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martes, 25 de octubre de 2016

Invisibilizando la Violencia de Género

Traemos desde la página Antes de Eva este texto en el que el autor, Miguel Civeira, hace pedazos el argumento esgrimido por los niniístas -yo no soy ni de izquierda ni de derecha- con respecto a las movilizaciones alrededor del mundo en contra de la violencia de género y  su manifestación más brutal, los feminicidios.

Aquí lo tienen:


No se mata a las mujeres con el certero disparo de un francotirador, sino que antes se les humilla, viola y tortura; cuando dices “ni una persona menos”estás contribuyendo a invisibilizar un problema.

Miguel Civeira

Si te toparas con una manifestación en contra del maltrato hacia los niños, ¿les echarías en cara que toda forma de maltrato es mala, no sólo la de adultos contra infantes? Si alguien dijera que una sociedad puede juzgarse por cómo trata a sus niños, ¿responderías algo como “¡no, se juzga por cómo se tratan todos entre sí!”? No lo creo. Es decir, habría que estar medio atarantado o de plano ser un troll muy mezquino. Pues mientras se protesta en México y Argentina contra la violencia machista, dirijo este texto a las personas que, de buena fe pero quizá sin darle mucha pensada, cuando se plantea el tema de los abusos contra las mujeres, responden con clichés del tipo “yo estoy en contra de la violencia, venga de donde venga”.

Mira, estaremos de acuerdo en que cualquier persona decente se indigna ante las injusticias. Es claro que no queremos que nadie se víctima de ello, mujeres u hombres, adultos o niños, propios o extraños. Pero hay un par de problemas con eso de decir “yo estoy en contra de la violencia…”. Por un lado, en realidad no significa gran cosa, y es casi tan ambiguo y libre de compromisos (y cómodo) como decir “yo estoy en contra de todo lo malo” (no, pos sí). Por otro lado, puede ser hasta peligroso.

Verás, la cosa es que no todos los grupos humanos sufren la misma clase de injusticias, ni con la misma intensidad, ni por los mismos motivos, ni por parte de los mismos victimarios. Por ello hay manifestaciones, movimientos y organismos que se enfocan en combatir males diversos: el racismo, el maltrato infantil, la explotación laboral, la corrupción política, la represión a las libertades civiles o el deterioro del medio ambiente. Por ejemplo, existen movimientos a favor de los derechos de los pueblos indígenas o de las víctimas de la guerra contra el narco (sean hombres o mujeres). Alguien que llegara e insinuara “¿y por qué no luchan por los derechos de los inmigrantes chinos?” o “¿sólo las víctimas del narco?, ¿qué hay de los pacientes de cáncer?” quedaría como un imbécil.

Bueno, pues de la misma manera se necesitan luchas contra las injusticias que padecen específicamente las mujeres. Pues sí, obviamente no queremos que ninguna persona sufra a manos de otra, sin importar a qué género, raza u orientación sexual pertenecen. Pero como cada asunto requiere ser comprendido y abordado en sí mismo, y como los seres humanos somos limitados y no podemos encargarnos de todos, enfocamos nuestras energías en aquellos que se relacionan más íntimamente con nuestras vidas. Por eso las mujeres se manifiestan contra la violencia machista: no porque no les importen las otras formas de violencia, sino porque alguien tiene que encarar este problema y si no son ellas las que luchen por sus propios derechos y calidad de vida, ¿quién lo hará?

Pensemos por un momento en el concepto de feminicidio: el asesinato de una mujer por razones de género. Estaremos de acuerdo con que todo asesinato es malo, ¿va? Pero no todos son iguales: el asaltante que mata a su víctima en el proceso de un robo; el sicario de un cartel que elimina a un rival; el fulano que mata a su pariente por la herencia; el político corrupto que manda a silenciar a un periodista incómodo; el borracho que apuñala a un parroquiano por una disputa de cantina; el empresario que hace desaparecer a un líder sindical… Cada crimen es de naturaleza distinta, aunque todos terminen con la deplorable pérdida de una vida humana.

De todo el universo de asesinatos, un subconjunto de ellos tiene motivaciones sexistas: el violador que acaba con su víctima porque se le resiste o porque no quiere dejar “cabos sueltos”; el exnovio celoso y resentido que mata a la chica que le puso el cuerno; el gángster que “escarmienta” a sus propias víctimas de prostitución forzada cuando éstas se insubordinan o tratan de escapar; el marido que monta en cólera contra su esposa y en el proceso habitual de golpearla “se le va la mano”; las pandillas que colectan mujeres para violarlas, matarlas y tirarlas en el desierto… Y luego está la particular brutalidad y saña de los feminicidios: no se mata a las mujeres con el certero disparo de un francotirador, sino que antes se les humilla, viola y tortura.

Además, en estos asuntos no se trata simplemente de encontrar al asesino y castigarlo (lo cual no siempre ocurre). Quienes protestan con las proclamas de “¡Vivas nos queremos!” y “¡Ni una menos!” quieren que se actúe contra las condiciones sociales, culturales y jurídicas que permiten que estos asesinatos tengan lugar y queden impunes. Otros tipos de crímenes tienen motivaciones distintas y también se debe actuar para impedir que sucedan y para hacer justicia una vez ocurridos. Que alguien se manifieste contra los feminicidios no significa que no le importen los otros asesinatos; significa simplemente que su preocupación y sus esfuerzos estarán enfocados a este problema en específico. ¡Porque tiene todo el derecho y la razón para hacerlo!

De modo que cuando dices “yo estoy en contra de toda la violencia” o “ni una persona menos”, aparte de que estás repitiendo un cliché obvio e inútil, estás contribuyendo a invisibilizar un problema, una forma específica de injusticia, haciéndola pasar por parte indistinguible de una masa homogénea a la que llamas “toda la violencia” (sobre la que de todos modos no haces nada). Te cierras, e incitas a otros a hacerlo, en vez de intentar comprender las características particulares de estas formas de injusticia y asumir tu parte de lo que puedes hacer para combatirlas. Finalmente, estás ayudando a quienes pretenden deslegitimar una lucha necesaria y acallar las voces “incómodas” de quienes la encabezan.

¿Ves por qué decía al principio que no sólo es vacuo sino hasta peligroso? Así que, por favor, en buen plan, échale una buena pensada antes de responder con lugares comunes respecto a un asunto en que se va la vida de muchas mujeres todos los días.






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