Esta importante reflexión ha sido publicada hoy en Rebelión:
De la realidad y las condiciones
Joseba Alvarez
Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
No hemos llegado vivos al siglo xxi gracias al respeto que han tenido para con nosotros quienes nos han oprimido, sino porque la comunidad vasca ha sabido enfrentarse y adecuarse, en condiciones muy malas, a los cambios que se han dado en el mundo. Para que ese esfuerzo no sea estéril nos corresponde a nosotros acertar el camino para el futuro.
Debemos reconocer que gracias al trabajo por la construcción nacional realizado en las últimas décadas, además de fortalecer al movimiento abertzale en todo el País Vasco, estamos más cerca que nunca del acuerdo democrático que puede asegurar el futuro. Por desgracia, este importante momento político ha llegado en la época en que, tanto en Europa como en el mundo, domina la derecha neoliberal y en que la democracia vive una profunda crisis, como consecuencia de la política neoconservadora. Y es que el nuevo orden que quieren imponer al mundo la globalización y el neoliberalismo, lo mismo que los entes internacionales financieros y militares, no crea beneficio alguno a los pueblos, a los trabajadores ni a los sectores populares.
El comportamiento de la Unión Europea que se está creando es también el mismo. No hay lugar para los pueblos en la UE ni en Europa. En contra de lo que hicieron hace algunos años, ahora el «Tratado constitucional reducido» no se votará en ninguna parte por referéndum, salvo en Irlanda. Y es que en nombre de la democracia niegan la palabra a los pueblos y nos imponen ese pacto, porque las autoridades europeas tienen miedo de la respuesta popular, porque saben que tanto en Europa como en el mundo las fuerzas contra ese modelo neoliberal están aumentando. Sudamérica y Centroamérica son los reflejos más transparentes de ello.
También aquí la crisis institucional y democrática está profundizándose. En el País Vasco, como en Europa y en el mundo, son miles y miles los ciudadanos que viven directa o indirectamente de las instituciones actuales, pero ello no significa que la crisis de la democracia y las instituciones no sea profunda. Ellos mismos admiten que la V República del Estado francés y el modelo de autonomías del Estado español están en crisis. Lo mismo sucede con la red institucional del País Vasco.
La primera característica de esta crisis es el abismo entre esas instituciones y la ciudadanía. La segunda, la incapacidad o falta de voluntad política que esas instituciones han demostrado para resolver los problemas de la ciudadanía y encauzar sus deseos. Los trabajadores y sectores populares y progresistas de la UE no se sienten representados en las instituciones europeas. También en el País Vasco la mayoría de ciudadanos vascos querríamos otro tipo de instituciones y de marco político para nuestro país, porque la estructura institucional divisora actual no ha sido capaz de resolver los problemas que ha tenido el País Vasco en este último siglo. Es claro que la red institucional que tenemos en el País Vasco y su modelo democrático no garantizan el futuro del País Vasco ni una vida digna para la ciudadanía vasca.
Desgraciadamente, una gran parte de la representación política vasca, como en Europa, sólo está pensando en cómo impulsar y fortalecer sus negocios, intereses e instituciones, preparando a la opinión pública mediante sus poderosos medios de comunicación. Es claro que el imprescindible cambio político no vendrá de la mano de la clase política que decide su actividad política a la luz de las encuestas y los resultados de las elecciones. Ni que decirse tiene que en esas elecciones no todos los ciudadanos y contendientes políticos pueden participar en igualdad de condiciones. No hay opción de cambio político de la mano de una clase política que acepta eso. Esta clase política no ha tenido problema alguno en quebrar, en favor de sus intereses, la división de poderes que está en la base de la democracia. Así se refuerza la división entre ciudadanía e instituciones. Así actúa la justicia en el País Vasco de la mano de los dos estados, de consuno con las autoridades del mundo, creando «listas negras».
