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sábado, 19 de noviembre de 2011

Aquí Está el 20N



Así que el reventón de la burbuja especulativa terminó por devestir a los sociatas de su disfraz de izquierdistas precipitando el fin del periodo del PSOE al frente de la patética mascarada que se monta la monarquía borbónico franquista para apaciguar las almas de aquellos que en la comunidad internacional insisten en repetir los mantras de la "modélica transición" y la "joven democracia post Franco". De regreso en esa oficina de gestión que La Zarzuela mantiene en La Moncloa estarán ya pronto los ultras que no necesitan ponerse la piel de cordero y andan así, sin disfraz alguno (y pensar que gente como Pedro Miguel - quien curiosamente colabora en La Jornada - piensa que puede haber inocentes en esta farsa). Triste panorama político el que enfrentan los españoles pues entre españolazos y españolitos la cosa va para largo para que el morado regrese a la enseña del estado español. Felizmente el horizonte no es el mismo en Hegoalde, y este texto en Gara nos recuerda el por qué:

Ilusión por el cambio político en Euskal Herria frente al apático cambio de caras de Madrid

Por segunda vez en este año, hoy estamos llamados a participar en unas elecciones, en esta ocasión para decidir quiénes van a ser los representantes de Hego Euskal Herria en el Congreso y en el Senado. Unos comicios a los que la sociedad vasca llega con un ánimo y unas expectativas muy diferentes a los de la española, algo que se ha reflejado en la campaña y que a buen seguro podrá visualizarse cuando, a partir de las ocho de la tarde, comience el recuento de votos. En el Estado español, la pugna entre los candidatos de las dos principales formaciones políticas parece decantada desde hace tiempo, puede decirse que desde el mes de mayo, cuando las elecciones municipales confirmaron que los votantes no iban a dejar pasar la oportunidad de castigar al partido que desde el Gobierno ha gestionado la crisis económica y lo ha hecho de forma que además del Estado de Bienestar y de los derechos de la clase trabajadora, ha arrasado con la esperanza de buena parte de quienes confiaron en él en 2008.

Puede darse por seguro, por tanto, que hoy llegará el cambio a Madrid. Pero será un cambio de caras, de partidos. Un cambio que no genera ilusión ni siquiera entre muchos de quienes hoy depositarán la papeleta del PP en las urnas. De hecho, puede decirse que este partido no va a ganar las elecciones, sino que va a ser su adversario, el PSOE, quien con toda seguridad las pierda. Será un cambio apático, un cambio para que nada cambie, al menos respecto a lo que en estos momentos asusta a la ciudadanía del Estado español, que es la situación económica y el incierto panorama que le toca afrontar. A nadie se le escapa que nada más arribe al poder, Mariano Rajoy aplicará la misma receta que Zapatero ha utilizado para aplacar a los mercados, a la vista está que sin éxito. PSOE y PP, PP y PSOE, son en este caso las dos caras de una misma moneda, la que la Unión Europea de Merkel y Sarkozy y el FMI están haciendo girar en la dirección que marcan los mercados. No hay ilusión entre los votantes españoles, sino resignación y congoja.

Por el cambio de ciclo en Euskal Herria

La del cambio será también una idea que tendrán en mente muchas de las personas que hoy vayan a votar en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, aunque no se trata del cambio de cromos previsto en La Moncloa, sino el cambio de ciclo político que llega a Euskal Herria. Y es que estas elecciones llegan en un momento determinante en la historia reciente de este pueblo, donde la esperanza de alcanzar un escenario de paz y democracia real ha llenado de ilusión al conjunto de la ciudadanía. En este sentido, voten hoy a quien voten, o decidan no hacerlo, todas las personas que habitan este país coinciden en valorar que la situación es mucho mejor que la que teníamos hace apenas unos años, siquiera unos meses. Mucho mejor, por ejemplo, que la de las últimas elecciones al Congreso y al Senado, en 2008.

Estamos mejor, desde luego, pero estamos lejos todavía de alcanzar el marco de soluciones que necesitamos. El acoso policial al que ha sido sometido Amaiur en esta campaña, con agresiones a sus candidatos incluidas, es un claro ejemplo de que la democracia es aún un estadio a alcanzar. Qué decir de la situación de los represaliados, la vulneración de derechos civiles y políticos, la actitud cerril de demasiados jueces y políticos...

Por todo ello, con el convencimiento de que su voto puede servir para abrir ese nuevo escenario, muchísima gente va a acudir hoy a las urnas con ilusión y esperanza. Porque a nadie se le escapa que un buen resultado de las fuerzas que apuestan decididamente por el proceso, a través del cual se reflejen las demandas de una mayoría social y política, será determinante para fijar posición y encauzar los movimientos que el nuevo Gobierno español deberá acometer si apuesta realmente por una solución satisfactoria para todas las partes.

París también ha sido interpelado

Mariano Rajoy no podrá dejar de mojarse si se encuentra con una marea de votos en favor del proceso, del mismo modo que es consciente de que la comunidad internacional, además de por la coyuntura económica que le va a tocar gestionar, le va a estar observando para ver qué hace respecto a Euskal Herria. No hay que olvidar, en este sentido, que la declaración suscrita en Aiete hace un mes por personalidades referenciales en todo el mundo interpelaba directamente a los estados. También al Estado francés, tal como han recordado esta semana representantes del movimiento abertzale de izquierda de Ipar Euskal Herria, que en una comparecencia en Baiona han reclamado a los mandatarios galos que actúen con responsabilidad y abran un proceso político de resolución. París, como Madrid, está siendo interpelado desde dentro y desde fuera de nuestras fronteras y, por mucho que finjan tranquilidad, ya no controlan los tiempos ni la dirección del proceso. En este sentido, las elecciones de hoy pueden ser una buena oportunidad para darles un empujón y dejarles claro que Euskal Herria no va a admitir tiempos muertos ni pasos atrás.


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