Esto, a mas de un mes del cese al fuego de ETA.
Apareció en Gara:
«Ahora estás en las cloaclas del Estado, y aquí la tortura campa a sus anchas»
Arrestada por la Guardia Civil, incomunicada, maltratada, encarcelada en Soto de Real y libre desde el miércoles, la joven vecina de Bilbo, con una entereza y fuerza como para subrayar, relató ayer a GARA los tres días de incomunicación que tuvo que pasar en «las cloacas del Estado», tal y como se lo hicieron saber los propios guardia civiles.
"En mes y medio Irala ha sido ocupado policialmente dos veces
Mes y medio es el tiempo que ha transcurrido desde que ETA decretara el alto el fuego «con el objetivo de impulsar un proceso democrático», y en ese mismo periodo, tal y como denunció ayer la izquierda abertzale de Irala (Bilbo), «nuestro barrio ha sido ocupado policialmente en dos ocasiones». Tres días después de entrar en vigor el alto el fuego, la Ertzaintza detuvo al vecino Dani Yaniz, y la semana pasada fue la Guardia Civil la que detuvo e incomunicó a Sandra Barrenetxea. Por todo ello, y con la adhesión vecinal de Irola Irala Irratia, Gazte Asanblada, Euskal Txokoa, Jai Batzordea, Ttakun y Luz-negra, la izquierda abertzale exigió al Gobierno español y a Lakua que «deje de poner piedras en el camino» para dar inico al proceso. -
Bilbo
«Me enrollaron en un colchón, desnuda, me pusieron de nuevo la bolsa en la cabeza y me amenazaron con los electrodos. Me echaban agua por encima y me ponían un cable en la mano, y me decían...». Este es uno de los momentos que Sandra Barrenetxea relataque pasó en dependencias de la Guardia Civil en el periodo de incomunicación.Eran las 16.30 del pasado 24 de abril después de cinco días desde el arresto de Ibon Meñika, acusado de portar unos bonos de ayuda a la organización armada ETA cuando la joven bilbaina salía de la sede de LAB y se introducía en una cafetería, una vez percatada de los movimientos de una pareja.«Y de seguido se metieron cinco hombres, se identificaron como guardia civiles diciéndome que tenía que irme con ellos. Yo creo que fue aquél uno de los peores momentos; es un susto increíble. Ahora sólo de recordar... Y me sujeté a la barra del bar diciendo que no, que no... pero me agarraron y me introdujeron en el coche. Ahí me esposaron y me llevaron a un sitio que supuse que era La Salve, porque no veía nada. Una vez allí empezaron las amenazas, que fueron una constante», relata así el momento de su arresto y «el inicio de todo».
Después de unas horas la trasladaron al registro de su domicilio, «todo el tiempo con los ojos tapados. Cuando estábamos llegando a casa empecé a oir los gritos de la gente, y eso me tranquilizó mucho, me dio muchos ánimos», recuerda. Tras el registro del domicilio y antes de partir hacia Madrid, Barrenetxea fue examinada por un médico forense. «Allí ya empecé a ponerme nerviosa, mal, de pensar en el viaje».
Una vez en Madrid, Barrenetxea señalaque los agentes le dijeron que «ahora no pienses que te vas a tomar un Cola Cao y te vas a ir a dormir, ahora viene lo bueno».
«Me pusieron el antifaz y me llevaron a donde uno que era como el comisario, que sólo hacía preguntas; pero como ya me negué a responder, me decía que iba a ir a donde los locos. Y me llevaron a un cuarto donde estaban cinco hombres».
«Me pusieron en medio y uno de ellos me dijo: ‘Ahora estás en las cloacas del Estado; aquí la tortura campa a sus anchas y te vamos a machacar’. Yo ya estaba llorando; me pasé los tres días llorando sin parar, con ataques de ansiedad, me hiperventilaba, temblando, con pánico a todo», prosigue la joven.
Explica que durante la incomunicaciónlos gritos, los insultos denigrantes, los golpes en la cabeza y las amenazas «no cesaron en ningún momento». La joven cuenta cómo la trasladaban ante varios grupos, «con diferentes actitudes y métodos para el maltrato. Cada uno tenía su papel, su rol; estaba el loco sexual, el que parecía que te iba a matar, el que te golpeaba, el que sólo te preguntaba...».
«El primer día ya me desnudaron. El momento más fuerte fue cuando me obligaron a hacer flexiones con una bolsa en la cabeza; me desnudaron de nuevo y empezaron a empujarme en un círculo, entre cinco, hasta que me caía al suelo. De ahí me llevaron a otra sala y me enrollaron en un colchón, me pusieron de nuevo la bolsa y me amenazaron con los electrodos. Me echaban agua por encima y me ponían un cable en la mano, y me decían, gritando todo el rato y sin poder ver, lo que me iban a hacer. Estaba histérica».
Barrenetxea narra cómo las amenazas sexuales fueron persistentes. «Me decían que me iban a violar, me tocaban, me decían que tenían a un tío de dos metros y que iba a ver cómo me iba a dejar. Me preguntaban si quería tener hijos mientras se ponían guantes de látex y los hacían sonar, y me decían que me iban a dejar estéril. Lo que más miedo daba era estar sólo con ellos, sin poder hacer nada; un machaque constante. Intentan romperte, que pierdas la noción del tiempo...».
Después de pasar por delante del juez Ismael Moreno, éste decretó su ingreso en prisión, algo que describe como una salvación en ese momento. «Soto del Real es lo que es, la cárcel. Pero la experiencia con las kides ha sido increíble; y por eso he salido tan bien. Enseguida empecé a oir gritos de ánimo, y cuando estuve con ellas, ya tenía todo: la cama echa, libros, ropa... Lo que tenían me lo daban; una pasada. Una generosidad y una dignidad... Ha sido una experiencia increíble», afirma.Barrenetxea resalta también «la valentía y la fuerza que ha demostrado la gente, sin perder los papeles en ningún momento siguiendo con la apuesta de iniciar un proceso democrático».
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