En la fase posterior a Loyola (1) en lugar de impulsar el diálogo y la participación social, están de nuevo en la tentación de consensuar una política para aniquilar al «enemigo interno» (la izquierda abertzale). Saben que ese camino es estéril, que no fortalecerá la democracia, que no superará el conflicto político y armado que se vive, pero sus objetivos son de otro tipo: proteger y fortalecer sus intereses políticos e institucionales, aunque para ello deban negar la palabra al pueblo. Y lo harán si la presión social de la ciudadanía vasca no les obliga a descartar esa vía.
Por eso, en esta coyuntura, el trabajo del movimiento popular, la acción popular, las luchas populares, tiene una importancia mayor que nunca. Los millares de luchas en el ámbito de la construcción nacional y en el de la transformación social fortalecen la inclinación social por la democracia, la contracorriente por la justicia y la paz. Sólo este enorme trabajo puede llenar de enjundia y contenido el acuerdo político que necesita nuestro pueblo y, de paso, fortalecer la acumulación de fuerzas por el cambio político en todo el País Vasco. Esa vía es el modo de convertir en sujeto a los agentes sociales, sindicales y políticos favorables al verdadero cambio, el que convierta a la ciudadanía vasca en protagonista del cambio. En eso consiste la propuesta y estrategia para un acuerdo democrático realizada por la izquierda abertzale. Ahí se ubican el proyecto de Loyola y las propuestas de Anaitasuna y Uztaritze.
Deben ponerse los medios para que todos los tipos de violencia se encaucen por la vía política, pero siempre sin olvidar que la mayor violencia está en manos de los estados francés y español y de sus instituciones. Pues es el comportamiento de los estados, aquí y en el mundo, la fuente de todas las violencias, tanto cuando es él el agresor como cuando viene de la mano del agredido. Pero sería un gran error pensar que el principal problema de la democracia está en la violencia. Para quienes están en el poder lo que está en juego es su modelo social, es la red de intereses económicos e institucionales lo que ven en peligro, y por eso no quieren emprender la vía de la democracia. La democracia es el precio político de la paz. El camino es claro, aunque no sea fácil. Debe aumentar la acumulación de fuerzas favorable al cambio. La base del éxito está en la dinámica social por otro tipo de País Vasco.
Para concretar ese proyecto debe realizarse una propuesta sociopolítica e institucional lo más amplia posible. Ahí está la propuesta concreta realizada por la izquierda abertzale: en el camino de la independencia, dos autonomías que recojan el derecho a decidir, una en el País Vasco septentrional y otra en el meridional.
Para conseguir cualquier consenso que recoja esa propuesta o la territorialidad y la autodeterminación es imprescindible reforzar las iniciativas populares, generales y sectoriales, tanto en el ámbito de la construcción nacional como en el de la transformación social. Eso reforzará la presión social por el cambio político. Ese camino traerá la paz. En esta tarea es fundamental el cometido que tienen los agentes sociales, sindicales, políticos e institucionales. Pero nos corresponde a nosotros influir sobre todos ellos. Si queremos, somos capaces de crear el tsunami social. Si queremos, es posible. Las condiciones objetivas están sobre la mesa, pero son las condiciones subjetivas las que tenemos que trabajar si queremos invertir la realidad. Si hemos sido capaces de avanzar en la larga historia del País Vasco, también lo seremos ahora. Pero debemos creérnoslo y consensuar el camino. Otro tipo de País Vasco es posible, es imprescindible. Ahora.
Joseba Alvarez es militante encarcelado de la izquierda abertzale
Nota:
(1) Alusión a las conversaciones mantenidas en el monasterio de Loyola (Azpeitia, Guipúzcoa) en otoño de 2006 entre representantes del PNV, PSE y Batasuna con vistas a la conclusión de un acuerdo para la creación de un nuevo marco jurídico-político para el País Vasco. (N. del t.)
Berria, 22 de mayo de 2008
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