Desde Argentina el estimado Daniel C. Bilbao le da seguimiento a las ideas expresadas por Iñaki Errazkin en el escrito de ayer titulado Marmota Eguna.
Aquí tienen las palabras (liberadoras) de Daniel:
Fuente : inSurGente
Aquí tienen las palabras (liberadoras) de Daniel:
Las marmotas y las palabras en fuga
Daniel C. Bilbao
La referencia de Iñaki Errazkin a los españoles atrapados en el tiempo ("El día de la Marmota") se cruzó con mi borrador sobre las palabras exhaustas de repetirse, que ya no bastan para establecerle un estrato superior a la realidad -progreso- sobre el cual pararse. Se me ocurrió variar en algo el rumbo de mi pensamiento, porque Iñaki abrió una puerta interesante.
Leo en la Wikipedia que «el género Marmota incluye catorce especies de roedores de la familia Sciuridae. Aunque estrechamente emparentadas con las ardillas, las marmotas las superan ampliamente en tamaño y son de hábitos terrestres. La mayoría viven en zonas montañosas de Eurasia y Norteamérica y están bien adaptadas al frío gracias a sus cuerpos rechonchos, denso pelo, orejas reducidas y cola corta.»
Dos aspectos de la descripción de la marmota me llamaron la atención: "cuerpo rechoncho", que me hizo pensar en un obispo gordo y hedonista, y "orejas reducidas", que me evocó a los políticos españoles, por sus dificultades para oír. Conviven en el mismo cuerpo de la España de Audiencia Nacional y pandereta, estos rasgos de las marmotas.
La marmota, de cuerpo rechoncho y poco oído, hiberna. Estos españoles que evoco, están en hibernación desde la muerte de Franco, congelados en su discurso de la «España Una», condenados y condenando a repetirse. Por eso, las palabras usadas para contar la historia y proponer soluciones se han ido gastando. No mueven, ni conmueven. Además, la marmota tiene miedo. Siente verdadero terror de salir de su hibernación, de toparse con el calor del día, con la luz de la verdad. Aquí me doy cuenta de que los españoles están en la misma situación. Se encapsularon en su mundo frío -el mundo del dinero y la vanidad lo es-, creyeron que eso mismo era la vida y trataron de imponerle a los demás esa concepción. Ahora sienten pavor porque el sol comienza a resquebrajar las tinieblas de su mundo.
Debo concluir que las palabras terminaron exhaustas porque es imposible sacar a las marmotas de su estado de hipotermia y somnoliencia. Sólo se revuelven en sus cuevas cuando algún estallido sacude la tierra. «Las palabras se cansan o se enferman, como los hombres o los caballos», dijo Cortazar. No es para menos. Si hasta fueron requeridas por la Audiencia Nacional.
Pero en Argentina, marmota es sinónimo de tonto, estúpido, boludo. Estos españoles en los que estoy pensando ¿serán marmotas, como las de una película yanqui, o serán simplemente estúpidos como definen los argentinos? No puedo pensar que estén dormidos, quizá sí insensibilizados, con incapacidad de percibir perdida. La persistencia en el error de esta gentuza, me lleva a pensar que han elegido llevar una vida de estolidez, convencidos de la fugacidad del poder, al que tratan de sacarle el mayor provecho personal posible en el menor tiempo.
Y éste es el tiempo en el que han decidido quedarse, como si hibernaran. Repitiendo siempre la misma consiga: «España Una»; ejecutando siempre los mismos actos represivos; repitiendo los mismos decadentes gestos de un poder resquebrajado y bananero. La historia tiene sus propios tiempos, y a veces éstos son más prolongados que la durabilidad de algunas palabras, pero ello no impide que nombremos a cuenta del futuro, para que con el último aliento las palabras digan lo que tienen que decir. Ya llegarán los días en que las veremos renacer, vivificadas. Aunque gastadas de tanto repetirlas y de tanto ser negadas, pueblo, democracia, libertad, autodeterminación, independencia, clase obrera, revolución, socialismo, siguen bombardeando las cuevas de las marmotas.
Fuente : inSurGente
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