Una vez más un prisionero político vasco muere lejos de los suyos, purgando una condena desmesurada impuesta por un régimen deslegitimado por su presente pero principalmente, por su pasado.
Les compartimos esta editorial de Gara:
Tragedia irreparable y golpe a la esperanza
Cuando a primera hora de la tarde se difundió que Iñigo Urkullu y Mariano Rajoy se reunieron el martes, pocos imaginaban que poco después Euskal Herria iba a sufrir una embestida tan fuerte que arrasaría con esa noticia y con cualquiera que se le pusiera por delante. La muerte de Arkaitz Bellón es un mazazo de tal calibre que nada que se diga puede evitar parecer torpe y vacuo; es una tragedia irreparable y un golpe para las esperanzas que alberga este pueblo.
Los datos al cierre de esta edición eran todavía escasos, y por respeto y por prudencia cualquier cosa que se escriba al respecto, y más un editorial, debe hacerse midiendo mucho las palabras. Pero eso no impide exponer ya algunas certezas, verdades como que en estos momentos no hay consuelo posible para los familiares del preso elorriotarra, y que todo lo que rodea a lo ocurrido, incluyendo la situación penitenciaria del fallecido, es un escándalo. Arkaitz había sido acusado de participar en actos de kale borroka y después de permanecer trece años en prisión, su excarcelación había sido fijada para mayo. Como tantos otros prisioneros vascos, en el tiempo que estuvo encarcelado conoció las cárceles más alejadas respecto a su lugar de origen –Sevilla, Cádiz– y sufrió los rigores más extremos del sistema carcelario español. No solo eso, en los últimos años denunció haber sufrido brutales palizas a manos de los funcionarios.
A pesar de ello, pese a las denuncias y aun cuando estaba a punto de quedar libre, lo mantuvieron preso en el mismo lugar, a merced de esos funcionarios, a mil kilómetros de su pueblo y en las peores condiciones. Eso hace de lo sucedido una atrocidad y fija responsabilidades claras sobre su muerte. La política criminal que sufren los presos y presas vascas es inaguantable, la exigencia de que sea cambiada es un clamor en la sociedad vasca y es hora de que todos los agentes de este país pongan pie en pared. Contemporizar solo sirve para propiciar dramas como el ocurrido en Cádiz, y eso sería una grave irresponsabilidad que nadie debería querer asumir.
Que se reúnan Iñigo y Mariano, no importa, nada bueno ni positivo saldrá para el pueblo vasco de esa reunión. La libertad se está labrando en las calles, parcelas, pueblos, aulas, puestos de trabajo, sí, y también en las celdas.
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