Un blog desde la diáspora y para la diáspora

sábado, 12 de enero de 2013

Defendiendo la Memoria


Hace ya casi un año les compartíamos la triste noticia del deceso de Yon de Luisa. Hoy, en memoria a su legado y a su trabajo de consolidación de la diáspora vasca en México les compartimos este texto en el que se habla del tío de Yon, Kandido Saseta. El mismo ha sido publicado en el blog de Eusko Lurra Fundazioa:

Eduardo Renobales | Historiador,  autor de ANV, el otro nacionalismo
Ha saltado la noticia de que la Sociedad de Ciencias Aranzadi y los herederos ideológicos de los sepultados han logrado por fin los recursos necesarios para acometer la enorme tarea de desenterrar a casi cien cuerpos en un lugar olvidado de Asturies y repatriarlos casi con ocho décadas de tardanza, pretendido olvido y desidia institucional. Acaba un ciclo de autoridades desinteresadas que miran a otro lado, que no quieren desenterrar viejas heridas, que no desean dar pábulo a que los cavernarios madrileños se lleguen a enfadar, si se tomaran la molestia de interesarse en el tema.
A mediados de febrero de 1937 diversas compañías del Ejército Vasco son enviadas, en autobús, con destino a los alrededores de Oviedo con la pretensión de acabar con la bolsa de resistencia fascista radicada en esa ciudad y casi copada por los adictos a la república que, conviene recordar, era la autoridad legítima del momento. Esas tropas (básicamente compañías del Amaiur jelkide, UGT2 socialista y Eusko Indarra de EAE-ANV, <Eusko con s sí>) serían encabezadas por la figura militar más importante que dará la resistencia antifascista vasca, Kandido Saseta con su grado ya por entonces de Comandante.
Se ha hablado de su impedimenta, de que iban bien equipadas y pertrechadas. No sé bien en comparación con qué. No estaban apoyados ni por aviación ni por artillería pesada. Debían de alcanzar posiciones bien aseguradas por los fascistas, con potentes emplazamiento de nidos de ametralladora, posición dominante y enlaces de suministros asegurados con la ciudad de Oviedo.
En la madrugada del 21 se debe cruzar el río Nalón crecido por las lluvias invernales. El pontón que los ingenieros deberían haber construido para el paso de la tropa con rapidez y seguridad, simplemente no existía. Parecer ser que resultaba imprescindible cruzar por ese lugar en concreto que podía ser batido sin problemas por las tropas facciosas situadas en un alto cerca de Areces y con una línea de tiro superior y segura. Se dice que se sorteó quién iba en primer lugar y le tocó a los del Eusko Indarra. Yo he leído testimonios de gudaris ekintzales que Saseta les pidió fueran ellos delante ya que eran la tropa de la que más se fiaba.
Se estableció un endeble y expuesto paso con barcazas y grupos de veinte iniciaron la ofensiva. En la travesía fluvial de los hombres de Eusko Ekintza ya sufrió 20 bajas, la mayoría mortales, pues desde la posición fascista disparaban sin oposición y apenas la tenue luz del amanecer y el tiempo lluvioso servían de endeble escudo.
Con todo Eusko Indarra tomó la posición encomendada en Areces flanqueado por el Amaiur. Por más que se pretenda desvirtuar los hechos, la ofensiva ni estaba bien planificada, ni las tropas que la llevaban a cabo tenían la cobertura suficiente ni el orden militar adecuado ni el entrenamiento preciso. Saseta tuvo que trasladarse desde el puesto de mando tres veces hasta la línea de frente más expuesta. Ha quedado para la historia su frase de En menudo fregado nos han metido los asturianos. Tal actitud del Comandante, siempre preocupado por la suerte de sus hombres, tuvo la desgraciada consecuencia de que un francotirador le alcanzó mortalmente. El temor de miedo al copo, que tantas desbandadas produjo en el frente vasco, volvió a reproducirse. Tanto los grupos de apoyo asturianos como el batallón socialista se replegaron sin ningún orden abandonando sus posiciones y obligando que, primero el Amaiur y posteriormente el Eusko Indarra, tuvieran que efectuar la misma operación fracasando todo lo planteado por el Estado Mayor republicano y todo el esfuerzo invertido. El problema surgió con los heridos. Algunos habían sido trasladados al Palacio de Areces, un caserón señorial situado a corta distancia donde se ubicaba un inestable hospital de campaña. Al replegarse, los heridos quedaron en manos de los franquistas que avanzaban para recuperar sus posiciones anteriores. Fueron pasados a bayoneta sin miramientos, originando un mayor número de víctimas que el propio combate. La ley de la guerra de los franquistas, no dejar a su lado nada más que muerte. Sin cuartel, como proclamó su verdadero líder Emilio Mola, el Director. Aquél que aseguró que si prendía a su propio padre en el otro bando lo fusilaba sin dudar.
Euzko Indarra sufrió 80 muertos y más del doble de heridos, enfermos y desaparecidos entre ellos Ramón Azurmendi responsable militar de los batallones de Acción o Ramón Laniella gravemente herido pero que se restableció y llegó a ser Comandante del batallón que, según dejó escrito uno de sus capitanes Luis Sansinenea, nunca se recuperó de tal varapalo. El UGT 2 soportó 21 muertos y el Amaiur, con 15 bajas fue el menos castigado. La retirada fue tan dramática y a la desbandada tan confusa que fue necesario el apoyo de una brigada asturiana para intentar paliar sus efectos.
Los testimonios de los implicados no hablan en modo alguno de buena preparación, suficiencia de medios o estrategia estudiada. Más bien todo lo contrario. Hay cientos de testimonios de gudaris del Eusko Indarra que escriben a sus mandos y líderes en Bilbao quejándose de la ratonera en la que les habían metido. Como muestra puede servir una nota escrita en un trozo de papel de envolver, escrita a lápiz, alumbrado por una vela y encogido en el barro de una precaria trinchera por un gudari a Tomás Mitxelena comandante del batallón y presidente del Comité Nacional de ANV:
<Ya os podíais haber pensado mejor al meternos en este fregado. Estamos faltos de todo tipo se suministros, munición, calados hasta los huesos, rotos físicamente por el esfuerzo continuo, sin comer caliente, a veces sin ni siquiera comer, y con una presencia permanente en primera línea que estamos pensado ya si esta dichosa guerra se ha declarado únicamente para exterminarnos a todos nosotros los militantes de Acción>
Alrededor de cien soldados vascos, la mayoría de Acción Nacionalista Vasca, dejaron sus vidas, sus ilusiones, sus proyectos enterrados el Pradón de los Vascos; sepultados obligatoriamente por los lugareños bajo la atenta mirada de los militares franquistas. Un campo que se dejó desde entonces para hierba ya que no podía sembrar nada en él sin que empezaran a parecer restos humanos. Gudaris que mantenían un ideal y por él sucumbieron Lehen aberria.
La Memoria Histórica nos dice que murieron con las armas en la mano, aunque en condiciones penosas. Pero también que fueron asesinados en sus camas y camillas donde yacían a consecuencia de sus heridas. Y recordémoslo por última vez, que perecieron en defensa de la legalidad vigente, contra el fascismo y por la libertad de Euskal herria.



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