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domingo, 15 de marzo de 2009

Frankfurt Vasco

La nota que están a punto de leer ha sido publicada en la sección Ocio/Sidrerías de el Diario Vasco:

Txotx en Frankfurt

Mikel Soro

Los alemanes que estudian euskera y cultura vasca en la capital económica germana organizan su propia sidrería el 2 de abril.

Libros en euskera, sí; películas de temas vascos, también; aprender euskera, por supuesto. Pero ir de sidrería es una actividad cultural añadida para el nutrido grupo de alemanes que en Frankfurt gestiona uno de los centros culturales euskaldunes más activos del mundo: la Haus Baskischer Studien (Casa de Estudios Vascos).

Bajo la coordinación de Martín Petrus, un hombre enamorado de todo lo vasco y sobre todo de Donostia, donde ha venido en innumerables ocasiones, los euskaltzales, la mayoría alemanes, han organizado una jornada de sidrería en Kelterel Stier, la casa del sidrero Jörg Stier. Será 2 de abril, jueves, y habrá ambiente euskaldun porque estarán con ellos los txalapartaris José Mari Beltrán y Ander Barrenetxea.

Las invitaciones y el programa ya están preparados. Acudirán a este peculiar txotx medio centenar de personas. Todos ellos, miembros de la comunidad germana euskaltzale de Frankfurt. La mayoría alumnos y ex alumnos de euskera, que enseñan en un local de la planta más alta de la universidad Goëthe de la moderna y bella ciudad. Estarán Gabriel Michalla, Klaus Legel, Fritz Beyhl, Deybson Gadelha, un grupo que se desvive con los vascos que les visitan.

Las sidrerías no son como las de aquí. Ni la sidra se parece. Ni siquiera el sistema de servirse se asemeja al txotx. Las sidrerías son grandes comedores de mesas y bancos corridos. Como las tabernas vascas de hace medio siglo o las mismas sociedades populares.

La sidra es más dulce. Frankfurt está en una comarca productora de sidra, al gusto alemán. Es más parecida al mosto y de muy baja graduación, unos 2-3 grados. Se sirve fría. Hay multitud de sidrerías en esta ciudad, que recibe el nombre del vado de los francos en el río Maine, y son todas preciosas, amplias, luminosas.

La sidra se sirve en grandes jarras de loza que mantienen fría la bebida en la mesa. Se bebe en vasos, que son estriados o tallados en diamante, hecho que conserva la tradición de cómo se hacían hace siglos, cuando se empezaron a usar de vidrio. Los hacían rugosos para que no se resbalasen de la mano, grasienta de coger la comida. El vaso, inventado antes que el tenedor...

El menú se parece poco al exquisito y abundante de cualquier sidrería de nuestros alrededores pero se compensa con el ambiente. Habrá pintxos de entrada, luego porrusalda y un pastel de manzana a la sidra.

La txalaparta de Beltrán y Barrenetxea pondrá sonidos seculares al txotx. Todo por 25 euros.

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