Justo ayer que les compartíamos el texto Mariposas amarillas de Iñaki Egaña la Academia del Nobel daba a conocer al ganador del galardón dedicado a la paz: el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
Sí, ese mismo que ha sido testigo de como la ultra derecha colombiana, esa que se ha beneficiado del largo conflicto armado, ha maniobrado para que millares de tontos útiles, gente sin conciencia de clase, llenaran las urnas con un sí a la violencia.
Sí, ese mismo que se ofreciese a mediar en el proceso de paz abierto por la sociedad vasca hace ya más de cinco años y que recibiese como respuesta un prepotente no por parte del régimen borbónico franquista.
Pues bien, en la editorial de Naiz que compartimos a continuación nos hacen saber que ni un solo español ha gando el Premio Nobel de la Paz, presea que incluso han obtenido genocidas como Simon Peres o Barack Obama.
Aquí la tienen:
El proceso de paz colombiano ha acaparado informativamente la semana. La victoria por un estrecho margen del No en el referéndum sacudía el lunes muchas certidumbres y la concesión ayer del Nobel de la Paz al presidente, Juan Manuel Santos, por sus esfuerzos estimula a seguir el camino emprendido. Siendo importante este apoyo internacional, los conflictos los resuelven las partes enfrentadas y el resultado del referéndum ha colocado al proceso colombiano en un terreno incierto. Las delegaciones negociadoras, en un comunicado conjunto desde La Habana, trataron ayer de acotar el nuevo campo de juego dando validez a lo acordado y reduciendo los posibles cambios a «ajustes y precisiones» que den garantías a todos y permitan definir una salida rápida.
Este Nobel no resuelve por tanto per se la crisis de credibilidad del proceso colombiano. Pero sí es la confirmación clara de que la comunidad internacional respalda un modelo de solución que incluye cambios políticos y que ha pasado por la negociación con una guerrilla incluida en todas las «listas negras». Un modelo que es también ejemplo al unir paz y justicia, pues incluye cuestiones diversas como desarme, reconciliación, reforma agraria o participación política. En su felicitación a Santos, Timochenko recordó ayer que la paz y la justicia están estrechamente unidas, al asegurar que al único premio al que aspiran las FARC es a la paz con justicia social.
En resumen, todo lo que este Nobel pone en valor y premia en Colombia es bastante más que lo que esa misma comunidad internacional planteó a Madrid hace cinco años en Aiete, sin ningún tipo de respuesta. En su larga historia 26 jefes de Estado o de Gobierno de todo el mundo han recibido el Nobel de la Paz. Entre ellos no hay ningún español. Ocasiones no les han faltado, apoyo internacional tampoco. Han carecido de lo más básico: voluntad política para resolver su conflicto con altura de miras.
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