Hace unos años leíamos una párrafo que palabras más palabras menos decía que a lo que más hay que temer es al aplauso del enemigo.
Pues a juzgar por el paranoico escrito que aquí les presento, las naciones atrapadas por el rancio y anacrónico colonialismo español van todas por buen camino.
El mismo ha sido publicado en el fascista pasquín español ABC, aquí está:
Suponemos que este le llama cobardes a sus compatriotas (que hay quienes sí lo son, y mucho) en un vano intento de convulsionarlos para provocar una respuesta guerrera a la Cid Campeador.
La libertad formal está a las puertas, pues es bastante obvio que vascos, catalanes y gallegos ya son libres. Los únicos que permanecen atados (y por lo tanto esclavizados) a su pasado violento, racista, supremacista, ese pasado destructor de civilizaciones y pueblos enteros, esos, los únicos presos de su propia incapacidad para evolucionar, esos son los españoles.
Pues a juzgar por el paranoico escrito que aquí les presento, las naciones atrapadas por el rancio y anacrónico colonialismo español van todas por buen camino.
El mismo ha sido publicado en el fascista pasquín español ABC, aquí está:
Este Dos de Mayo
César Alonso de los Ríos
Con el Dos de Mayo se celebra el nacimiento de algo que está muerto. La nación española está muerta. Lo que pervive no es lo que generaron aquellos días épicos y populares de hace dos siglos sino su recuerdo.
Aquellos catalanes que atravesaron España con peligro de sus vidas para votar una Constitución en la liberada tierra de Cádiz son pura historia. Cataluña no se siente concernida por nada de aquello. Ella misma ha pasado a ser nación. Cierto que de un modo rastrero y minoritario, pero ahí está. Imponiendo su lengua como propia y excluyente. Y su ejemplo, que se extiende a Baleares, donde se librará la última batalla entre los que defienden el imperio catalán y los que luchan por el hecho diferencial insular.
Mientras, en Valencia, el pancatalanismo espera agazapado. Cuenta con la flojera ideológica de la derecha, con el pragmatismo de Camps, tan similar al de Matas. Porque las taifas de la derecha carecen de la cohesión que da una cierta concepción del mundo. La valenciana cayó en la trampa del Estatuto, que sólo podrá equipararse al catalán cuando lleguen al poder los socialistas. Haya venido o no a Madrid González Pons.
Y, ¿cuántos vascos pueden sentirse próximos al Dos de Mayo cuando allí el emblema preferido es el Guernica y no precisamente los Fusilamientos del día tres? En esta legislatura y gracias al acuerdo del PNV y el PSOE saldrá adelante el reconocimiento oficial de la Nación vasca, en realidad un Estado/Nación edulcorado.
Por fin, Galicia. Aquí el españolismo era muy fuerte y el nacionalismo gallego tan débil como en la II República, pero la traición de Fraga vino en ayuda del BNG y el PSG. Así que Núñez Feijóo dice, contemporizador, «vascas y vascos» y Rajoy recuerda que su abuelo colaboró en la redacción del Estatuto gallego. Así que habrá también nación gallega.
Desde el punto de vista mediático, el tratamiento del aniversario por parte de la Comunidad de Madrid ha sido espléndido. Lo que no podían hacer los responsables de los actos era dar vida a la nación española, que se ha ido muriendo con la delicadeza que da la cobardía.
Suponemos que este le llama cobardes a sus compatriotas (que hay quienes sí lo son, y mucho) en un vano intento de convulsionarlos para provocar una respuesta guerrera a la Cid Campeador.
La libertad formal está a las puertas, pues es bastante obvio que vascos, catalanes y gallegos ya son libres. Los únicos que permanecen atados (y por lo tanto esclavizados) a su pasado violento, racista, supremacista, ese pasado destructor de civilizaciones y pueblos enteros, esos, los únicos presos de su propia incapacidad para evolucionar, esos son los españoles.
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