Tuve la oportunidad de entablar amistad con el escritor Edorta Jiménez durante el Jaialdi de Boise el año pasado, por eso hoy al leer la nota publicada por Gara que habla de la tortura que sufrió a manos de los canallas españoles me hirvió la sangre.
Va pues su testimonio como recordatorio de la brutal represión que sufre el pueblo español a manos de los invasores españoles con la complicidad de los invasores franceses.
Aquí lo tienen:
Y hay bobos que insisten en que España es una democracia ejemplar y se tragan el cuento que la AVT es una organización que defiende los derechos humanos.
Va pues su testimonio como recordatorio de la brutal represión que sufre el pueblo español a manos de los invasores españoles con la complicidad de los invasores franceses.
Aquí lo tienen:
Edorta Jiménez detalla las torturas sufridas a manos de la Policía española
MADRID
«Una historia llamativa». Así calificó el abogado de la AVT el aterrador testimonio de torturas que Edorta Jiménez relató ante la Sala, una experiencia que el reputado escritor vasco, cuya trayectoria tuvo que recordar José María Elosua ante el evidente desconocimiento de acusación y tribunal, ha tratado de olvidar durante 22 años.
Ayer, Jiménez tuvo que traer a la memoria aquellos días, y apenas pudo contener las lágrimas. Antes, el fiscal había esgrimido la declaración policial que presuntamente firmó en octubre de 1984, en la que se cita, entre otras cosas, que Jímenez mantuvo una reunión con Argala para decidir la dirección de “Egin”. «No sabía qué decir, les dije un montón de cosas sin sentido», explicó, agregando que en aquel momento «me hubiera gustado saber algo de lo que me estaban preguntando, porque pensaba que me iban a matar».
Desde el momento en que tras detenerlo de madrugada y que un policía le dijera «Edorta, vas a recibir muchas tortas», los días que el escritor vivió en manos de sus captores fueron como un relato de terror. «Me desnudaron, me pusieron sobre una mesa con la cabeza hacia atrás y me estiraban de los testículos»; «me preguntaban qué testículo quería que me estrujaran y tenía que elegir uno»; «se ponían en círculo y me golpeaban sin parar mientras me preguntaban a gritos ‘¿Dónde está?’. Me hubiera gustado saber de qué hablaban».
También le pusieron electrodos, en el cuerpo, en los testículos... «tan fuerte que saltaba por los aires». El sufrimiento fue tal que se cortó las venas con una cremallera.
Después de esos días de tortura fue conducido a Madrid, donde le aplicaron pomadas y le hicieron ducharse. También le quitaron la camisa ensangrentada y le dieron otra, rosa, que conservó durante años.
Aún así, su estado era tan lamentable que el abogado que le vio «se quedó horrorizado». «Lo que nunca he podido entender es cómo aquel forense que me vio, o el juez, pudieron decir que había tenido un caso de depresión y que me había lastimado», denunció.
No fue acusado ni procesado tras esa detención, y Jiménez ha denunciado aquellas torturas en multitud de foros públicos, la última en Radio Euskadi hace un par de meses. Unas torturas que constan también en su biografía.
Una biografía y una denuncia que desconoce el letrado de la AVT, Juan Carlos Rodríguez Segura, cuya actitud chulesca, incluso ante tan sórdidos pasajes de torturas, reprobaron los procesados en más de una ocasión.
Y hay bobos que insisten en que España es una democracia ejemplar y se tragan el cuento que la AVT es una organización que defiende los derechos humanos.
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