacer de su pasión surfera un instrumento para luchar contra las injusticias del planeta.
Este vecino de Zarautz de 24 años ha explicado a Efe que la idea comenzó a gestarse en marzo de 2007, tras varios viajes a países de Suramérica e Indonesia para surfear, en los que fue consciente de las condiciones de pobreza en las que vivían millones de personas.
Estas aventuras viajeras y el contacto que inició con integrantes de la ONG The Lalu Smile fue suficiente para que Eizagirre se lanzara a preparar una travesía solidaria rumbo a la India, concretamente a la localidad de Mamallapuran, en la que había varios orfanatos, que sufrían aún los efectos del tsunami más devastador de la historia, que sembró la muerte y la destrucción en doce países del sur de Asia en diciembre de 2004.
Una decena de personas, entre ellas varios surfistas y un médico, participaron en este viaje, que se desarrolló entre el 20 de septiembre y el 20 de octubre del año pasado, tras recaudar unos 15.000 euros de distintas entidades y empresas, que no pudieron gastar en su totalidad y que conservan para nuevos proyectos.
Arturo de Diego, otro de los integrantes de "Smiling Surfing", ha relatado a Efe que lo que tenían claro es que ellos iban a costearse "el viaje, la estancia y los gastos personales" y que serían "muy cuidadosos" con el dinero recogido que, en ningún caso, podían "malgastar".
Estos fondos se destinaron a la adquisición de material para la escuela de surf, que montaban de manera itinerante en diferentes localidades, y a la compra de alimentos y ropa que repartían en su periplo, en el que hacían además revisiones médicas, excursiones y talleres de higiene personal, manualidades o limpieza.
La mayor parte de las acciones se dirigieron a los niños de los orfanatos, aunque paulatinamente fueron extendiendo su actividad a otras zonas, en las que vieron que el "surf ya se había inventado", aunque eso sí, en una modalidad rudimentaria, ya que había algunos jóvenes que se deslizaban sobre las olas tumbados sobre grandes troncos cuadrados de dos metros de largo.
El surf se convirtió en una excusa para reír, abrazar, llorar y cantar con cientos de niños y para vivir grandes experiencias, que estos jóvenes vascos pretenden plasmar ahora en un documental.
Los surferos decidieron además dejar allí las tablas que tanto les costó introducir en el país, cuyo uso es gestionado ahora por el único club dedicado a este deporte que hay en la India.
Las dificultades que encontraron para desarrollar su labor no lograron amilanar las ilusiones de estos aventureros, que han hecho de "Smiling Surfing" una plataforma permanente repleta de proyectos.
Eizagirre ha comentado que el objetivo ahora es hacer "en casa" iniciativas similares en las que podrían participar discapacitados o niños afectados por la catástrofe nuclear de Chernóbil (Ucrania), que todos los veranos visitan el País Vasco.
Estos surferos son conscientes, tras su experiencia, de que no pueden cambiar el mundo, aunque tal vez sí hacer de él un lugar mejor en el que vivir.
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