Ayer les compartíamos un texto para recordar a Pío Baroja, tan polémico entonces como ahora.
En su cuenta de facebook, nuestro amigo el historiador Iñaki Egaña ha publicado este escrito con respecto al legado Baroja:
Algunos ingenuos o interesados pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino diciendo que el arte, en todas sus expresiones, se mueve al margen de la política. Pocas veces he oído una necedad semejante. Podría poner decenas de ejemplos, desde el de ese autor español consagrado y líder en ventas que viajó a América expresamente para evitar que una escritora publicara con una editorial vasca, hasta el de ese otro que cobró por adelantado un libro por encargo con un guión anti-vasco preparado en el Ministerio del Interior. Nadie es ajeno a las convulsiones políticas o sociales, ni siquiera los escritores, mientras seamos el tercer planeta del sistema solar.Dejando los dos ejemplos anteriores para otra ocasión, en ésta me voy a centrar en uno que clama al cielo. Cuando lo conocí me pareció tan grave que pensé como ahora, es decir que no se trató de una manipulación sino de algo peor: una falsificación. Al loro.En 1953, es decir en pleno franquismo, la editorial catalana Destino publicó una serie de libros dedicados a las regiones de España. Una buena colección, adornada con mapas y fotografías. La parte vasca fue redactada por Pío Baroja en un libro de casi 600 páginas. Excelente de presentación y uno de los mejores trabajos de Pío Baroja. Una auténtica joya. Baroja viajó y plasmó Euskal Herria de forma magistral: Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, las dos Navarras y Zuberoa. La editorial acompañó la edición con un mapa desplegable de Euskal Herria en el que, asimismo, aparecían los siete territorios vascos. Las fotografías eran de Ramón Dimas. He visto pagar hasta 400 euros por ese ejemplar en alguna tienda de anticuarios.En 1988, o sea 35 años después y ya en plena democracia y con Gobierno en Madrid del PSOE, la editorial Incafo SA, especializada en publicaciones institucionales, guías naturales y ecologistas, reeditaba el trabajo de Pío Baroja, con el mismo título: El País Vasco. Pero el trabajo de 1988 no era el mismo que el de 1953. Un censor político le había capado 4/7 partes al libro. Había quitado los textos relativos a Iparralde y el de Navarra, con lo que únicamente quedaban los tres occidentales. Y del resto, la editorial había borrado otros siete capítulos. En el primero censurado, Pío Baroja había titulado precisamente: Siete en una.
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